lunes, 22 de agosto de 2016

Quién supiera componer una rosa deshojada (por Juan Ramón Jiménez)


Como el cansancio se abandona al sueño
así mi vida a ti se confiaba...
Cuando estaba en tus brazos, dulce sueño,
te quería dejar... y no acababa.

Y no acababa... ¡Y tú te desasiste,
sorda y ciega a mi llanto y a mi anhelo,
y me dejaste desolado y triste,
cual un campo sin flores y sin cielo!

¿Por qué huiste de mi? ¡Ay, quién supiera
componer una rosa deshojada;
ver de nuevo, en la aurora verdadera,
la realidad de la ilusión soñada!

¿Adónde te llevaste, negro viento,
entre las hojas secas de la vida,
aquel nido de paz y sentimiento
que gorjeaba al alba estremecida?

¿En qué jardín, de qué rincón, de dónde
rosalearán aquellas manos bellas?
¿Cuál es la mano pérfida que esconde
los senos de celindas y de estrellas?

¡Ay quién pudiera hacer que el sueño fuese
la vida!, ¡que esta vida fría y vana
que me anega de sombra, fuera ese
sueño que desbarata mi mañana! 


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