Esta mano viviente, ahora tibia y capaz
de agarrar firmemente, si estuviera fría
y en el silencio helado de la tumba,
de tal modo hechizaría tus días y congelaría tus sueños
que desearías tu propio corazón secar de sangre
para que en mis venas roja vida corriera otra vez,
y tú aquietar tu conciencia, —la ves, aquí esta—
la sostengo frente a ti.
Ninguna idea digna de tal nombre cabe en un eslogan ni en una pancarta.
ResponderEliminarCrimen perfecto no es aquél en que no se descubre el criminal, sino aquél en que no se descubre el crimen.
ResponderEliminarCrimen FerPecto.
ResponderEliminarMediado enero
ResponderEliminaraún siguen en las ramas
las serpentinas.
(MUNÁRRIZ)
Hasta de descansar se cansa uno.
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