jueves, 13 de julio de 2017

Este deshacerme (por Alejandra Pizarnik)


¿Y qué si nos vamos anticipando
de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza?

¿Y qué?
¿Y qué me da a mí,
a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia
en épocas remotas, cuando yo no era yo
sino una niña engañada por su sangre?

¿A qué, a qué
este deshacerme, este desangrarme,
este desplumarme, este desequilibrarme
si mi realidad retrocede
como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan,
hasta que cae a mis pies como un ave muerta?

Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados, este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
"¿es que yo soy? ¿verdad que sí?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?".

Y con las manos embarradas
golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta
de sucios y hermosos velos,
pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes
de imbécil soberbia
tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.

Pues eso es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa
hasta la última esperanza.



7 comentarios:

  1. La vida es un continuo hacer - deshacer - rehacer. Construir -destruir - reconstruir. El niño hace el castillo de arena en el mismo sitio donde el mar derribó su castillo de ayer. Y esta noche la ola volverá a hacer de las suyas.

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  2. En mis lecturas por Zumo de poesía , espacio que admiro y en el que encuentro el placer cotidiano de la poesìa como asì de comentarios sensibles, inteligentes, apasionados, encuentro hoy esta poesìa de Alejandra Pizarnik. Poeta de mis favoritas. En un blog que comencé hace un tiempo y sin saber nada de ello, casi como si fuese mi Diario adolescente (lejos estoy de ese tiempo), un amigo colaboró con la inquietud . Talento y voz. Digo que es la voz para Alejandra. Ella nunca grabó sus poemas, pero de haberlo conocido, ella lo hubiese elegido. En la dirección que os dejo está el audio de esta poesia y otros escritos suyos. Es compatriota vuestro. Sepan disculpar mis entradas,pensé eliminar muchas de ellas. Un consejo fue que permanezcan porque muestran un proceso que pasó del ensayo al intento de hacerlo cada día mejor. Como verán, no hay publicaciones actuales y ello se debe a que debo resolver situaciones personales que requieren de mi tiempo. Se le debe respeto al lector y a quien se toma su tiempo para comentar.
    Mi única intención es hacerles conocer el audio de esta intensa y profunda poesía que ustedes presentan.
    El mismo aparece en la entrada del 18 de noviembre de 2016.
    Gracias y mi saludo afectuoso, desde Argentina.
    www.lashorasdelosdias.blogspot.com

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  3. Gracias, Laura. Ten por seguro que visitaremos la página que nos propones y ofreces. Un abrazo.

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  4. Yo también os recomiendo que visitéis el blog de Laura, rezumadores. ¿Por qué será? Sorpresas de la vida. Sí.
    Atentos.

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  5. Hay un lugar junto a la laguna de Tiscapa



    –un banco debajo de un árbol de quelite─



    que tú conoces (aquella a quien escribo



    estos versos, sabrá que son para ella).



    Y tú recuerdas aquel banco y aquel quelite:



    la luna reflejada en la laguna de Tiscapa,



    las luces del palacio del dictador,



    las ranas cantando abajo en la laguna.



    Todavía está aquel árbol de quelite;



    todavía brillan las mismas luces;



    en la laguna de Tiscapa se refleja la luna;



    pero aquel banco esta noche estará vacío,



    o con otra pareja que no somos nosotros.

    (ERNESTO CARDENAL)

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  6. Cada vez que me río de mí, me duelo menos.

    (NEORRABIOS@)

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  7. En la cama de enfrente

    el hombre amaneció roncando

    con una desesperada convicción

    en la boca abierta. Goteaba el suero

    hacia sus venas. De mi vientre salían

    dos tubos de plástico

    en los que burbujeaban una espuma rosada

    como si fuera el lenguaje

    decisivo de mis entrañas. A un lado

    alguien tosía sus últimas vísceras.

    Detrás del vidrio de la ventana

    se balanceaba una rama primaveral

    ostentando la vida que nos debía

    a cambio de los desórdenes

    que tumbaban nuestra pálida osamenta.

    Todo parecía en suspenso

    entre la enfermedad universal

    y las oportunidades ofrecidas a la muerte.

    En el pasillo aleteó una enfermera

    y la seguimos con los ojos para hurgar

    en el fermentado secreto

    de nuestro prontuario clínico:

    pero no logramos alcanzar

    su distante y fatigado corazón.

    (JOAQUÍN GIANNUZZI)

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