jueves, 21 de septiembre de 2017

Pensé que era Harry (por William Bronk)



Disculpe. Pensé por un momento

que usted era alguien que conozco.

Me suele suceder. Una vez en el teatro de la plaza

cuando aún se encontraba allí, volví la cabeza

mientas las luces se encendían y me vi allí con una joven

y otra pareja. Fuera en el vestíbulo miré al hombre

y él miró hacia otra parte. No le resultaba conocido.

Bueno, como dicen, es cosa de dos,

y de todas formas no sé qué

caso hubiera tenido. ¿Sabemos quiénes somos,

piensa usted? Los niños parecen saberlo.

Una vez pregunté

a una niña pequeña. Dijo que había estado enferma.

Dijo

que se veía diferente y se sentía diferente. Yo dije,

“Tal vez no eras tú”. ¿Cómo lo sabes?”

“Sí, yo era yo”, dijo ella, “sé que lo era.”

En parte ya no me preocupa o no como antes.

No soy nadie más

y nadie al fin y al cabo. Todo el resto

lo ignoro. No sé nada.

Me golpeó. Pensé que era Harry cuando lo vi

y pensé: “le preguntaré a Harry”. Sin embargo

no creo que él sepa. No es que me confunda.

No quiero decir eso. Si alguien apareciera y dijese,

“Pregúnteme”, no sabría ni por dónde empezar.

Ni siquiera tengo preguntas. Es la forma

en que me desvanezco

como si yo fuera la persona de

una foto instantánea puesta a la luz.

Y el entorno se borra como si despertáramos

en el crepúsculo equivocado y las cosas

se volvieran oscuras y grises

cuando las esperábamos más nítidas. De lo real

cada vez menos. No hay punto fijo.

Las preguntas fijan

un punto, como las respuestas.

Las cosas se mueven otra vez

y sólo queda apartarse. Estaba equivocado:

deberíamos prescindir de preguntas y respuestas

y todo lo que aprendemos es qué

sonora resulta nuestra ignorancia.

Eso es lo que quería decirle a Harry.

Usted se le parece. Gracias de todos modos.



5 comentarios:

  1. El pobre trapo
    ¿qué culpa tendrá él
    de ser bandera?

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  2. Aquel que me oiga cantar
    pensará que estoy alegre.
    Y soy como el ruiseñor,
    que canta cuando se muere.

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  3. Quien no come después de harto, no trabaja después de cansado.

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  4. La rima, por lo descarado de su artificio, puede infundir un aire de embuste a la composiciones más verídicas y su actuación es contrapoética, en general: Toda poesía es una confidencia, y las premisas de cualquier confidencia son la confianza del que escucha y la veracidad del que habla. La rima tiene un pecado original: su ambiente de engaño.

    (BORGES)

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