jueves, 19 de octubre de 2017

Ya no soy su caballo (por Fabio Morábito)



Mi hijo juega sobre mi lomo,

es un vaquero y lo llevo

a cuatro patas por la alfombra

espoleado por sus ¡arre caballo!,

pero sus pies ya tocan el piso,

no es el jinete de antes

que a horcajadas limpias se aferraba

a mi cuello, ahora percibe

su propio peso, deja de arrearme

y se baja. Me acuesto boca arriba,

él se acuesta también

y miramos el techo. Ya no soy

su caballo. No me lo dice,

pero lo piensa. Se bajó

para siempre de mí, su centauro,

a este suelo de todos

que da vuelta a la tierra.



2 comentarios:

  1. Crecer es también perder cosas. Crecer es también empequeñecerse.

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  2. Hoy me pongo a escribir con pie de plomo
    para no repetirme,
    pues detrás de mi mesa hay un verdugo
    que me pone firme.

    Si escribo la palabra gaviota
    o el rumor de la lluvia en el jardín,
    si escribo golondrina
    o recibo el otoño
    el verdugo me ataca sin piedad

    -Eso ya lo has cantao.

    Si el protagonista dice te quiero
    mientras sopla la brisa
    paseando una alfombra de hojas secas
    mientras la acaricia

    Si el protagonista dobla la esquina
    o si cruza un gorrión el cielo gris,
    si se muere la tarde
    o si brilla la luna
    el verdugo me ataca sin piedad.

    -Eso ya lo has cantao.

    Si navega un velero la bahía
    y ella, enamorada
    le saluda al pasar desde la arena
    de una playa blanca.

    Si escribo la palabra mariposa
    me pregunto a qué cosa no escribí,
    y si escribo paloma
    me acuerdo de una amiga
    y el verdugo se lanza sobre mí

    -Eso ya lo has cantao.

    (PERALES)

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