por sus madres a date-prisa-lávate-las-manos
cariño-la-cena-se-enfría-espera-a-que-venga-tu-padre
y sólo los chicos lentos permanecen en el jardín, trazando
senderos entre las luciérnagas, haciendo ruiditos con la boca, oh,
ese resplandor, y se apaga y se enciende. Y sus lentas madres parpadean
pálidas en el crepúsculo, mirándolos girar en el aire suave, mirándolos
dar vueltas, los brazos abiertos y extendidos, mientras piensan Este es mi hijo,
¿Dónde está su cena? ¿Adónde ha ido su padre?
Los hijos que se fueron, los que nunca vinieron (¿qué serían?, ¿cómo serían?) Los que no son sino su hueco, los que no están salvo en su ausencia.
ResponderEliminarEl inodoro
ResponderEliminara todos nos iguala
como la muerte.
El yo es siempre una instancia inauténtica. Opera a fin de ocultar una perturbadora desunión.
ResponderEliminar(LACAN)
¿Qué hiciste en tu vida?
ResponderEliminarCaer y levantarme.
Aprender a curar rodillas magulladas.
Echar remiendos en los desgarros.
Inventar menús para los que tenían hambre.
Caer y levantarme.
Escuchar los gritos silenciosos del miedo.
Hacer hueco para que cupieran todos.
Sumar y multiplicar la alegría de diario.
Restar y dividir la angustia y la tristura.
Abrir puertas.
Caer y mirar desde ahí.
Caer y levantarme.
(BEGOÑA ABAD)