jueves, 18 de enero de 2018

Así nosotros (por Alastair Reid)


Tal como un gato, atrapado por una puerta que se abre,
sobre el peligroso estante superior, maxilar rojo y garra zarzamora,
se deja caer al suelo sin ver,
seguro por instinto de gato que topará con el suelo,
ahí en la mera inocencia; y cae
de todos modos, bola de pelaje, tan rápido que al ojo
se le escapa la voltereta y la confianza
que brotan del haber caído antes,
y sólo distingue un felino desliz sedoso,
crimen inconcebible en un paso tan manso:
así nosotros nos dejamos caer rumbo a la mañana
deslizándonos por estantes del sueño. Cuando, libertinos de noche,
nos dejamos penetrar por las visiones, y la oscura ventana
grotesca nos empuja dentro, nuestro mundo pierde el equilibrio.
Los monstruos multifacéticos hijos de nuestra invención
forcejean al borde del sueño, conforme la habitación
pierde sus bordes y se llena de bruma y presentimientos
por las palabras murmuradas o por las penas recordadas,
hasta que, disueltos al dormir, caemos, el mundo conocido nos abandona,
y habitación y sueño y ser y seguridad se derriten
en un desquiciamiento final, donde cualquier paisaje
fácilmente podría cuajar, y los muertos llaman a gritos...
Pero al fin y al cabo todo termina menguando. Las voces se retiran.
La pálida cuadratura de la ventana brilla y permanece.
Poco a poco la habitación llega y madruga, y nosotros llegamos
a nuestros seres. Anoche, la semana pasada, el pasado
van volviendo a cuentagotas, despiertan. Conforme la luz adquiere solidez,
el sueño pierde claridad. Afuera, el lavado susurro del jardín
espera paciente y, recién llegados de la muerte,
¡qué agradecidos nos sentimos de absorber su aliento!
Y con todo, para soportar lo desconocido noche a noche,
¿acaso no debemos cerciorarnos, con penetración de gato,
de poder hacer frente a sus terrores, y de que la integridad del día
nos hallará sentados al escritorio, sanos y salvos, sin miedo,
con las mejillas afeitadas, las cartas escritas, las cuentas pagadas?



5 comentarios:

  1. Hay algo de heroico en cada levantarse. En cada poner los pies sobre la tierra.

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  2. Lo más hermoso de la negra tierra



    no es una carga de caballería,



    no es el choque frontal de dos falanges



    ni el blanco surco de la nave negra.



    Lo más terrible de la hermosa tierra



    es amar el desdén de quien amamos.

    (MARTÍNEZ MESANZA)

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  3. Todos los sueños
    no valen lo que vale
    un despertar.

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  4. Lo peor de la locura es que se ignora a sí misma.

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  5. Al campo voy a llorar.
    Dejadme, flores, dejadme:
    que al que tiene una gran pena
    no se la divierte nadie.

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