No puedo saber
cuánto hilo les faltará a mis manos
para terminar esta tela.
Creo que ha sido la blancura
su tenue vocación y su misterio.
La trama profunda
que el inocente azar de su dibujo
y la solitaria fe que cifra el ritmo
de mis manos a la urdimbre.
Quizá esta tela es toda para el viento,
vela para un largo viaje en la incensura
de un lento mar que llama, lejos.
Mejor no saber cuánto hilo nos falta (o queda). Si no, estaríamos angustiados, mirándolo a cada rato como una cuenta atrás. Mejor así.
ResponderEliminarAhora te recuerdo, quiero decir te quiero
ResponderEliminarpara olvidar la muerte. Apenas si conservo de ti
tu inexistencia: tus ojos esperados como una
carta urgente, como un dolor urgente…
¡Qué hermoso hacerte ser cual eres como entonces!,
como cuando dejabas tu cuerpo libremente
de norte a sur, de oeste a este ¡entera
geografía! y recogía mi olvido tu memoria
y hacía tu aliento cuanto había borrado.
Qué hermoso era el principio y del principio
tú nada más y el mundo era contigo.
(CARMELO G. ACOSTA)
Los muertos no mueren en ellos, sino en nosotros.
ResponderEliminar(FERNÁNDEZ MALLO)