habla bien de los Muertos,
quienes ahora están mirando, tristes;
habla bien del barro silencioso,
del espíritu apenado y amargo que tiembla
en cada epíteto que arrojas
sobre la cabeza indefensa.
Habla bien de los Muertos con tu lengua,
habla bien de los Muertos,
si es que puedes, y si no, arremete mudo
contra el barro silencioso,
con respeto, sin virulencia desbocada
o palabras que puedan aplastar
la triste alma de los Muertos.
Habla bien de los Muertos en tu alma,
habla bien de los Muertos;
si la memoria te sugiere algo
para avergonzar al barro silencioso,
recuérdalo como un viejo carbón, y nada más,
que las cenizas no hieren a los Muertos.
El odio hacia alguien muere cuando esa persona muere.
ResponderEliminarEl amor, en cambio, sigue creciendo y alimentándose incluso tras la extinción del ser amado.
Todos deberíamos tener un ángel de la guarda que nos proteja de nuestra propia estupidez.
ResponderEliminarLas críticas y reseñas de libros de poesía son, generalmente, un involuntario género humorístico.
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