domingo, 23 de junio de 2019

Me miraba en el fuego (por Vicente Gallego)


Ha llegado el invierno
a la casa del monte, y ha venido
apretada en la piña
de mi última niñez, la gratitud.

Me miraba en el fuego, vi pagadas
mis deudas, no encontré
tampoco a mis deudores, cuando allí,
junto a la chimenea, entre una sombra
y una lengua de llama,
se me dio todo junto a manos llenas.

Aquello -yo no sé
llamarlo sino aquello solamente-
estaba tan ardiendo con el fuego,
tan abrazado al fin
de todos los finales, que empezó
a no tener principio ya la noche.

¿Quién miraba a los ojos
a quién en ese pozo de ser uno
mi corazón, la vida?

Y no quise saber, pero era cierto:
entró la casa en luna, algo temblaba.



4 comentarios:


  1. Pero qué van a ser nuestras vidas los ríos

    sino unos cuantos peces

    barbos

    salmones

    truchas

    que en el cauce se cruzan

    que nos pasan rozando y nos hacen cosquillas

    con su aleteo

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  2. No sabemos si la realidad es real o fantástica. No sabemos si el universo pertenece al género realista o al fantástico. Posiblemente, todo el mundo es un sueño, toda la historia es un sueño. Ese sueño puede no ser soñado por nadie. Puede ser un sueño que se sueña a sí mismo.

    (BORGES)

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  3. La de miedo
    empezaba después,
    cuando salíamos
    a la calle,

    y allí
    no estaba
    John Wayne.

    (Karmelo C. Iribarren)

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  4. Que las rosas tienen espinas implica que también las espinas tienen rosas.

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