domingo, 1 de diciembre de 2019

Amapolas en julio (por Sylvia Plath)


Pequeñas amapolas, llamitas del infierno,
¿no causáis daño?

Parpadeáis. No puedo tocaros.
Pongo las manos entre las llamas. Nada arde.

Y me agota miraros
parpadear así, arrugadas, rojo claro, como la piel
de una boca.

Una boca recién ensangrentada.
¡Pequeñas malditas faldas!

Hay vahos que no puedo tocar.
¿Dónde están vuestros opios, vuestras cápsulas
nauseabundas?

¡Si yo pudiera sangrar o dormir!
¡Si mi boca pudiera casarse con una herida como ésa!

o vuestros licores se filtrasen en mí, en esta cápsula
de vidrio,
para dejarme abotargada y quieta.

Pero descolorida. Descolorida.


2 comentarios:

  1. para escribir algo que no sea
    "Luisa detuvo el coche en el semáforo",
    "John se rascó la oreja izquierda",
    "El abrigo de Antoine era de color beis"
    o "En la cena tomó puré de puerros"...

    para no escribir frases como esas,
    para intentar escribir con otro enfoque
    (puede que ilusamente) del mundo y su expresión,
    desde otra esquina
    no mejor ni peor pero distinta,
    fue para lo que algunos quisimos ser poetas

    (RAFAEL BALDAYA)

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  2. Sobre mi piel
    el sol
    que está a ciento cincuenta millones de kilómetros.

    (MÁIQUEZ)

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