Observa a través de ti mismo y te verás igual a los demás,
a través de las risas, la danza, en el almuerzo, en la cena de la gente,
entre los vestidos y los adornos, dentro de aquellos rostros lavados y acicalados,
observa el silente secreto de repudio y desesperación.
Ni al esposo, ni a la esposa ni al amigo confiamos la confesión,
otro yo, un duplicado de cada quien, escondiéndose a hurtadillas discurre,
informe y desprovisto de palabra atraviesa las calles de la ciudad, culto y ecuánime en los salones,
en los vagones de ferrocarril, en los barcos a vapor, en la plaza pública,
hogar para las casas de hombres y mujeres, en la mesa, en la habitación, en todas partes,
vedlo sagazmente vestido, sonriendo solapadamente, muy erguido, con la muerte bajo el esternón, y el infierno bajo el cráneo,
bajo la capa y los guantes, bajo las cintas y las flores artificiales,
respetuoso de las costumbres, sin decir una palabra sobre sí mismo,
hablando de cualquier otra cosa salvo de sí mismo.
Al final se nos pone la cara de nuestra máscara. Pero nuestra originaria y verdadera cara no era así.
ResponderEliminarY yo sola con mis voces, y tú, tanto estás del otro lado que te confundo conmigo.
ResponderEliminar(PIZARNIK)