He cerrado mi balcón
porque no quiero oír el llanto
pero por detrás de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.
Hay muy pocos ángeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de mi mano.
Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un violín inmenso.
Las lágrimas amordazan al viento
y no se oye otra cosa que el llanto.
Lo bueno suena. Lo malo truena.
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ResponderEliminarNi la elocuencia revolucionaria, ni las cartas de amor, pueden leerse por terceros sin hilaridad.
(GÓMEZ DÁVILA)
Ya están juntos para siempre
ResponderEliminarel amor que no tuviste
y el que tuviste y no tienes.
Tristeza, pues yo soy tuyo,
ResponderEliminarno dejes tú de ser mía;
mira bien que me destruyo
con ver sólo a la alegría
pretendiendo hacerme suyo.
(BOSCÁN)
Todos los niños del mundo, menos uno, crecen. Y no sólo crecen, sino que en seguida saben que han de crecer. Nuestra Wendy lo supo del modo siguiente:
ResponderEliminarCierto día, cuando sólo contaba dos años, estaba jugando en un jardín; arrancó una flor y corrió a llevársela a su madre. Es de suponer que debía de estar encantadora, pues la señora Gentil, poniéndose una mano sobre el corazón, exclamó: "Oh! ¿Por qué no habrías de quedarte así para siempre?" Nada más que esto sucedió entre las dos, pero, desde entonces, Wendy supo que crecería. Se sabe esto siempre después de cumplir los dos años. Los dos años son el principio del fin.
(J.M.BARRIE, Peter Pan)