A veces, cuando la noche me aprisiona,
suelo sentarme frente a una cabina telefónica
y contemplo las bocas que hablan
para lejanos oídos.
Y cuando el hielo de la soledad
me ha desvenado, los barrenderos moros
canturrean tristemente
y las estrellas ocupan su lugar,
yo acaricio el teléfono
y le susurro sin usar monedas.
Para qué tanto llover
ResponderEliminarsi estoy harto de sembrar
y luego no recoger.
Agua corriente no mata a la gente; agua estancada bien puede matarla.
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ResponderEliminarEl revolucionario busca la utopía del futuro (que no será). Y el reaccionario, la utopía del pasado (que nunca fue).
(SALAS)
ResponderEliminarEs curioso que en la era de la comunicación algunos pretendan tener un idioma propio con el que no entenderse con el resto del mundo.
(SANDRA SÁNCHEZ)