Aún recuerdo los caballos
bajo la luna
aún recuerdo dar a los caballos
azúcar
terrones de azúcar blancos
casi como de hielo,
tenían cabezas
como de águila
peladas cabezas que podían morder
y no lo hacían.
los caballos eran más reales
que mi padre
más reales que Dios
y podían haberme pisado
pero no lo hicieron
podían haberme hecho cualquier cosa horrible
pero no lo hicieron
yo aún no tenía 5 años
pero me acuerdo;
dios mío qué fuertes y buenas
aquellas lenguas rojas que babeaban
desde sus almas.
Un fanático no elige serlo. En cierto modo es, él también, víctima de su propio fanatismo (la primera víctima).
ResponderEliminarY ni siquiera puede reprochársele no haber abierto su mente a otras ideas, porque el fanatismo prohíbe, como traición o herejía, esa apertura.
Así que el gran reto es: ¿cómo "desfanatizar" a un fanático?
(PABLO VEIGA)
Es más fácil escribir acerca de Sócrates que acerca de una cocinera.
ResponderEliminar(CHEJOV)
ResponderEliminarEs tu cariño, nena,
flor del almendro:
se empavesa de pronto,
se hiela presto.
El mío es de piedra:
dondequiera lo pongo,
allá se queda.
ResponderEliminarPor la ignorancia nos equivocamos y por las equivocaciones aprendemos.
(proverbio rumano)
De la barbarie
ResponderEliminarla civilización
es un subgénero.
(CUQUI COVALEDA)
NATIVIDAD (José Watanabe)
ResponderEliminarÉsta es tu patria, hijo mío,
un establo donde tu madre
ya duerme
de regreso a nuestra especie:
hasta ahora
ella era un animal mítico: el vientre
avanzado
y habitado
por Ti, entonces voraz nonato,
que le consumías hasta los huesos.
Soy un hombre añoso, he visto
todo. Sin embargo,
me sobrecoge mirarte, mi recién nacido:
a pesar de las madres
todo niño está abandonado
sobre la vastedad de una tierra callada.
Tu madre,
muchacha todavía sorprendida
por Ti, no cantó
una canción de cuna. Mirándote
sólo murmuró inacabablemente:
-Es espantoso esperar de Él
lo que esperan.