miércoles, 27 de abril de 2011

Salvo en las huellas (por Gabeda Baderón)

Nunca conoceré la alegría
más que en su partida.

Nunca te conoceré
salvo en las huellas
cuando te hayas ido.

7 comentarios:

  1. durante un tiempo no pude usar un brazo y sólo entonces me di cuenta de que sin él (¡y eso que era el izquierdo, siendo yo diestra!) no podía ni cortar un filete (tenía que hacerlo con tijeras, pues para cortar algo con un cuchillo se necesitan las dos manos: haced la prueba), y ni siquiera abrocharme los botones (tb se necesitan las dos manos: comprobadlo). Así que sólo entonces entendí la importancia de tener dos brazos. Afortunadamente recuperé la movilidad y ahora ya se me está olvidando la importancia del brazo izquierdo. Sólo se valoran las cosas (y las personas) cuando se van, o sea, no por su tamaño sino por el vacío o hueco de su ausencia.

    ResponderEliminar
  2. Lo que llamamos generosidad es, a menudo, vanidad de dar.

    ResponderEliminar
  3. Ópera es cuando a alguien le apuñalan y, en lugar de sangrar, canta.

    (GROUCHO)

    ResponderEliminar
  4. Al hombre ingrato, con la punta del zapato.

    ResponderEliminar
  5. El que quiere cantar, siempre encuentra una canción.

    (proverbio islandés)

    ResponderEliminar
  6. Sobrevivimos,
    esto es, sobremorimos
    sin ilusiones.

    (CUQUI COVALEDA)

    ResponderEliminar

  7. Los dinosaurios se extinguieron porque no disponían de un programa de destrucción de asteroides.

    ResponderEliminar

¿Te gustó el poema seleccionado? ¿Crees que merece estar en zUmO dE pOeSíA?

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.