y las letras implícitas iluminando ilícitas melancolías absurdos documentados
copiosísimamente
Nos enredó la dulce mortandad de los infieles rostros que son ahora y no son
lo mismo que eran entonces y no eran y las selvas pensadas
por donde como gríseos ratoncitos de campo iba la suerte abriéndose camino
Ten piedad de mí porque en la muerte hay salvas que a victorias parecen
referirse a la vez que a derrotas ten piedad de mí porque los niños tienen miedo
y frágiles azules de la ternura quiebran en sus ojos
Acuérdate por mí de la sencillez lluviosa de un otoño cualquiera
Acuérdate de la sencillez del invierno sin pájaros y los árboles labios
que pronuncian a secas la primavera próxima
Acuérdate de los hilos de la luz y los postes de la luz que unen pueblo con pueblo
en las comarcas secas de tu tierra y la mía acuérdate de la grandeza inerme
de los sembrados que dependen del cielo y de los dioses
Acuérdate del tren que silba silbos y cuya lejanía imita la lejanía del mundo
Acuérdate de mí como recuerdas barcas fondeadas tamarindos ligeras sobre el agua
dársena de lo implícito
Nadie manda en su propio corazón.
ResponderEliminarYa difumínate,
ResponderEliminarya déjate olvidar,
ya desrecuerda.