de retornar mil veces
a donde está la luz.
No a donde estuvo y se apagó muy pronto,
sino al lugar radiante del que siempre
sigue y sigue manando.
Respirarla, beberla
cuando a ese sitio nuestros pasos vuelven,
es completar la vida, lo que entonces
apenas fue o no vimos
que en nuestro transcurrir se demora.
Regresar a ese limpio manantial:
cuánta misericordia inagotable.
Ningún daño se encuentra allí al acecho;
allí el amor no se termina nunca.
Niña la que yo más quiero,
ResponderEliminarasómate a la ventana
y dame un vaso de sed,
que me estoy muriendo de agua.
ResponderEliminarLa diferencia entre los poemas aparentes y los verdaderos poemas es similar a la que hay entre un árbol municipal, plantado en un alcorque por un ayuntamiento, y el árbol silvestre que brota en el campo, esponjado, encendido, poderoso y libre.
(ROBERT FROST)