zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

Ver una entrada al azar

viernes, 30 de noviembre de 2012

Mañana ¿qué se hicieron? (por Piedad Bonnett)

Los saludables, los briosos estudiantes de espléndidas sonrisas
y mejillas felposas, los que encienden un sueño en otro sueño
y respiran su aire como recién nacidos,
los que buscan rincones para mejor amarse
y dulcemente eternos juegan ruleta rusa,
los estudiantes ávidos y locos y fervientes,
los de los tiernos cuellos listos frente a la espada,
las muchachas que exhiben sus muslos soleados
sus pechos, sus ombligos
perfectos e inocentes como oscuras corolas,
qué se hacen
mañana qué se hicieron
qué agujero
ayer se los tragó
bajo qué piel
callosa, triste, mustia
sobreviven.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Media hora (por Konstantinos Kavafis)


Ni te he poseído ni te poseeré
nunca, creo. Unas pocas palabras, un acercamiento
como en el bar anteayer, y nada más.
Es triste, no lo niego. Pero nosotros los artistas,
a veces, con el poder de la mente, y, claro está, sólo
por pocos minutos, creamos un placer
que casi parece real.
Así, en el bar anteayer –ayudado, además,
tan misericordiosamente por el alcohol-
pasé media hora totalmente erótica.
Y me parece que lo comprendiste
y te quedaste un rato más a propósito.
Y eso era muy necesario. Porque,
a pesar de toda mi imaginación y de la magia del vino,
me era preciso ver tus labios,
me era preciso tener tu cuerpo junto a mí.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

El mundo que yo no viva (por Agustín García Calvo)

El mundo que yo no viva
lo pensé como cosa extraña,
como arca de maravilla.
Ay de mi vida.

Allí ¿sonará la lluvia
junto al fuego las noches frías?
¿Tendrá agosto en el río barcas?
Y tú ¿la gentil sonrisa?

¿Brillará en el papel que siembro
la negra flor de la tinta?
Ay de mi vida.

¿Será posible que vengan
los amigos y que "Era" digan
"un hombre, y te quiso mucho"
y "Mucho" llorando digas?

Es el mundo que no conozco,
Atlántida sumergida.
Ay de mi vida.

Allí las palmeras echan
esmeraldas. Allí las crías
del delfín esmeraldas pacen.
Allí no hay noche ni día:
cuando ordeñan a los rebaños,
de púrpura el mar se agría.
Ay de mi vida.

Más limpio que agua de oro
es el mundo que yo no viva:
no hay naves de arar espumas
ni arado para las viñas;
el gran árbol le da su fruto
al que el nombre del fruto diga.
Ay de mi vida.

Ese mundo no es el mío:
es el tuyo: el que en tus pupilas
hundido está desde siempre
y no lo alcanza mi vista.
A ese mundo quisiera entrar,
antes que suene la hora
-ay- de mi vida.

martes, 27 de noviembre de 2012

NOTA DE SERVICIO.- La utilidad o "gadget" ÚLTIMOS COMENTARIOS, que hasta ahora aparecía a la derecha de la pantalla y recogía los últimos comentarios dejados por los lectores, no está operativa debido, al parecer, a disfunción o avería del proveedor. Confiamos en recuperar próximamente esta utilidad, al tiempo que agradecemos a la tecnología de Blogger el soporte necesario para el funcionamiento de este blog.

Cuadrados, cuadrados, cuadrados (por Alfonsina Storni)


Casas enfiladas, casas enfiladas,
casas enfiladas.
Cuadrados, cuadrados, cuadrados.
Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
ideas en fila
y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima,
Dios mío, cuadrada. 


lunes, 26 de noviembre de 2012

Allego (por Tomas Tranströmer)

Pasado el día negro, interpreto a Haydn
y siento una leve tibieza en mis manos.
Las teclas están prestas. Amables martillos caen.
El sonido es alegre, verde, cargado de silencio.
El sonido dice que la libertad existe
y que alguien no paga impuestos al César.
Meto mis manos en mis bolsillos-Haydn
y actúo como un hombre calmo ante todo.
Izo mi bandera-Haydn. Su estandarte es:
"No nos rendimos. Pero queremos paz".
La música es una casa de cristal erigida en una pendiente;
hay rocas volando, hay rocas rodando.
Las rocas ruedan directamente a través de la casa
pero cada panel de vidrio permanece intacto.

domingo, 25 de noviembre de 2012

No dejes que la canción muera (por Henry Van Dyke)


Hace mucho, mucho tiempo, escuché una canción
(¿fue hace mucho o sólo ayer?).
Suaves heridas se abrieron ante su melodía
que descendía profunda hacia mi corazón.
Una canción de entrañable consuelo
que desde entonces me acompaña
en las horas más calmas y silenciosas
como un agudo, dulce sonido que nunca morirá.

Hace mucho, mucho tiempo, vi una pequeña flor
(¿fue hace mucho o sólo ayer?).
Tan hermosa en su fragancia de largas horas
que parecía querer revelarme sus secretos:
un pensamiento de alegría brotó en su ser
sin nunca pronunciar palabra; Y ahora, a menudo veo
que esa amigable, tierna flor ya nunca se marchitará.

Hace mucho, mucho tiempo, tuvimos un niño pequeño
(¿sucedió hace mucho o sólo ayer?).
Hacia los ojos de su madre y los míos, él sonrió
toda su corriente de inconsciente amor,
y cobijado en nuestros brazos durmió así.
¡Un ángel convocado! No pudimos retenerlo;
sin embargo, nuestros brazos en secreto
siguieron acunándolo.
Nuestro niño pequeño ya nunca desaparecerá.

¿Hace mucho, mucho tiempo? ¡Ah, memoria, aclárate!
(no fue hace mucho, sino ayer).
Tan pequeña, indefensa y amada,
no dejes que la canción muera, que la flor se marchite.
Su voz, sus ojos al despertar, su gentil reposar:
las pequeñas cosas están a salvo en tu memoria.
Permite que nuestro ángel habite allí, para siempre.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Caminos del espejo (por Alejandra Pizarnik)

Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche.

Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral.

Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.

Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.

Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.

Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo? Deseaba un silencio perfecto. Por eso hablo.

La noche tiene la forma de un grito de lobo.

Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.

Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

Algo caía en el silencio. Mi ultima palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.

Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo, he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Para Annie (por Edgar Allan Poe)

¡A Dios gracias! La crisis, el peligro ha pasado, y la pena interminable al fin concluyó, y esa fiebre llamada vivir fue vencida al final.

Tristemente, sé que fui despojado de mi fuerza, y sin mover un músculo permanezco tendido. Mas nada importa, yo siento que al fin me encuentro mejor.

Y tan quieto yazgo en mi lecho que cualquiera que me viese podría imaginar que estoy muerto, podría estremecerse al mirarme creyéndome muerto.

El lamentarse y gemir, los llantos y los suspiros, fueron aplacados; y con ellos el horrible palpitar del corazón. ¡Ah, ese horrible, horrible palpitar!

Los mareos, las náuseas, el dolor implacable, cesaron con la fiebre que laceraba mi cerebro, con la fiebre llamada vivir que quemaba mi cerebro.

Se calmó también la tortura, de todas la peor: esa horrible tortura de la sed por las aguas mortales del río maldito de la Pasión; pues para ello he bebido de un agua que apaga toda sed.

De un agua que fluye con un murmullo de canción de cuna; una fuente que yace pocos metros bajo la tierra; de una cueva que se halla muy cerca del suelo.

Que no se diga neciamente que mi morada es oscura y angosto mi lecho; pues jamás hombre alguno durmió en lecho distinto, y todos ustedes, para dormir, dormirán en un lecho idéntico.

Mi espíritu atormentado descansa blandamente, olvidando, jamás añorando sus rosas; sus viejos anhelos de mirtos y rosas.

Pues ahora, mientras yace apaciblemente, se imagina alrededor un aroma más sagrado; un aroma de pensamientos, un aroma de romero mezclado con pensamientos, con las hojas de ruda y los hermosos y humildes pensamientos.

Y así yace en paz, sumido en el sueño sin fin de la verdad y la belleza de Annie, anegado entre las trenzas de Annie.

Ella me besó delicadamente, ella me acarició con ternura, y yo me dormí suavemente sobre su seno, profundamente dormido en el cielo de su seno.

Cuando la luz se extinguió, ella me tapó cuidadosamente, y rogó a los ángeles que me protegieran de todo mal: a la reina de los ángeles que me guardara de todo mal.

Y tan quieto permanezco tendido en mi lecho (sabiendo el amor de ella), que ustedes imaginan que estoy muerto; y tan apaciblemente reposo en mi lecho (con el amor de ella en mi seno), que imaginan que estoy muerto, se estremecen al mirarme creyéndome muerto.

¡Pero mi corazón es más brillante que las estrellas que salpican en miríadas el cielo, pues brilla con Annie, resplandece con el amor de mi Annie, con el pensamiento de la luz de los ojos de mi Annie!

jueves, 22 de noviembre de 2012

Uno de vosotros (por Norma Jean Baker [Marilyn Monroe])


Tristes y dulces árboles

que veo desde mi ventana,

cuánto daría yo por ser

uno de vosotros,

siempre en un lugar hermoso

rodeados de niños y de rosas,

acariciados por el viento,

ajenos,

al amor y al dolor,

al dolor y al amor.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Y al fondo el gran silencio (por Adolfo Cueto)

Íbamos tan deprisa, íbamos tan sin peso
como en los días mejores. No nos dio tiempo a ver
las luces, la mediana. Un fuerte olor
a neumático ahí, el reventón que deja la humedad
del llanto. Pasaron aún más rápido
la infancia, gestos, rostros: esa película
muda, una tragicomedia
sordamente escuchada, con pequeños subtítulos.
Y piensas que,
si morir fuera esta como improvisación
cualquiera, quizá valiera la pena tanta
velocidad. Dábamos vueltas y vueltas
de campana, todo girando. ¡Estábamos tan,
tan solos,
tan hondamente hundidos en nosotros mismos! Solamente
tú y yo, y al fondo el gran silencio
del mar. Y en las refinerías
sin pausa, el fuego que arde a solas
también. El humo, el viento. ¿Es que no hay nadie ahí
fuera? –gritaste–. Y tú y yo aquí, lejanos
y aislados, y con este hematoma
de la muerte en los brazos, qué solos ya: más
solos, en fin, que aquellas
alejadas plataformas petroleras, buscando a toda costa
salvarnos,
sobrevivir.

martes, 20 de noviembre de 2012

Como dos barcos llevados por el viento (por Philip Larkin)

Amor, debemos separarnos: que no sea
terrible ni amargo. En el pasado
hubo demasiada luna y autocompasión:
dejemos que esto termine así: nunca antes el sol
atravesó el cielo de manera más intrépida,
nunca antes los corazones tuvieron más ganas
de ser libres, de acabar con mundos y devastar bosques;
tú y yo ya no los llevamos; somos cáscaras que miran
cómo el grano se emplea para un uso diferente.

Hay arrepentimiento, siempre hay arrepentimiento.
Pero es mejor que nuestras vidas se desaten,
como dos barcos llevados por el viento, húmedos de luz,
partiendo del estuario con sus cursos ya fijados,
y que saludándose se distancian, y se pierden de vista a lo lejos.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Mi mano toca sueño (por Jorge Guillén)


Duermes. Mi mano toca sueño. Duermes.
Gozo de tu inocencia confiada,
de tu implícita forma en esa noche
que hace tan suya con amor la mano.

Te siento dormir sin verte,
serenísima, sagrada,
nunca imagen de la muerte,
y oponiéndote a la nada
triunfar como piedra inerte.

La delicada masa de tu sueño
se espesa junto a mí, sin paz nocturna,
que así convive con la invulnerable,
cuyo retorno al despertar es siempre
la súbita inmersión en nuestra dicha.

Sumido en un calor de dos, el sueño
relaja su clausura, casi abierta
dulcemente hacia el día aún isleño.
Calor, amor.
La historia tras la puerta.

domingo, 18 de noviembre de 2012

El olvido (por Alejandra Pizarnik)



En la otra orilla de la noche
el amor es posible

llévame

llévame entre las dulces sustancias
que mueren cada día en tu memoria

sábado, 17 de noviembre de 2012

Para la fiesta de ser dos (por José Luis Parra)


Ámame ahora, en este mismo instante
de secreta aflicción; abate mi orgullosa
virilidad erguida y borra
con la salud de la pasión la anticipada
melancolía de ese otoño que abomino.

Ámame ahora, abrasa mis temores
alternando delicadeza y furia, y vayamos
luego al bar, al supermercado, maravilla del ojo,
deleite de elegir para la fiesta
de ser dos en la noche despoblada.

Ámame ahora y pídele a la vida,
mientras te quede fe suficiente para ello,
que cuando llegue el día de difuntos,
cuando la convivencia nos diseque
como el más refinado de los taxidermistas,

puedas poner tus pies sobre los míos
no como los clavos helados de una interminable,
atroz crucifixión,
sino como las rosas ofrendadas
en memoria de la pasión ya muerta

y pueda redimirnos la ternura.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Soñadores (por Saiz de Marco)

Creían en los hombres, soñaban la utopía.

No sabían de ruindad,
de abyección,
de pequeñez.

No: ellos creían en los hombres, soñaban la utopía.

Decían camaradas,
solidario,
humanidad...

Gritaban pueblo,
paz,
revolución,
mañana...

Apenas tenían ojos para lo pequeño,
para lo mezquino,
para lo abyecto,
para lo egoísta,
para lo ruin.

Creían que la hermandad de los seres humanos
disiparía la vileza del mundo.

Creían que la unidad excluiría la abyección.

Creían que la grandeza borraría la ruindad.

Y no.
No es así. No ocurre así.

Pero ellos lo pensaban.

Confiaban en nuestra altura,
en nuestro valor.

Por eso soñaban con construir la utopía

(ladrillo a ladrillo pensaban levantarla).
Por eso creían en nosotros
los hombres.

Sí:
confiaban en nosotros mucho más que nosotros.
Nos pensaban más grandes,
más íntegros,
más puros.
Nos suponían más limpios de lo que en verdad somos.
Creían en nosotros más que nosotros mismos.

Tal vez siguen soñando, creyendo aún en nosotros.

Si es así,
por favor, no habléis alto.
No hagáis ruido.
Avanzad en silencio,

caminad de puntillas para no despertarlos.

Si es así
(si aún creen,
si aún sueñan,
si aún confían en nosotros),
entonces protejamos su sublime creencia.

Defendamos, entonces, ese sagrado sueño.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Utiliza mi corazón (por Antonio Gamoneda)


Un desconocido habita en mí. Agoniza y, para agonizar, utiliza mi corazón.

Pienso en mi padre enloquecido por la visión de frutos muy frescos, pienso en el amor y en la morfina. No. No es mi padre. Pero, entonces, ¿quién
agoniza en mi?

Cabe que yo mismo sea el desconocido y que mi corazón no sea mío aunque yo ponga en él sus latidos. Cabe.

En realidad no hay problema. En cualquier caso, yo voy a ser, ya estoy siendo,
huérfano de mí mismo.

Hermanos (por Vicente Huidobro)


Hombre de mi lengua y de todas las lenguas

El hombre siempre desgraciado

El que honra al cielo y trabaja la tierra

Se acuesta y se levanta

y habla y ríe y llora

Domestica caballos y diversos metales

Se cubre el cuerpo con ropajes

Construye casas y caminos

Estudia las estrellas

Funda naciones y especula ideas

Va y viene, viene y va

y no sabe nada. Todo lo ignora

Hombre de corazón siempre angustiado

El hombre de estas comarcas y de todas

El que lanza semillas

El que cría animales para la venta

El que toca instrumentos musicales

El que ambiciona popularidades

El guerrero que cuenta sus heridas

y narra cosas de sangre

El que bebe vinos de fuerza y sueña bocas tibias

El que busca mujeres

y escucha sus palabras sensibles

El que se sienta a mirar los árboles

O a oir los grandes ríos

El que gusta salpicarse en la lluvia

El que quiere conocer secretos y razones

El que quiere tener muchos hijos.

El que bautiza las regiones

y las cosas que se emplean

El que dirige las yuntas talladas en barro espeso

El que abraza a su novia debajo de un eucaliptus

El que galopa en su caballo de vivas crines

El que lanza profecías sobre una roca

El que guía rebaños

El que devora libros

El que se baja de un coche lustroso y golpea a la puerta del palacio

El que se aleja cantando

Va y viene. Se calma y se emociona

Se levanta, se acuesta

Habla, llora, ríe, ríe, llora, habla

y no sabe nada

No sabe nada

Si se detiene un instante y se contempla el alma

Se ahoga de soledad, solloza de pobreza

Se siente cosa de desierto



miércoles, 14 de noviembre de 2012

Informamos (en particular para quienes nos siguen desde fuera de territorio español) de que zUmO dE pOeSíA no publica hoy ningún poema en seguimiento y apoyo de la huelga general convocada en España.

Gracias, amigos/as, por vuestra lectura.

martes, 13 de noviembre de 2012

Pero déjame intuirlo (por Enriqueta Arvelo)

Señor, no me des ya la dicha.
No sabría manejarla
y con ella iría cohibida
como una nueva rica.

Déjame ir tranquila,
sin las cosas, fútiles para otros,
que fueran tempestades en mi vida.

No me des nada...
Pero déjame intuirlo todo.
Deja sin aherrojar mi sentir,
deja que lo glose mi voz.

No me hagas nueva rica de la ventura.
Sería la advenediza sin elegancia.
Ya no sé aprender nada
y no quiero perder
mi gracia y mi aplomo de desheredada.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Un amor (por Roberto Juarroz)


Un amor más allá del amor
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y la compañía.

Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.

Un amor para estar juntos
o para no estarlo,
pero también para todas las posiciones intermedias.

Un amor como abrir los ojos.
Y quizás también como cerrarlos.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Frío (por Carol Ann Duffy)


Estaba tan fría la bola de nieve que chorreaba en mis manos,
y cuando la hice rodar por el suelo, creció
hasta que pude sentarme en ella, mirando atrás, a la casa
donde hacía frío al despertar en mi cuarto con las ventanas
tapiadas por el hielo y mi aliento desnudándose en el aire.
Frío, también, en mis brazos al levantar el torso para hacer
una muñeca de nieve, con los dedos de los pies ardiendo, fríos
en mis botas de invierno; la voz de mi madre llamándome para
que entrara del frío. Y sus manos, frías, de pelar y
sumergir las papas en un bol, parando para tomar
la cara de su hija, un beso en cada mejilla fría y en mi nariz fría.
Pero nada tan frío como la noche de febrero que abrí la puerta
de la capilla ardiente donde estaba mi madre, ni joven ni vieja,
donde mis labios, al devolverle el beso en la frente, supieron lo que significa frío.



sábado, 10 de noviembre de 2012

Y vive y no lo sabe (por Luigi Pirandello)


Vivo del sueño de una sombra en el agua:
sombra de ramas verdes, de casas
ya dadas vuelta, y de nuevo nubes... y se mece
todo: el borde blanco de un muro
en el cielo azul que te deslumbra, una cuerda
que lo atraviesa, un farol y el tronco
negro de un árbol, cortada a la mitad
una hoja amarilla
de papel que flota...
Sombra en el agua -líquida ciudad...
luminoso temblor, inmensidad
el cielo claro, verde verde verde
de hojas- todo parece que se fuera y está
y vive y no lo sabe:
no lo sabe el agua, no lo saben los árboles,
no lo sabe el cielo ni las casas... Solo
un hombre lo sabe, que camina
por el borde triste
del canal.


viernes, 9 de noviembre de 2012

Bajo el cemento y las vigas (por Miguel Gila)



¿Qué pasó con mi solar?

El solar donde los chicos

jugábamos a bandidos.

El solar donde a escondidas

fumábamos y tosíamos.

El solar de las lagartijas,

el solar de las pedreas,

el solar donde sin muertos

jugábamos a las guerras,

El solar de las fogatas,

de los gritos y las risas.



Un día nos enteramos

de que estaba en venta el solar.

Aquel solar era nuestro

y lo quisimos comprar,

pero no nos dieron tiempo.

El montón de calderilla

que juntamos entre todos

no cabía en un pañuelo.

Y vinieron unos hombres

que cavaron nuestro suelo,

y edificaron la casa

y la farmacia y el Banco

y la casa de comidas,

sepultando nuestros juegos

bajo el cemento y las vigas.



Si alguna vez tengo suerte

voy a comprar mi solar

y haré derribar la casa

con la farmacia y el Banco

y la casa de comidas.

Lo dejaré como estaba,

con sus piedras, con sus latas,

con todas sus lagartijas

en completa libertad.

Y lo llenaré de chicos

y pondré un letrero grande:

Se prohíbe edificar.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Sólo tú eres (por Jorge Luis Borges)



Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,


lámparas y la línea de Durero,


las nueve cifras y el cambiante cero,


debo fingir que existen esas cosas.




Debo fingir que en el pasado fueron


Persépolis y Roma y que una arena


sutil midió la suerte de la almena


que los siglos de hierro deshicieron.




Debo fingir las armas y la pira


de la epopeya y los pesados mares


que roen de la tierra los pilares.




Debo fingir que hay otros. Es mentira.


Sólo tú eres. Tú, mi desventura


y mi ventura, inagotable y pura.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tendría casa propia y moral (por Fernando Pessoa)


He escrito más versos que verdad.
He escrito, principalmente,
porque otros han escrito.
¿Si nunca hubiera habido poetas en el mundo,
sería yo capaz de ser el primero?
¡Nunca!
Sería un individuo perfectamente consentible,
tendría casa propia y moral.
¡Señora Gertrudis!
Limpió mal este cuarto:
¡sáqueme esas ideas de aquí!

martes, 6 de noviembre de 2012

Con tus ojos de fuego (por Charles Baudelaire)


Eres un bello cielo de otoño claro y rosa
pero en mí la tristeza sube como la marea
y deja en el reflujo de mi boca morosa
un limo amargo y un negro sabor de brea.

Tu mano se desliza vanamente en mi pecho.
Lo que ella encuentra, amiga, es un lugar vacío.
Con la garra y el diente la mujer lo ha deshecho.
Las bestias devoraron este corazón mío.

Es igual que un palacio por la turba asaltado
donde beben, se matan, se arrancan el cabello.
¡Flota un perfume en torno de tu desnudo cuello!

¡Belleza, duro azote del alma, lo que quieras!
Con tus ojos de fuego que para mí han brillado
calcina estos despojos que han dejado las fieras.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Y la brisa (por José Luis Parra)


Salí del cuarto encerrado
del sopor
y la vergüenza

Y la brisa
que atravesaba el pasillo
de levante a poniente
y hacía de la casa una invitación al vuelo
una playa estimulante
me traspasó
como una gracia indecible
como el aire de una almena

Podía vivir de nuevo

domingo, 4 de noviembre de 2012

Por culpa de un traicionero (por Violeta Parra)

Maldigo del alto cielo
la estrella con su reflejo,
maldigo los azulejos
destellos del arroyuelo,
maldigo del bajo suelo
la piedra con su contorno,
maldigo el fuego del horno
porque mi alma está de luto,
maldigo los estatutos del tiempo
con sus bochornos,
cuánto será mi dolor.

Maldigo la cordillera
de los Andes y La Costa,
maldigo, señor, la angosta
y larga faja de tierra,
también la paz y la guerra,
lo franco y lo veleidoso,
maldigo lo perfumoso
porque mi anhelo está muerto,
maldigo todo lo cierto,
lo falso con lo dudoso,
cuánto será mi dolor.

Maldigo la primavera
con sus jardines en flor
y del otoño el color
yo lo maldigo de veras;
a la nube pasajera
la maldigo tanto y tanto
porque me asiste un quebranto.
Maldigo el invierno entero
con el verano embustero,
maldigo profano y santo,
cuánto será mi dolor.

Maldigo a la solitaria
figura de la bandera,
maldigo cualquier emblema,
la Venus y la Araucaria,
el trino de la canaria,
el cosmos y sus planetas,
la tierra y todas sus grietas
porque me aqueja un pesar,
maldigo del ancho mar
sus puertos y sus caletas,
cuánto será mi dolor.

Maldigo luna y paisaje,
los valles y los desiertos,
maldigo muerto por muerto
y el vivo del rey al paje,
al ave con su plumaje
yo la maldigo a porfía,
las aulas, las sacristías
porque me aflige un dolor,
maldigo el vocablo amor
con toda su porquería,
cuánto será mi dolor.

Maldigo por fin lo blanco,
lo negro con lo amarillo,
a obispos y monaguillos,
ministros y predicandos
yo los maldigo llorando;
lo libre y lo prisionero,
lo dulce y lo pendenciero
les pongo mi maldición
en griego y en español
por culpa de un traicionero,
cuánto será mi dolor.

sábado, 3 de noviembre de 2012

El mundo que no era viene para irse (por James Joyce)


Del oscuro pasado
nace un niño;
de gozo y de pesar
mi corazón se desgarra.

Tranquila en su cuna
yace la vida.
¡Que el amor y la piedad
abran sus ojos!

La joven vida respira
sobre el cristal.
El mundo que no era
viene para irse.

Un niño duerme:
un viejo se marcha.
Oh, padre renegado,
perdona a tu hijo.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Una vez en la tierra (por Agustín García Calvo)



Otro que se nos va: Agustín García Calvo. Con gratitud y emoción, aquí va nuestro pequeño homenaje con uno de sus poemas. Gracias, Agustín: tú también eras un mago. Tú también lograbas, con palabras, expresar lo inescribible y decir lo impalabrable.


Juraría que he sido feliz
una vez en la tierra.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.

No sé el día, el año tampoco,
ni el siglo siquiera,
ni si fue de mañana o de tarde
o noche serena.
Pero yo juraría que un día
fue la paz de la guerra.

No sé quién estaba conmigo,
si era blanca o era morena,
ni si era de amor o del solo
temblor de la yerba.
Pero yo juraría que fue
verdad verdadera.

Yo de cierto no sé si fui yo
o fue otro cualquiera:
sólo que era feliz y que toda
la vida lo era.
Pero tú no lo sepas, mi alma,
pero tú no lo sepas.

Como la memoria de la blancura (por William Carlos Williams)


El descenso nos llama

como la ascensión nos llamaba.

La memoria es una suerte de cumplimiento,

una renovación

y más: una iniciación:

los espacios

que abre son lugares nuevos,

poblados por hordas

hasta entonces inexistentes,

nuevas especies

en movimiento hacia nuevos objetivos

(los mismos

que antes habían abandonado).

Ninguna derrota

es enteramente derrota:

el mundo que abre es siempre

un lugar antes insospechado.

Un mundo perdido es un mundo

que nos llama a lugares inéditos:

ninguna blancura

(perdida) es tan blanca

como la memoria de la blancura.



Al anochecer, el amor despierta

aunque sus sombras,

vivas por la ley del sol,

ahora se aletargan

y se desprenden del deseo.

El amor sin sombras ahora

se anima y

conforme avanza la noche

despierta.


El descenso

hecho de desesperaciones

por incumplido

nos cumple: es un nuevo despertar,

reverso

de la desesperación.

Aquello que no pudimos cumplir,

aquello negado al amor,

perdido en la anticipación,

se cumple en un descenso

sin fin, indestructible.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Magia de estar siendo (por Carlos Marzal)

De tanto ver la luz hemos perdido
la recta proporción de ese milagro,
que otorga a la materia su volumen,
contorno fiel al mundo que queremos
y límite a los puntos cardinales.
A fuerza de costumbre, hemos dado en creer
que es un merecimiento, cada día,
que el día se levante en claridad
y que se ofrezca límpido a los ojos,
para que la mirada le entregue un orden propio,
distinto a los demás, y lo convierta
en nuestra inadvertida obra de arte.
Hay una ingratitud consustancial
al hecho de estar vivos, un intrínseco
poder de desmemoria, y nos impiden
brindar a cada instante el homenaje
que cada instante de verdad merece,
por su absoluta magia de estar siendo,
en vez de no haber sido en absoluto.
Con cada amanecer dubitativo,
con cada tumultuoso amanecer,
la luz arrasa el reino de la noche
y emprende su combate. En el confuso
magma de oscuridad, con cada aurora
triunfa la exactitud de cuanto existe
sobre la vocación de incertidumbre
que tienta con su nada a lo real.
En toda madrugada se renueva
un conjuro de origen, esa fórmula
que impuso el movimiento al primer día.
Somos testigos, en el alba pura,
del trono en que la luz alza su reino
y lo concede intacto a cualquier súbdito.
Conviene contemplar la luz con más paciencia,
brindarle una atención encandilada,
el sumiso homenaje con que un bárbaro
descubre reverente en su aventura
la tierra que jamás ha visto nadie.