zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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martes, 31 de julio de 2018

Nacimos en esto (por Charles Bukowski)


Nacimos así
en medio de esto
mientras rostros de tiza sonríen
mientras doña muerte ríe
mientras los ascensores se rompen
mientras panoramas políticos se disuelven
mientras el chico del supermercado
termina la Universidad
mientras peces envueltos en petróleo
escupen su aceitosa plegaria
mientras el sol está enmascarado.
Nacimos así
en medio de esto
en medio de guerras prudentemente enloquecidas
en medio del paisaje de fábricas con ventanas
rotas y vacías
en medio de bares en donde la gente ya no habla
en medio de peleas que pasan de los puños a
las armas y a las navajas.
Nacimos en esto
entre hospitales tan caros que es más barato morirse
entre abogados que te cobran tanto, que es más
barato declararse culpable.
En un país donde las cárceles están llenas
y los manicomios cerrados.
En un lugar donde las masas elevan a los ineptos
a la categoría de héroes.
Nacimos en esto
caminamos y vivimos
a través de esto
muriendo por esto
mutando por esto
silenciados a causa de esto
castrados,
abusados,
desheredados
por esto,
engañados por esto,
usados por esto,
jodidos por esto,
enloquecidos y enfermos por esto,
convertidos en seres violentos
convertidos en seres inhumanos
por esto.
Los corazones están ennegrecidos
los dedos buscan las gargantas
el revólver
la navaja
la bomba
los dedos se dirigen hacia un Dios insensible
que no responde.
Los dedos van a la botella
a las pastillas
a la pólvora.
Hemos nacido en medio de esta lastimosa devastación
hemos nacido en medio de un gobierno endeudado
hace 60 años
que pronto no podrá pagar ni siquiera los intereses
y los bancos arderán
y el dinero no servirá para nada.
Habrá asesinos libres e impunes por las calles
habrá pistolas y mafias oficiales.
La tierra se volverá inútil
los alimentos serán una recompensa que se esfuma.
El poder nuclear estará en manos de la mayoría
explosiones sacudirán la tierra.
Hombres robot afectados por radiaciones
acecharán a otros hombres.
Los ricos y los elegidos observarán
desde plataformas espaciales.
El infierno de Dante parecerá
un juego de niños.
El sol ya no se verá y será siempre de noche
los árboles morirán
toda la vegetación morirá
hombres afectados por radiaciones comerán
la carne de otros hombres afectados por radiaciones.
El mar estará contaminado
los lagos y los ríos desaparecerán
la lluvia será el nuevo oro.
Un viento oscuro esparcirá el hedor de
cuerpos putrefactos de hombres y animales
los escasos sobrevivientes serán, asediados
por nuevas y horribles enfermedades.
Y las plataformas espaciales se irán
destruyendo por el desgaste y la
escasez de provisiones
y el simple efecto de la decadencia general.
Y entonces surgirá de eso
el silencio más hermoso
jamás oído
y el sol todavía ahí, oculto
estará esperando el próximo capítulo.


lunes, 30 de julio de 2018

Ama al cisne salvaje (por Luis Rogelio Nogueras)


No intentes posar tus manos sobre su inocente
cuello (hasta la más suave caricia le parecería el
brutal manejo del verdugo).
No intentes susurrarle tu amor o tus penas
(tu voz lo asustaría como un trueno en mitad de la noche).
No remuevas el agua de la laguna no respires.
Para ser tuyo tendría que morir.

Confórmate con su salvaje lejanía

con su ajena belleza
(si vuelve la cabeza escóndete en la hierba).
No rompas el hechizo de esta tarde de verano.
Trágate tu amor imposible.
Ámalo libre.
Ama el modo en que ignora que tú existes.
Ama al cisne salvaje.



domingo, 29 de julio de 2018

Oración de un desocupado (por Juan Gelman)


Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón!
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello

porque no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre, bájate,
qué han hecho
de tu criatura, Padre?
un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?


sábado, 28 de julio de 2018

Y me completes (por Juan Ramón Jiménez)


Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú te unas con mi vida
y me completes así todo;
hasta que mi mitad de luz se cierre
con mi mitad de sombra
y sea yo equilibrio eterno
en la mente del mundo:
unas veces, mi medio yo, radiante;
otras, mi otro medio yo, en olvido.

Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú, en tu turno, vistas
de huesos pálidos mi alma.


viernes, 27 de julio de 2018

¿Vicente Gaos? (por Vicente Gaos)


Yo, Vicente Gaos, natural de la nada, de mil siglos de edad, de estado civil solitario, inestable,
domiciliado, refugiado en un rincón del cosmos, de profesión náufrago en la sombra,
sin documento nacional de identidad, sin títulos, condecoraciones ni diplomas de clase alguna,
sin señal particular visible en el pecho ni en ninguna otra parte del cuerpo,
sin más cicatriz que una necrosis de miocardio,
una vieja herida que me produje yo mismo,
quiero decir, que me causaron siglos de sufrimiento,
de amor oculto, de ternura encubierta por un falso orgullo,
el de no sentir envidia de nada y de nadie,
el de haber creído que siempre había tiempo de sobra,
el de alegrarme seriamente del bien ajeno,
el de no autocompadecerme jamás,
el de llorar hacia dentro por el daño hecho al prójimo,
el orgullo o la confusión de haberme figurado que era yo la víctima, siendo el verdugo,
ya que todos los hombres somos simultáneamente lo uno y lo otro,
y no es fácil en este punto el discernimiento...

Yo, Vicente Gaos (¿Vicente Gaos?), ahora,
cuando empiezo a sentir ya en la boca el amargo gusto de la ceniza
postrera, cuando recuerdo en medio de la tormenta final las postrimerías,
porque he pecado, he pecado,
y a pesar de ello ninguna de las cuatro me devuelve a la inocencia pueril, al amparo filial, a la remota fe cándida de no sé qué antaño,
de no sé qué antesiglo...

Yo, natural de la nada,
habitante de la nada,
destinado a la nada, anónimo,
me acerco ya al encuentro del supremo Notario,
del Decano universal -nihil prius fide-,
y le hago entrega de este testamento ológrafo
donde dispongo
-si acaso no es cierto que quien dispone es Él y el hombre sólo propone.-
dispongo, suplico,
que cuando mi añoso corazón, mi lastimado corazón haya dado ya su último latido,
incineren piadosamente esta carne que gozó y sufrió,
estos huesos que se estremecieron ya de júbilo, ya de horror,
que me despojen de todo, de nada, pues siempre fui un despojado
(es la verdad, no me autocompadezco),
y que arrojen mis cenizas al viento, al agua, al espacio estelar, al vacío cósmico de donde vine, al cósmico vacío al que he de volver, espero volver
sin retorno,
pues nadie regresa de la última orilla.

Y cerca ya del máximo consuelo, de la extrema esperanza,
confío en que Nadie me amenace más con otra existencia.

Y este es el testamento ilusorio que otorgo en plena posesión de mis facultades mentales,
posesión de quien sólo posee dolor, ignorancia, muerte,
y un corazón cuyo único deseo es el de cesar ya en su trémulo pálpito, en su amoroso latido,
aunque (porque) la vida sea al fin y al cabo, y al principio, hermosa, lo es,
y prosiga renovada, siempre igual, afortunadamente monótona,
como en el paraíso primero,
como en el edén funeral que nunca termina, que jamás terminará,
jamás.


jueves, 26 de julio de 2018

Hay una pausa en la obra de la nada (por Julio Cortázar)


¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.


miércoles, 25 de julio de 2018

Es difícil amarlas separados (por Roberto Juarroz)


Hemos amado juntos tantas cosas
que es difícil amarlas separados.
Parece que se hubieran alejado de pronto
o que el amor fuera una hormiga
escalando los declives del cielo.

Hemos vivido juntos tanto abismo
que sin ti todo parece superficie,
órbita de simulacros que resbalan,
tensión sin extensiones,
vigilancia de cuerpos sin presencia.

Hemos perdido juntos tanta nada
que el hábito persiste y se da vuelta
y ahora todo es ganancia de la nada.
El tiempo se convierte en antitiempo
porque ya no lo piensas.

Hemos callado y hablado tanto juntos
que hasta callar y hablar son dos traiciones,
dos sustancias sin justificación,
dos sustitutos.

Lo hemos buscado todo,
lo hemos hallado todo,
lo hemos dejado todo.

Únicamente no nos dieron tiempo
para encontrar el ojo de tu muerte,
aunque fuera también para dejarlo.



martes, 24 de julio de 2018

Ven, Noche (por Fernando Pessoa)


Ven, Noche antiquísima e idéntica,
Noche Reina destronada al nacer,
Noche igual por dentro al silencio, Noche
con las estrellas, lentejuelas fugaces
en tu vestido bordado de Infinito.

Ven vagamente,
ven levemente,
ven sola, solemne, con las manos menguadas
de lado, ven
y trae los montes distantes al pie de los árboles cercanos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo,
atenúale todas las diferencias que veo de lejos,
todos los caminos que la suben,
todos los distintos árboles que la hacen verde-oscura a lo lejos,
todas las casas blancas y con humo entre los árboles,
y deja sólo una luz y otra y otra más,
en la distancia imprecisa y vagamente perturbadora
en la distancia súbitamente imposible de recorrer.
Señora nuestra
de las cosas imposibles que buscamos en vano,
de los sueños que vienen a nosotros
con el crepúsculo a la ventana,
de los propósitos que nos acarician
en las grandes terrazas de los hoteles cosmopolitas
al son europeo de la música y de las voces cercanas y lejanas
y que duelen por saber que nunca los realizaremos.
Ven y envuélvenos.
Ven y acarícianos.
Bésanos silenciosamente en la frente.
Tan levemente en la frente que no sepamos que nos besan
sino por una diferencia en el alma
y un vago sollozo saliendo melodiosamente
de lo antiquísimo de nosotros
donde tienen raíz esos árboles maravillosos
cuyos frutos son los sueños que acariciamos y amamos
por saberlos fuera de lugar en relación con la vida.

Ven solemnísima,
solemnísima y llena
de un oculto deseo de llorar
tal vez porque el alma es grande y la vida pequeña
y todos los gestos no salen de nuestro cuerpo
y sólo alcanzamos hasta donde nos llega el brazo
y sólo vemos hasta donde llega la mirada.
Ven, dolorosa,
Madre Dolorosa de las Angustias de los Tímidos,
Turris-Ebúrnea de las Tristezas de los Despreciados.
Mano fresca sobre la cabeza de los Humildes con fiebre,
sabor a agua sobre los labios secos de los Cansados.
Ven de lo más profundo
del horizonte lívido.
Ven y arráncame
del suelo de la angustia y de la inutilidad
donde presumo.
Arráncame del suelo, margarita olvidada.
Hoja a hoja lee en mí no se qué señal
y deshójame a tu gusto,
a tu agrado silencioso y fresco.
Una hoja de mí manda hacia el Norte,
donde están las ciudades de hoy que tanto amé;
otra hoja de mí lanza hacia el Sur,
donde están los mares que los navegantes abrieron;
otra hoja de mí tira al Occidente,
donde arde apasionado todo lo que tal vez sea futuro
que yo sin conocer adoro;
y la otra, las otras, el resto de mí
lánzalo a Oriente,
al Oriente de donde viene todo, el día y la fe,
al Oriente pomposo y fanático y caliente,
al Oriente excesivo que yo nunca veré,
al Oriente budista, brahmánico, sintoísta,
al Oriente de todo lo que no tenemos
y todo lo que no somos,
al Oriente donde, quién sabe, Cristo tal vez
aún viva hoy,
donde Dios tal vez exista realmente decidiéndolo todo…

Ven sobre los mares,
sobre los mares mayores,
sobre los mares sin horizontes precisos,
ven y pásale la mano por el costado a la fiera
y cálmala misteriosamente,
oh domadora hipnótica de las cosas que se agitan mucho.
Ven, cuidadosa,
ven, maternal,
paso a paso enfermera antiquísima, que te sentaste
a la cabecera de los dioses de fes ya perdidas,
y que viste nacer a Jehová y a Júpiter,
y sonreíste porque todo es falso y es inútil.

Ven, Noche silenciosa y estática,
ven a envolver en la noche con tu manto blanco
mi corazón
serenamente como una brisa en la tarde leve,
tranquilamente como un gesto materno acariciando.
Con las estrellas reluciendo en tus manos
y la luna máscara misteriosa sobre tu rostro.
Todos los sueños suenan de otra manera
cuando tú vienes,
cuando tú entras bajan todas las voces.
Nadie te ve entrar.
Nadie sabe cuándo entraste,
sino de repente, viendo que todo se recoge,
que todo pierde las aristas y los colores.
Y que en el alto cielo aún claramente azul,
ya creciente nítido, o círculo blanco,
o mera luz nueva que viene,
la luna comienza a ser real.

lunes, 23 de julio de 2018

Con ahínco (por Rafael Baldaya)


te olvidaré por la avenida en medio del atasco
en la caja del súper
subiendo la escalera
te olvidaré cada minuto 
cada segundo de manera incesante
te olvidaré sin tregua ni paréntesis 
durante el desayuno
mientras voy al trabajo
a la hora de cenar
te olvidaré con tesón 
con ahínco
sin parar un momento
a todas horas y en todos los lugares
contumazmente disciplinadamente
con mi mente sumisa y mi corazón dócil que van a obedecerme
que sin ningún reparo ni queja ni fisura harán lo que les mande
cuando me esté duchando
de vuelta a casa en taxi
al ponerme el pijama 
te borraré y echaré del recuerdo
te olvidaré


domingo, 22 de julio de 2018

Confusión (por Magaly Sánchez)


No fueron de los que más se amaron.

Se compadecieron simplemente uno de otro

porque sabían que la vida resplandecía a veces

pero también que daba duros golpes

hasta en las espaldas más inocentes.

Planearon el porvenir como un pacto,

un apasionante episodio

en el que si uno caía el otro le tendería las manos.

Eran cobardes, sí, pero bondadosos,

y creyeron firmamente que aquello era el amor.


sábado, 21 de julio de 2018

Pura dicha (por Pedro Salinas)


¿Cómo me vas a explicar,
di, la dicha de esta tarde,
si no sabemos por qué
fue, ni cómo, ni de qué
ha sido,
si es pura dicha de nada?
En nuestros ojos visiones,
visiones y no miradas,
no percibían tamaños,
datos, colores, distancias.

De tan desprendidamente
como estaba yo y me estabas
mirando, más que mirando,
mis miradas te soñaban,
y me soñaban las tuyas.
Palabras sueltas, palabras,
deleite en incoherencias,
no eran ya signo de cosas,
eran voces puras, voces
de su servir olvidadas.
¡Cómo vagaron sin rumbo,
y sin torpeza las caricias!
Largos goces iniciados,
caricias no terminadas,
como si aún no se supiera
en qué lugar de los cuerpos
el acariciar se acaba,
y anduviéramos buscándolo,
en lento encanto, sin ansia.
Las manos, no era tocar
lo que hacían en nosotros,
era descubrir; los tactos
nuestros cuerpos inventaban,
allí en plena luz, tan claros
como en la plena tiniebla,
en donde sólo ellos pueden
ver los cuerpos,
con las ardorosas palmas.
Y de estas nadas se ha ido
fabricando, indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.
Por eso no fue nada,
sé que esta noche reclinas
lo mismo que una mejilla
sobre este blancor de plumas
-almohada que ha sido alas-
tu ser, tu memoria, todo,
y que todo te descansa
sobre una tarde de dos,
que no es nada, nada, nada.



viernes, 20 de julio de 2018

Por debajo de la tierra (por Lucian Blaga)


Nos tendimos de espaldas en la hierba: tú y yo.
El aire derretido como cera bajo el ardor del sol
corría como un río sobre los rastrojos.
Un silencio abrumador imperaba en la tierra
y una pregunta cayó en mi alma
hasta el fondo.

¿Nada tenía que decirme
la tierra? Toda esta tierra,
de anchura despiadada y cruelmente muda,
¿nada?

Para escuchar mejor pegué
mi oído a los campos, vacilante y sumiso,
y por debajo de la tierra escuché
el latir bullicioso de tu corazón.

La tierra respondía.



jueves, 19 de julio de 2018

Dos espectros (por Paul Verlaine)


Por el viejo parque solitario y helado,
hace un rato pasaron dos formas.

Están sus ojos vacíos, desvaídos sus labios,
y sus palabras ni siquiera se escuchan.
En el viejo parque solitario y helado
dos espectros evocaron el pasado.

-¿Recuerdas nuestro antiguo arrebato?

-¿Por qué tendría que recordarlo?

-¿Aún tiembla tu corazón al sonido de mi nombre?
¿Cuando sueñas, ves mi alma todavía?

-No.

-¡Ah, los días pasados de dicha innombrable
en que nuestras bocas se unían! 

-Es posible.

-¡Qué azul era el cielo, la esperanza qué inmensa!

-Huyó la esperanza, vencida, hacia los cielos sombríos.

Así caminaban entre las hierbas silvestres
y sólo la noche escuchó sus palabras.



miércoles, 18 de julio de 2018

De dónde has salido (por Paul Éluard)


Y me senté sin pudor sobre la ola
de ese río lejano resaltado en sol verde
Los árboles honraban la noche y las estrellas

Vi claro en la noche desnuda del todo
en la noche desnuda qué mujer
me mostró su rostro
se mostró desnuda del todo
Su belleza adulta era más seria
que las leyes impías de la necesidad

Contra ella los adornos de la naturaleza
pueriles ejercían sus armas eternas
de hierro y de mármol y de sal
Contra ella el diamante del cielo
se ablandaba se deslucía

Sin embargo era una belleza
de arena y de espuma y de crepúsculo
pero era una belleza
de carne de lengua y de pupilas
una belleza brote y merma de las estaciones

Belleza que se apagaba bajo indecisos encuentros
Yo he separado amantes que eran más feos juntos
que separados
Para salvarlos hice cantar la soledad
quebré sus labios al cuadrado

Hice secar pude hacer secar
las flores sin pudor de una mentira
el estiércol fresco que lloraba
y las auroras mal despertadas

Pero hice reír a los comediantes más amargos
locos de desnudez demasiado vestidos
los que hablan al lado sin calor en los ojos
los que hablan sabiamente para envejecer cómodos
los constructores de su prisión aceitada bien trazada
encadenados esposados tocados con cofias
los glóbulos azules de un mundo desteñido
Sobre el techo sus sueños estaban en el sótano
no cultivaban más que la eternidad
mi corazón y mi ojo
Bajo el espacio intacto todo estaba helado

De dónde has salido tú imagen sin azul
espectadora en vista
sino de mí que apenas duermo sobre un camastro
De dónde has tú salido
tocando la tierra de tan cerca
que yo sigo tu paso sobre las calles

Donde tan a menudo me aburro
donde me perderé
a pesar de las marcas que lúcido dejaba
cuando era joven y previsor
cuando la sombra me habitaba
cuando no bebía más que vino transparente

Tú regida del todo por esta carne
que es la mía al flanco del vacío
Trémula solamente
ante la idea de evitar el mundo
Tú precaria a pesar de mi esperanza

No hay burla
no hay nada que esté falseado
sino lo que no es la imagen sin mediodía
que se impone la noche sobre la médula
de este río donde me he sentado

Vivo todavía y comparto
el trigo el pan de la belleza
sin otra luz que nacer y existir
Muy baja tú muy alta en la desnudez
del norte y del sur en un solo instante

La viña humana está entre nosotros
Es evidente que nacemos de la mujer
y aquí está la hierba que creció en nuestra infancia

Estás enfermo o cansado
estás loco o simplemente
más triste que de costumbre
No tengo ganas de contestar

Si respondo temo demasiado
tener la suerte de esos jugadores
que juegan por nada sobre el terciopelo
de sus deseos de sus dolores

En un nido encontré los huevos
para mi hambre para no morir
pero más allá olvido mis sueños
más allá me odio a muerte.



martes, 17 de julio de 2018

La que pasa (por André Schmitz)


Nunca logro verla sino de espaldas,
cuando va de compras al pueblo
o se dirige a los oficios nocturnos.
La sigo de lejos como un fisgón
y, a veces, sobre su hombro
mi mano se posa como un viejo pájaro.
Yo le pido perdón
por no saber comportarme con ella.
En ocasiones, torpemente le propongo
llevar sus cestas y libros de magia.

La poesía, la inaudita que pasa,
a quien pido en silencio reanimar mi vida.


lunes, 16 de julio de 2018

Capítulo (por Ida Vitale)


DONDE POR FIN SE REVELA
QUIÉN FUI, QUIÉN SOY,
MI FINAL PARADERO,
QUIÉN ERES TÚ, QUIÉN FUISTE,
TU PARADERO PRÓXIMO,
EL RUMBO QUE LLEVAMOS,
EL VIENTO QUE SUFRIMOS,
Y DONDE SE DECLARA
EL LUGAR DEL TESORO,
LA FÓRMULA IRISADA
QUE CLARAMENTE
NOS EXPLICA EL MUNDO.


Pero luego el capítulo
no llegó a ser escrito.



domingo, 15 de julio de 2018

Qué cosa más rara (por Edna St. Vincent Millay)


Cielo gris que te extiendes por encima de los abetos
que inclina el peso de la nieve,
¿al caer la tarde no viste al astado gamo con su hembra
en el manzanar? Yo los vi. Los vi súbitamente
huir, levantadas las colas y, en sus saltos -lentos,
elegantes y largos- atravesar la cerca
de los bosques de abetos inclinados por el peso de la nieve.

Ahora el gamo yace aquí, y su sangre mancha la nieve.

Qué cosa más rara es la muerte:
ha puesto las rodillas y las astas del ciervo
en la nieve.

Qué cosa más extraña (a una milla de aquí,
bajo los nevados abetos que, llegado el momento
se descargan un poco, sueltan una pluma de nieve)
es la vida, mirando, atenta,
desde las pupilas de la hembra.


sábado, 14 de julio de 2018

No permitir que desborde (por Roberto Juarroz)


No permitir que desborde el sueño
para evitar que su sustancia en bruto
rompa todos los cristales del mundo.

No permitir que desborde el silencio
para evitar que lo que está detrás
se vuelque con él y lo cubra todo.

No permitir que desborde el vacío
para evitar que las huellas sin nadie
enloquezcan a todos los caminos.

No permitir que desborde el amor
para evitar que su cuerpo inhallable
desmorone todos los otros cuerpos.

No permitir que desborde la vida
para evitar que su infiel laberinto
interrumpa la llanura impasible.

No permitir que desborde la muerte,
aunque se pierda la palabra escondida
y aunque nosotros también nos perdamos.


viernes, 13 de julio de 2018

De no sé qué año (por Luis Cardoza)


Es domingo acabó la semana
estamos en enero del siglo XXI
si posible será lunes mañana
y arribarán agosto y el viernes
de no sé qué año acaso de ninguno
así como abril martes y noviembre
Sagitario no alcanzará a Cáncer
con su dardo ni Tauro a los Gemelos
y en jueves junio o miércoles diciembre
seguiré tejiendo mis pañuelos
con vuelos de palomas
en tanto que en Adán desahuciado y occiduo
yo de pie me ponía comiendo calendarios
y en un sábado ubicuo
repetía a Marta y a María
qué será de los tres
en un 3 de abril del siglo XXIII


jueves, 12 de julio de 2018

Una reliquia (por Ruth Fainlight)


Mi barra de crema de cacao se ha gastado
hasta formar la misma medialuna
que fue lo primero que advertí
sobre el lápiz labial de mi madre.
Marcaba la presión de su existencia
sobre el mundo de la materia.

Imaginen la severa fijeza
de mi mirada, observándola untar
la brillante grasa sobre sus labios
desde un tubo lustroso como una bala.
La forma en que ella la alisaba
con la punta del meñique
(la traza que dejaba, aun después
de lavarse las manos, explicaba
lo de “dedito rosado”) y su lengua puntiaguda
lamiendo como la de un gatito,
fascinaba, irritaba.

Era parte del misterio de
los sostenes, las faldas y las carteras
cuyo significado era ser adulto. Yo pensaba
que a mis propios talones les tendría que salir
una suerte de espolón que se insertara
en el agujero interior de los tacos altos.

Ahora estoy más tranquila y ya no
me pinto los labios salvo con esto,
pálido como un cadáver kosher
o una vela votiva,
la cera cuajada por un costado,
como si enfrentara al viento
que sopla desde el pasado, llama
reflejada como una luna creciente
contra una nube
en el estanque de luz derretida.

Llevo el signo de la luna
y mi madre, un talismán
en un pequeño tubo de plástico
dentro de mi cartera, una reliquia santa
fundida por los besos
de los creyentes, y cada vez
que me suavizo los labios con el ungüento
los siento fruncirse y estirarse
en la eterna sonrisa
de su sobrevivencia a través de mí,
siento su boca sobre la mía.



miércoles, 11 de julio de 2018

Sálvalo (por Julio Cortázar)


Sálvalo, mamita,
sálvame tantas noches de naufragio,
salva tu blusa azul (era en enero en Roma)
sálvalo todo, o salva lo que puedas.

Esto se viene abajo, pretty mama,
sálvalo del olvido, no permitas
que se llueva la casa, que se borre
la trattoria de Giovanni,
corre por mí por ti, sálvalo ahora,
te estás yendo y los pájaros se mueren,
me voy de ti te vas de mí, no hay tiempo,
sálvalo, pretty mama,
la voz de Satchmo y ese grito
que te sumía en lo más hondo del amor,
save it all for me,
save it all for you,
save it all for us.

Aunque no salves nada, sálvalo mamita.



martes, 10 de julio de 2018

El sueño (por Philip Larkin)


Niño en el vientre
o santo en la tumba,
¿a cuál imitar
para dormir?
La luna penetrante observa
desde la espalda del cielo,
las nubes vuelven a casa
como una grey obediente.

Gotas luminosas de tiempo,
una y dos resuenan,
me doy la vuelta y yazgo quieto,
con las manos enlazadas;
niño de convento, Papa,
ellas eligen tal estado,
y sus mentes lucen la inmensa paz
de las arenas niveladas por el mar.

He aquí mis pensamientos.
pero el sueño permanece lejos
hasta que me encorvo de lado
como un feto nuevamente,
pues el sueño, como la muerte,
hay que ganárselo sin orgullo,
con un asentimiento natural,
con una falta total de esfuerzo
y una pérdida de estatura.


lunes, 9 de julio de 2018

Y me salvo contigo (por Vicente Aleixandre)


Oh, sí, lo sé, buen “Sirio”, cuando me miras con tus grandes ojos profundos.
Yo bajo a donde tú estás, o asciendo a donde tú estás
y en tu reino me mezclo contigo, buen “Sirio”, buen perro mío, y me salvo contigo.
Aquí en tu reino de serenidad y silencio, donde la voz humana nunca se oye,
converso en el oscurecer y entro profundamente en tu mediodía.
Tú me has conducido a tu habitación, donde existe el tiempo que nunca se pone.
Un presente continuo preside nuestro diálogo, en el que el hablar es el tuyo tan sólo.
Yo callo y mudo te contemplo, y me yergo y te miro. Oh, cuán profundos ojos conocedores.
Pero no puedo decirte nada, aunque tú me comprendes… Oh, yo te escucho.
Allí oigo tu ronco decir y saber desde el mismo centro infinito de tu presente.
Tus largas orejas suavísimas, tu cuerpo de soberanía y de fuerza,
tu ruda pezuña peluda que toca la materia del mundo,
el arco de tu aparición y esos hondos ojos apaciguados
donde la Creación jamás irrumpió como una sorpresa.
Allí, en tu cueva, en tu averno donde todo es cenit, te entendí, aunque no pude hablarte.
Todo era fiesta en mi corazón, que saltaba en tu derredor, mientras tú eras tu mirar entendiéndome.
Desde mi sucederse y mi consumirse te veo, un instante parado a tu vera,
Pretendiendo quedarme y reconocerme.
Pero yo pasé, transcurrí y tú, oh gran perro mío, persistes.
Residido en tu luz, inmóvil en tu seguridad, no pudiste más que entenderme.
Y yo salí de la cueva y descendí a mi alvéolo viajador, y, al volver la cabeza, en la linde
vi, no sé, algo como unos ojos misericordes.



domingo, 8 de julio de 2018

Como si fuese (por Chico Buarque)


Amó aquella vez como si fuese última,
besó a su mujer como si fuese última,
y a cada hijo suyo cual si fuese el único,
y atravesó la calle con su paso tímido.
Subió a la construcción como si fuese máquina,
alzó en el balcón cuatro paredes sólidas,
ladrillo con ladrillo en un diseño mágico,
sus ojos embotados de cemento y lágrimas.
Sentóse a descansar como si fuese sábado,
comió su pobre arroz como si fuese un príncipe,
bebió y sollozó como si fuese un náufrago,
bailó y se rió como si oyese música,
y tropezó en el cielo con su paso alcohólico.
Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro,
y terminó en el suelo como un bulto flácido,
y agonizó en medio del paseo público.
Murió a contramano entorpeciendo el tránsito.

Amó aquella vez como si fuese el último,
besó a su mujer como si fuese única,
y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo,
y atravesó la calle con su paso alcohólico.
Subió a la construcción como si fuese sólido,
alzó en el balcón cuatro paredes mágicas,
ladrillo con ladrillo en un diseño lógico,
sus ojos embotados de cemento y tránsito.
Sentóse a descansar como si fuese un príncipe,
comió su pobre arroz como si fuese el máximo,
bebió y sollozó como si fuese máquina,
danzó y se rió como si fuese el próximo,
y tropezó en el cielo cual si oyese música.
Y flotó por el aire cual si fuese sábado,
y terminó en el suelo como un bulto tímido,
agonizó en medio del paseo náufrago.
Murió a contramano entorpeciendo el público.

Amó aquella vez como si fuese máquina,
besó a su mujer como si fuese lógico,
alzó en el balcón cuatro paredes flácidas,
sentóse a descansar como si fuese un pájaro,
y flotó por el aire cual si fuese un príncipe,
y terminó en el suelo como un bulto alcohólico.
Murió a contramano entorpeciendo el sábado.



sábado, 7 de julio de 2018

Y también ese (por Neftalí Beltrán)


Ese niño soy yo.
Ese niño con un gato en las manos
soy yo.
Ese niño en un grupo de familia
soy yo.
Y soy también el adolescente
que mira al jardín desde una reja
y soy el retrato de un poeta
que figura en antologías,
y ese señor que contempla el mundo
desde el Pan de Azúcar
y ese hombre en el balcón
que tiene atrás la ciudad de Varsovia
y también ese viejo
sentado en una roca
frente al mar de Trieste.
Todo eso soy yo
y sólo de pensarlo
no sé ni qué pensar.


viernes, 6 de julio de 2018

Me adoptarán (por Jules Renard)


Los encuentro después de atravesar una llanura caldeada por el sol.

A causa del ruido no habitan a orillas del camino. Viven en los campos sin cultivar, junto a una fuente que sólo conocen los pájaros.

Parecen impenetrables, desde lejos. Apenas me acerco, sus troncos se desenlazan. Me reciben prudentemente. Puedo descansar ahí, refrescarme; pero compruebo que me observan con desconfianza.

Viven en familia, los más viejos en medio, y los pequeños, aquellos cuyas primeras hojas acaban de nacer, un poco diseminados, pero sin apartarse nunca.

Su muerte es prolongada y conservan a sus muertos en pie, hasta que caen hechos polvo.

Se acarician con sus largas ramas, para asegurarse de que todos están allí, como los ciegos. Gesticulan coléricos si el viento empuja para arrancarlos. Pero entre ellos no hay ninguna disputa. Si murmuran, lo hacen de acuerdo.

Los tengo por mi verdadera familia. Pronto olvidaré a la otra.

Me adoptarán poco a poco estos árboles y, para merecerlo, aprendo lo que es necesario saber:

-Ya sé mirar las nubes que pasan.
-Sé quedarme en mi lugar.
-Y casi sé ya callarme.


jueves, 5 de julio de 2018

Sin luces ni colores (por Wislawa Szymborska)


Un poeta lee poemas a unos ciegos.
No se imaginaba que fuera tan difícil.
Le tiembla la voz.
Le tiemblan las manos.

Siente que cada frase
debe superar la prueba de la oscuridad.
Tendrá que arreglárselas solo,
sin luces ni colores.

Peligrosa aventura
para las estrellas de sus poemas,
para la aurora, el arco iris, las nubes, las bombillas de neón, la luna,
para los peces hasta ahora tan plateados bajo el agua
y el halcón tan silenciosamente alto en el cielo.

Lee -porque ya es demasiado tarde para no hacerlo-
sobre el niño de la cazadora amarilla en el verde prado,
sobre los rojos tejados visibles en el valle,
sobre los vivaces números en las camisetas de los jugadores
y sobre una mujer desnuda tras una puerta entreabierta.

Quisiera omitir -aunque eso no es posible-
todas esas imágenes en la bóveda de la catedral,
aquel gesto de despedida desde la ventana del vagón,
la lente del microscopio y el destello en el anillo,
y las pantallas y los espejos y el álbum con caras.

Pero es grande la cortesía de los ciegos,
grandes su comprensión y su generosidad.
Escuchan, sonríen, aplauden.

Alguno de ellos incluso se acerca,
llevando un libro abierto al revés,
para pedir un autógrafo invisible.



miércoles, 4 de julio de 2018

Arcas (por Saiz de Marco)


qué bueno que haya la palabra alegría,
la palabra emoción,
la palabra ilusión,
la palabra entusiasmo

qué estupendo que sean voces con un sentido, formas de nombrar algo

qué suerte disponer de esas arcas sonoras,
posibles,
pronunciables

para encontrar motivos,
para tener con qué, de qué llenarlas



martes, 3 de julio de 2018

Como círculos en el agua (por Zbigniew Herbert)


Torres góticas de agujas en un valle cortado por el torrente
cerca de Mount Tamalpais en niebla densa como la furia
y el éxtasis del océano

en esta reserva de gigantes exhiben el corte de un árbol
un tocón color de cobre de occidente
con anillos regulares como círculos en el agua
algún perverso garabateó aquí las fechas de la historia humana
a una pulgada del centro arde Roma en el reinado de Nerón
en la mitad la batalla de Hastings la expedición nocturna de los drakkars
anglosajones con pánico la muerte del desafortunado Harold
trazada con un compás
finalmente cerca de la orilla de la corteza el desembarco en Normandía

el Tácito de este árbol era un geómetra que no sabía de adjetivos
no sabía la sintaxis del terror no sabía palabra alguna
así que contó añadió años y siglos como para decir
no hay nada
excepto nacimiento y muerte sólo nacimiento y muerte
y adentro la médula ensangrentada de la secuoya


lunes, 2 de julio de 2018

Por la Ciudad del Pasado (por Estela Figueroa)


Durante muchas noches de insomnio
he vagado
aterida
por la Ciudad del Pasado.

No llevaba planos
no llevaba guía
no llevaba lámpara.

Como sonámbula
esquivaba los peligros.
Como a forastera
ellos me asaltaban.

Bellos rostros que se abrían como flores
cuerpos del amor…
No pude encontrar mi casa.

Esa Ciudad por la que vagué
fue moldeada
con grandes emociones
con grandes deseos.

Así también
de grande
es su cementerio.


domingo, 1 de julio de 2018

No pensamos en esto (por Jorge Aulicino)


Nadie mejor que el fresno imita al fresno. Repite
los dibujos su corteza. Un programa binario
los maneja. Este fresno no es idéntico al otro,
pero seguramente iguales variaciones del
dibujo podrán ser encontradas en distintos
fresnos. No pensamos en esto al mirar los fresnos.
Una hoja nada más caída al barro es un mundo
indescriptible, sobre todo en el instante en que
diversas tormentas moleculares comienzan
en la superficie al entrar en contacto con el
barro. Nadie cree que todo lo que sucede
en ese único segundo puede ser narrado.
Nada de un mísero instante puede ser narrado.
Nada, pintado. Sombras doradas las palabras
se tienden sobre el río y le dibujan cortezas
de aquel fresno, que no le rozan la superficie.
Colecciones de poemas entran y salen por
sus bocas, y por las bocas de sus poros y de
sus células. El río da que hablar, pero en la
realidad profunda donde hubo una explosión gris
que le dio nacimiento nadie entra, el río sólo
permite que hagamos las sinuosas realidades,
poemas que no nacen de él y que nos llevan a
remar en cierto cielo de pintura oriental,
como entre camalotes no sostenidos por el
agua sino por la tela blanda de la página,
con microscópicas briznas de corteza que la
amarronan en conjunto, pero son de cerca
puntos oscuros, canoas entre poros, breves
embudos del agua blanca, neutra, resultado
del litigio que hace años mantenemos con el
río pacífico pero inabordable, como
si de materia no fuera.