Lo fabricó el hombre, lo fabricó a su imagen y semejanza,
y es una gran congoja y un hombre inmenso que continúa a todos los hombres
con todos los hombres muy hombres hacia lo infinito, un sueño, todo un sueño
o un triángulo que se diluye en las estrellas claras.
¡Cuánto dolor necesitó la tierra para crearte, Dios, para crearte!
—¡cuánto dolor!—. ¡Gesto de la angustia del mundo, enfermedad de la materia y enorme — enorme manía de enormidades!
Aquella gran caricatura humana, Dios, llena los cielos vacíos, las tristes conciencias y las congojas grandes y su voz de cadáver neutro resume
y suma, para el hombre, todos los gemidos de las cosas y, además, lo otro lejano, en su actitud corriente y desconcertante como palabras de mujer
o niño ingenuo. Dios malo, Dios bueno. Dios sabio, Dios necio; y Dios que
tiene pasiones y gestos, virtudes y vicios, mancebas o hijastros adulterinos
y oficina como un boticario, como un peluquero cualquiera.
Por él, sólo por él la tierra escupió los cándidos frutos de la tierra,
y el hombre negó al mundo enorme, cuando negó al mundo; ¿quién fue, quién fue jamás, quién fue más amado que él? ¡Él y sólo él fue lo más amado
y no era nada, nadie, nunca, nunca, nunca fue, nunca, nunca, nunca!...
Tragedia de Dios por Dios y la mayor infamia de los siglos, la mentira y la patada fenomenal a los derechos de la vida.
Dios contestó sonriendo, contestó Dios en Dios las más tremendas,
las más oscuras, las más funestas interrogaciones y la gran pregunta de las cosas;
pero las más tremendas, las más oscuras, las más funestas interrogaciones y la gran pregunta de las cosas aún, aún no han sido contestadas,
todavía, todavía no han sido contestadas; Dios aplastó la tierra (¡oh hipopótamo sagrado!) con las patas inmundas y hoy las huellas perduran sobre los caminos y la panza trágica de los mundos.
Ennegreció y emputeció la vida con la pintura negra de los sueños y orinó la dignidad del hombre.
Dios, por lo único que te admiro es porque no existes... "¡Dios!,
¡Dios!...,", aúllan los pueblos y las viejas, las viejas y los pueblos por las llanuras teológicas... ¡Callad!..., idiotas, callad..., callad... Dios sois
vosotros.
Gran ala absurda, Dios se extiende sobre la nada.