zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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domingo, 31 de diciembre de 2017

Lento cuerpo sin nombre y sin edades (por Fernando del Paso)


Cuerpo de lento, tardo entendimiento:
tarde te has descubierto, cuerpo amado;
largo tu sueño ha sido desdichado,
breve tu amor, tu aprendizaje lento.

Solo en tu desolado pensamiento
y al rencor de ti mismo abandonado
tarde aprendiste a amarte, tarde has dado
muerte a tu olvido y a tu vida aliento.

Lento cuerpo sin nombre y sin edades,
cuerpo de lentitud impronunciable:
deja que larga, dulce, lentamente,

y cuerpo a cuerpo, acariciadamente,
en una soledad inacabable
se junten nuestras lentas soledades.


sábado, 30 de diciembre de 2017

Ambos centros se buscan (por Roberto Juarroz)


El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.
Ambos centros se buscan entonces
como dos animales atribulados.
Pero casi nunca se encuentran,
porque la clave de la coincidencia es otra:
nacer juntos.
Nacer juntos,
como debieran nacer y morir
todos los amantes.



viernes, 29 de diciembre de 2017

Y ya (por Miron Białoszewski)


Miro a Janek con el tubo de oxígeno
dormita
¿que pasará?
todavía todavía
pienso
cuándo será
llego
le miro con el tubo de oxígeno
dormita
cuándo será
todavía todavía
me voy para un momento
volveré todavía
pregunto por teléfono
—¿qué pasa con Janek?
y ya.


jueves, 28 de diciembre de 2017

Pérdidas (por Kay Ryan)


La mayoría de las pérdidas agregan algo-
un nuevo hueco o un silencio,
un espacio en un personal
archipiélago de islas.

Tenemos esa diferencia
a donde ir – en sí misma
una sucesión de posibilidades.

Pero hay otras pérdidas
tanto más allá de nuestro conocimiento
que dejan sólo agujeros
en los agujeros

como el fin de las
largas y solitarias vidas
de los náufragos
creídos muertos por error.


miércoles, 27 de diciembre de 2017

Se necesitaba una catedral (por Julian Przyboś)


Para recuperar la inspiración
capaz de confesar el oculto
amor, remoto, a punto de desaparecer,
se necesitaba una catedral. La estoy mirando:
tus ojos la habían llenado de luz,
detenida en sus arcos.
Así se creó el espacio. Lo ha bordeado la piedra
inmovilizándolo.

El tiempo pesaba como una roca.
Lo levanté en vilo, estoy de nuevo aquí,
resucité por un instante y otra vez estoy
como había estado, ocurro en lo antes ocurrido.
Veo: el espacio luminoso
se vino abajo, quebrándose;
con mis pasos resuenan las piedras,
otras y otras más,
la nave regresa a la roca.
La misma y no la idéntica catedral,
la de cuya luz se apoderó el muro
está aquí
y ya no es más que real.

Aplastado por las piedras contemplo la nada.

Es tan palpablemente inconcebible
la catedral
como el peso de la montaña sobre el pecho,
como la derrota.
La contemplo hasta que el arco más alto
se arrodille ante mi tristeza.

El corazón de una campana tembló,
empezando a latir, rítmicamente.


martes, 26 de diciembre de 2017

Sé la hierba (por Cristina Rossetti)


Cuando esté muerta, mi amor,
no cantes tristes canciones para mí,
no plantes rosas en mi cabeza
ni sombríos cipreses:
Sé la hierba verde sobre mí,
con rocíos y gotas mójame;
y si te marchitas, recuerda;
y si te marchitas, olvida.

Ya no veré las sombras,
no sentiré la lluvia,
no escucharé al ruiseñor
cantando su dolor:
Y soñando a través del crepúsculo
que no crece ni desciende,
felizmente podría recordar,
y felizmente podría olvidar.


lunes, 25 de diciembre de 2017

Amor dormido (por Jorge Guillén)


Dormías, los brazos me tendiste y por sorpresa
rodeaste mi insomnio. ¿Apartabas así
la noche desvelada, bajo la luna presa?
Tu soñar me envolvía, soñado me sentí.


domingo, 24 de diciembre de 2017

Una balada de entierro (por Rudyard Kipling)


Si justo aquí he de morir,
solemnemente debo pedirte
que tomes lo que resta de mí
hacia las colinas por el bien del viejo bien.
Amortájame en el mismo fondo,
en el mismo hielo usado para apagar,
aquel mismo que bebí cuando estaba seco.
—Observa esto para el bien del viejo bien—

Corre hacia la estación de trenes,
hacia Umballa pide sólo un billete de ida,
no me preocupa el retraso o las sacudidas.
Descansaré alegremente del rencor
de los coolies y su clamor;
así envuelto de mi dignidad
envíame lejos para el bien del viejo bien.

Luego de la soñolienta Babu despierta,
reserva para cuatro un camión.
Pocos, creo, desearán viajar
en mi lóbrega compañía,
como antiguamente hacían.
Necesitaré un descanso especial,
algo que nunca antes tomé,
consíguemelo para el bien del viejo bien.

Después de eso, debes disponerlo todo,
no seré huésped de ningún hotel,
ni la espina del buey me soportaría,
dura es la espalda y áspera la soga,
las cuerdas de Toga son frágiles y delicadas.
Haz un asiento y ponme allí,
en una cómoda cuerda flexible,
haz lo posible para el bien del viejo bien.

Después de esto, tu trabajo está hecho.
Recuérdale al sacerdote un lamento
por la partida del querido muerto,
sacude el polvo y las cenizas al viento.
No me bajes de inmediato, confío
en una excusa que me brinde tres días.
Luego embriágate por el bien del viejo bien.

No podría soportar los llanos,
¡piensa en el ardor de junio y mayo!,
¡piensa en las lluvias de septiembre!
¡Todo sobre mí hasta el día del juicio!
Nunca debería descansar en paz,
debería yacer despierto y sudar.
Bájame, entonces, hacia mi lecho,
a las colinas por el bien del viejo bien.



sábado, 23 de diciembre de 2017

Violeta de los Andes (por Nicanor Parra)


Dulce vecina de la verde selva
Huésped eterna del abril florido
Grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra

Jardinera
locera
costurera
Bailarina del agua transparente
Árbol lleno de pájaros cantores
Violeta Parra

Has recorrido toda la comarca
Desenterrando cántaros de greda
Y liberando pájaros cautivos
Entre las ramas

Preocupada siempre de los otros
Cuando no del sobrino
de la tía
Cuándo vas a acordarte de ti misma
Viola piadosa

Tu dolor es un círculo infinito
Que no comienza ni termina nunca
Pero tú te sobrepones a todo
Viola admirable

Cuando se trata de bailar la cueca
De tu guitarra no se libra nadie
Hasta los muertos salen a bailar
Cueca valseada

Cueca de la Batalla de Maipú
Cueca del Hundimiento del Angamos
Cueca del Terremoto de Chillán
Todas las cosas

Ni bandurria
ni tenca
ni zorzal
Ni codorniza libre ni cautiva

solamente tú
tres veces tú
Ave del paraíso terrenal

Charagüilla gaviota de agua dulce
Todos los adjetivos se hacen pocos
Todos los sustantivos se hacen pocos
Para nombrarte

Poesía
pintura
agricultura
Todo lo haces a las mil maravillas
Sin el menor esfuerzo
Como quien se bebe una copa de vino

Pero los secretarios no te quieren
Y te cierran la puerta de tu casa
Y te declaran la guerra a muerte
Viola doliente

Porque tú no te vistes de payaso
Porque tú no te compras ni te vendes
Porque hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis

¡Porque tú los aclaras en el acto!

Cómo van a quererte
me pregunto
Cuando son unos tristes funcionarios
Grises como las piedras del desierto
¿No te parece?

En cambio tú
Violeta de los Andes
Flor de la cordillera de la costa
Eres un manantial inagotable
De vida humana

Tu corazón se abre cuando quiere
Tu voluntad se cierra cuando quiere
Y tu salud navega cuando quiere
Aguas arriba!

Basta que tú los llames por sus nombres
Para que los colores y las formas
Se levanten y anden como Lázaro
En cuerpo y alma

¡Nadie puede quejarse cuando tú
Cantas a media voz o cuando gritas
Como si te estuvieran degollando
Viola volcánica!

Lo que tiene que hacer el auditor
Es guardar un silencio religioso
Porque tu canto sabe adónde va
Perfectamente

Rayos son los que salen de tu voz
Hacia los cuatro puntos cardinales
Vendimiadora ardiente de ojos negros
Violeta Parra

Se te acusa de esto y de lo otro
Yo te conozco y digo quién eres
¡Oh corderillo disfrazado de lobo!
Violeta Parra

Yo te conozco bien
hermana vieja
Norte y sur del país atormentado
Valparaíso hundido para arriba
¡Isla de Pascua!

Sacristana cuyaca de Andacollo
Tejedora a palillo y a bolillo
Arregladora vieja de angelitos
Violeta Parra

Los veteranos del setenta y nueve
Lloran cuando te oyen sollozar
En el abismo de la noche oscura
¡Lámpara a sangre!

Cocinera
niñera
lavandera
Niña de mano
todos los oficios
Todos los arreboles del crepúsculo
Viola funebris

Yo no sé qué decir en esta hora
La cabeza me da vueltas y vueltas
Como si hubiera bebido cicuta
Hermana mía

Dónde voy a encontrar otra Violeta
Aunque recorra campos y ciudades
O me quede sentado en el jardín
Como un inválido

Tu delantal estampado de maqui
¡Río Cautín!
¡Lautaro!
¡Villa Alegre!
¡Año mil novecientos veintisiete
Violeta Parra!

Pero yo no confío en las palabras
¿Por qué no te levantas de la tumba
A cantar
a bailar
a navegar
En tu guitarra?

Cántame una canción inolvidable
Una canción que no termine nunca
Una canción no más
una canción
Es lo que pido

Qué te cuesta mujer árbol florido
Álzate en cuerpo y alma del sepulcro
Y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra

Esto es lo que quería decirte
Continúa tejiendo tus alambres
Tus ponchos araucanos
Tus cantaritos de Quinchamalí
Continúa puliendo noche y día
Tus toromiros de madera sagrada
Sin aflicción
sin lágrimas inútiles
O si quieres con lágrimas ardientes
Y recuerda que eres
Un corderillo disfrazado de lobo


viernes, 22 de diciembre de 2017

Y fue por eso que volví (por Matilde Campilho)



Él dijo que yo necesitaba volver
porque yo era su familia
dijo que los pajaritos
estaban comenzando otra vez
con aquella entonación extraña
que podría ser vista como triste
o como bastante maravillosa
tú necesitas volver él dijo
algunas acacias se están entregando
al abandono o a la desesperación
y la pescadería fue atacada
por una enorme inundación
por favor vuelve ve si vuelves
esta mañana el taxista estuvo
recorriendo todas las estaciones
de radio hasta encontrar una noticia
no hay noticias de ti en la ciudad
hazme un favor y vuelve
está ocurriendo una revolución
quieren retirar al primer ministro
de su silla empedernida
quieren incendiar las calles
quieren mejorar la estructura
de la campana que marca el mediodía
en la garganta de Antoñito
anda ve si vuelves fue lo que él dijo
tú eres mi familia es imposible
presenciar la transición del invierno
a la primavera sin familia cerca
y cómo hago para comprar lollypops
si tú no me estás esperando
allá afuera del lado de afuera en tu coche
jugando con las vibraciones del motor
mientras yo estoy tamborileando mis
dedos sobre el mostrador de madera
de la abacería donde siempre compro
lollypops de naranja o de fresa
tú y yo siempre encontramos un modo
de sincronizar nuestros compases
yo toco cuatro veces en el mostrador
tú aceleras cuatro veces el motor
la familia es eso mismo: dos vaqueros
fintando la gravedad y la monotonía
venga dime si vuelves o si no vuelves
la semana pasada noté
que las plantaciones de maíz
están comenzando a expandirse
no me digas que eso no te seduce
fue lo que él dijo eso mismo
la plantación que se expande te seduce
él dijo que yo necesitaba volver
que tal vez yo debiese ordenar
mi maleta dejar mi empleo
mete todo en tu maleta
no olvides tu camisa blanca
no olvides tu flauta de hueso
no olvides no te cortes el pelo
coloca todo en esa maleta
y si tienes tiempo tráeme siete buzios
vuelve dime que vuelves
fíjate que es la época de las migraciones
y que tú siempre acompañaste
a los colibrís y los pingüinos
ya basta de inscribirse
en ese campeonato del desapego
tú siempre pierdes ya deberías saberlo
él dijo que yo debería volver
que en el restaurante de doña Celia
estaban sirviendo un tipo de pan
diferente del habitual
que en el parque de diversiones
estaban montando un rollo nuevo
que en la cueva de los leones ya no vive
nadie absolutamente nadie
que están comenzando una revolución
tú necesitas volver fue lo que él dijo
vuelve por favor mi amor vuelve para casa
entonces yo hice la maleta y fue por eso que
volví — yo volví porque me llamaron.



jueves, 21 de diciembre de 2017

Ámsterdams (por Saiz de Marco)



Tuve que cambiar de avión en Ámsterdam

Durante una hora recorrí pasillos
siempre a paso ligero subí y bajé escaleras
compré algo de beber
leí indicaciones
puede que algún anuncio
pasé el control de nuevo en aquel aeropuerto
y monté en el avión

Así que formalmente he estado en Ámsterdam

Pero nada conozco de puentes sobre el Ámstel
de canales con barcos
de campos de colores
llenos de tulipanes y molinos de viento

Tras despegar
mientras iba el avión tomando altura
pensé en mis Ámsterdams de tránsito y trasbordo
en todos esos Ámsterdams donde estuve y no estuve
donde no llegué a entrar
que apenas si rocé
que no hice míos

los invividos Ámsterdams en medio de la ruta
que crucé sin cruzarlos

Mientras iba alejándome
sentado en el avión (y ahora mismo también)
me acordé de mis muchos
mis demasiados Ámsterdams


miércoles, 20 de diciembre de 2017

Ya es invierno (por José Lupiáñez)


Sobre las tejas el verdín progresa.
El cielo está muy gris, pero la lluvia
ha cesado un instante. Hace frío
y los pájaros todos tiritan escondidos
entre las frondas...
En las ramas heladas de los árboles
las gotas milagrosas se transforman en perlas.
Un vaho azul escapa de la tierra.
Al fondo, las montañas se ocultan recelosas
en las nubes más bajas.
El alma reconoce estos paisajes,
a los que fue marcando, a través de los siglos,
la vida con su drama; estos valles que guardan
en su entraña, con celo, rescoldos de la historia.
Ya es invierno y desde las techumbres
de las casas de piedra
asciende el humo denso de los viejos hogares.
Yo arrimo el leño al fuego que caldea mi rostro
y siento que las llamas, crepitando, me avisan
de que la vida es breve.


martes, 19 de diciembre de 2017

¿Europicidio? No, gracias


zUmO dE pOeSíA no es un blog político. Sin embargo, ante el embate nacionalista ZdeP no puede callar.

El nacionalismo es históricamente la principal lacra destructiva y generadora de sufrimiento.

La disgregación territorial que comporta (pequeños grupos separados pugnando, cada uno, por su interés) amenaza a todos los seres humanos, como espeluznantemente se vio en Europa en 1914 y 1939.

La progresiva unidad común pretendida después de 1945 por la CEE, ahora UE, está amenazada actualmente por nacionalismos que harían del continente un mosaico ingobernable de miniestados.

Ello comportaría un grave retroceso para este espacio de libertades frente a potencias no democráticas (pero amplias y compactas) que buscan someter a Europa.

Los nacionalismos son, por tanto, el talón de aquiles de Occidente.

En Cataluña hay completa paridad de derechos sociales, civiles y políticos con los demás ciudadanos y territorios de España, y pleno respeto a su lengua, su cultura y su creatividad. No existe discriminación alguna, ni individual ni colectiva.

Así pues, el ideario independentista carece de justificación y constituye un irresponsable cóctel de mezquindad, egoísmo y regresión.

Sorprende más, si cabe, que gentes que se dicen de izquierdas (pero que obviamente no lo son) defiendan tan indigno despropósito.

zUmO dE pOeSíA anima por ello a no apoyar electoralmente el próximo día 21, en Cataluña, a las opciones que propugnan la segregación y fronterización.



Lo que todo amante aprende (por Archibald MacLeish)


El agua es plateada sobre la piedra.
El agua es plateada sobre el rechazo de la piedra.
No cae. Llena.
Fluye en cada grieta,
en cada falla de la piedra,
en cada hueco.
El río no corre.
El río presiona su pesado yo plateado
hacia la piedra, y la piedra lo rehúsa.

Lo que corre,
lo que se arremolina y salta hacia el sol,
es el rechazo de la piedra por el río, no el río.



lunes, 18 de diciembre de 2017

De echar la Historia para atrás


zUmO dE pOeSíA no es un blog político. Sin embargo, ante el embate nacionalista ZdeP no puede callar.

El nacionalismo es históricamente la principal lacra destructiva y generadora de sufrimiento.

La disgregación territorial que comporta (pequeños grupos separados pugnando, cada uno, por su interés) amenaza a todos los seres humanos, como espeluznantemente se vio en Europa en 1914 y 1939.

La progresiva unidad común pretendida después de 1945 por la CEE, ahora UE, está amenazada actualmente por nacionalismos que harían del continente un mosaico ingobernable de miniestados.

Ello comportaría un grave retroceso para este espacio de libertades frente a potencias no democráticas (pero amplias y compactas) que buscan someter a Europa.

Los nacionalismos son, por tanto, el talón de aquiles de Occidente.

En Cataluña hay completa paridad de derechos sociales, civiles y políticos con los demás ciudadanos y territorios de España, y pleno respeto a su lengua, su cultura y su creatividad. No existe discriminación alguna, ni individual ni colectiva.

Así pues, el ideario independentista carece de justificación y constituye un irresponsable cóctel de mezquindad, egoísmo y regresión.

Sorprende más, si cabe, que gentes que se dicen de izquierdas (pero que obviamente no lo son) defiendan tan indigno despropósito.

zUmO dE pOeSíA anima por ello a no apoyar electoralmente el próximo día 21, en Cataluña, a las opciones que propugnan la segregación y fronterización.



El instinto de la esperanza (por John Clare)


¿Hay otro mundo para que este frágil polvo
se entibie con vida y vuelva a ser él mismo?
Algo en mí responde a diario que sí,
¿y por qué el instinto habría de alimentar las esperanzas en vano?
Esta es la profecía de la naturaleza: así será,
y todo parece esforzarse por explicar
el sellado volumen de su misterio.
El tiempo que marcha hacia delante mantiene su paso
como aparentemente ansioso de eternidad,
deseoso de encontrar esa calma, ese lugar de descanso.
Incluso la pequeña violeta percibe un poder futuro
y espera renovar cada año sus pétalos.
¿Y sin duda el hombre no es inferior a la flor
como para morir indigno de una segunda primavera?



domingo, 17 de diciembre de 2017

A paso de cangrejo


zUmO dE pOeSíA no es un blog político. Sin embargo, ante el embate nacionalista ZdeP no puede callar.

El nacionalismo es históricamente la principal lacra destructiva y generadora de sufrimiento.

La disgregación territorial que comporta (pequeños grupos separados pugnando, cada uno, por su interés) amenaza a todos los seres humanos, como espeluznantemente se vio en Europa en 1914 y 1939.

La progresiva unidad común pretendida después de 1945 por la CEE, ahora UE, está amenazada actualmente por nacionalismos que harían del continente un mosaico ingobernable de miniestados.

Ello comportaría un grave retroceso para este espacio de libertades frente a potencias no democráticas (pero amplias y compactas) que buscan someter a Europa.

Los nacionalismos son, por tanto, el talón de aquiles de Occidente.

En Cataluña hay completa paridad de derechos sociales, civiles y políticos con los demás ciudadanos y territorios de España, y pleno respeto a su lengua, su cultura y su creatividad. No existe discriminación alguna, ni individual ni colectiva.

Así pues, el ideario independentista carece de justificación y constituye un irresponsable cóctel de mezquindad, egoísmo y regresión.

Sorprende más, si cabe, que gentes que se dicen de izquierdas (pero que obviamente no lo son) defiendan tan indigno despropósito.

zUmO dE pOeSíA anima por ello a no apoyar electoralmente el próximo día 21, en Cataluña, a las opciones que propugnan la segregación y fronterización.




Respirando niebla (por Carmen Boullosa)


Hay en el aire el retardo de la niebla.
Hay en los árboles la tersura de la niebla, la suavidad,
y en el río la pausa de la niebla.
Todo duerme respirando niebla.
El sueño del zorro es suave pausa retardando.
El sueño del lobo es sólo niebla.
La niebla sueña con ríos inmóviles, amedrentados.
El pez no duerme.
El hombre cava al pie de la montaña,
junto a los árboles, cerca del río,
lejos de los caminos, al ritmo suave de la niebla.
Hay en el aire...
El pez no duerme.
El hombre sería alboroto, ventarrón, pero cava en silencio,
obedece a la niebla.
Cava.
Los matorrales bruscos le dan la espalda.
No hay gota de sudor sobre su cuerpo.
La niebla ocupa al momento la tierra desterrada.
El hombre es más de tierra que la tierra,
claro de sal o mansedumbre,
piedra de río a quien menea la niebla, piedra flexible,
serena como es sereno el desierto,
como los bosques de algas,
y como ambos iracundas flechas lentísimas apuntando al forastero
silenciosas
(¿a quién acepta el alga o el desierto?).
El hombre viste niebla.
Lo protege la noche y una vela encendida
donde danzan su muerte los mosquitos festivos.
Lo alumbran los tímidos cocuyos.



sábado, 16 de diciembre de 2017

Sin que nadie se entere (por Juan Carlos Bayona)



Hay pájaros que mueren sin que nadie se entere

La pendiente de las tejas los arrastra

a un lecho de metal oscuro y frío

y allí se van quedando quietos

bajo una lluvia que les recuerda el cielo


¿Quién se acuerda de ellos?

Quizás los árboles en la noche, los pregunten

o tal vez el aire los eche de menos

Porque nosotros

nosotros no extrañamos nada que no haya sido nuestro



viernes, 15 de diciembre de 2017

Sobre la tierra -haikus- (por Rafael Baldaya)



La luna sobre
los columpios, las calles,
los cementerios...

La luna sobre
los tucanes, las hienas,
los escorpiones...

La luna sobre
Moisés, Buda, Confucio,
Jesús, Mahoma...

La luna sobre
Nagasaki, Berlín,
Pearl Harbour, Auschwitz...

La luna sobre
los lagartos gigantes
y los robots.

Sobre la tierra
y todos sus bichitos,
siempre la luna.



jueves, 14 de diciembre de 2017

Y ni siquiera avisan (por Aitor Suárez)


Siempre creyendo que el norte estaba fijo

quieto en el norte

anclado en el norte

pero de pronto

el norte está en el este

el oeste está en el sur

cambian de sitio

mutan

se mudan de pronto

de improviso

inesperadamente

porque así lo deciden

y ni siquiera avisan

tú creyendo saber dónde está cada uno

tú cogido a tu brújula

y ellos venga a moverse

este se pone donde estaba aquel

se pasa al lado opuesto

a otro ángulo del mapa

austral ahora es arriba

septentrional abajo

oriente es occidente

y así no hay quien se aclare

¿quién no se perderá

quién podrá no perderse subido en la canoa

de su vida o periplo cuando se alborotaron

los puntos cardinales?



miércoles, 13 de diciembre de 2017

Cada uno tomó su camino (por George Gerbert)


Cuando mi devoción no pudo perforar
tus oídos silenciosos,
entonces mi corazón se rompió, como mis versos:
mi pecho estaba lleno de desorden y miedo.

Mis pensamientos, como un arco quebradizo,
volaron por los cuatro vientos,
cada uno tomó su camino: algunos al placer,
otros a la guerra y al trueno.

Por ello mi alma está fuera de visión,
muda, sin ataduras:
mi débil espíritu, incapaz de mirar de frente,
cuelga descontento, como una flor mordida.

Oh, anima y aclara mi pecho sin corazón,
no postergues el tiempo;
que tus favores concedan mi pedido:
ellos y mi mente pueden repicar
y sanar mis versos.

martes, 12 de diciembre de 2017

Los dos juntos (por ¿? -Anónimo polinesio-)


¡Ay! Envejecemos, mi amor,
los dos.

Los dos por cierto juntos, mi amor,
cuando los dos éramos niños,
cuando jugábamos juntos en el mar.

Los dos por cierto juntos, mi amor,
cuando hacíamos nuestras caminatas juntos
mientras íbamos creciendo.

Los dos por cierto juntos, mi amor,
cuando tus pechos eran firmes y redondeados,
cuando tus pechos se combaron en la maternidad.

Los dos por cierto juntos, mi amor,
cuando tu pelo flotaba bajando por tu espalda,
cuando tu cuerpo era fuerte y viril.

Los dos por cierto juntos, mi amor,
cuando nuestros cuerpos envejecieron y se afinaron,
como un lenguado descansando en el fondo.

Los dos juntos por cierto, mi amor,
cuando tan debilitados que nos sentábamos apartados,
tan débiles que sólo podíamos pasar las horas descansando.

Los dos juntos por cierto, mi amor,
cuando nuestros tenues ojos miran a los neblinosos cielos,
cuando la visión falla en captar su esplendor.
Ah, ¿adónde me lleva Dios?



lunes, 11 de diciembre de 2017

Agradéceselo (por Raymond Carver)



A la edad que tú tienes,
casi toda la gente que admiras ya había muerto;
a la edad que tú tienes
ser un superviviente es un milagro
(como a cualquier edad, por otra parte)
y dormir como duermes,
de un tirón la noche entera
casi todas las noches, un milagro aún mayor.
Agradéceselo a un Dios desconocido
y que tal vez no existe,
pero que siempre te ha mirado con amor;
pídele que siga sosteniéndote,
alto sobre el abismo,
por algún tiempo más,
con su mano de ausencia y niebla y nada.


domingo, 10 de diciembre de 2017

La próxima vez que escuches a Borodin (por Charles Bukowski)


La próxima vez que escuches a Borodin
recuerda que sólo era un químico
que escribía música para relajarse,
su casa estaba llena de gente:
estudiantes, artistas, borrachos, vagabundos,
y él nunca sabía cómo decir no.
la próxima vez que escuches a Borodin
recuerda que su esposa usaba sus composiciones
para forrar la caja del gato
o para cubrir jarras de leche agria;
ella tenía asma e insomnio
y lo alimentaba con huevos hervidos
y cuando él quería taparse la cabeza
para acallar los sonidos de la casa
ella sólo le permitía usar la sábana,
además, siempre había alguien en la cama de él
(dormían separados, cuando dormían)
y como todas las sillas solían estar ocupadas
a menudo dormía en la escalera
envuelto en un viejo chal;
ella le decía cuándo cortarse las uñas,
no cantar, o silbar, o poner demasiado
limón en el té, o apretarlo con una cucharilla.
Sinfonía n° 2 en Si menor.
Príncipe Igor.
En las Estepas de Asia Central.
él sólo podía dormir poniéndose un
pedazo de trapo oscuro sobre los ojos.
en 1887 concurrió a un baile
en la Academia de Medicina
vestido con el traje de fiesta nacional
al final, parecía excepcionalmente alegre
y cuando cayó al suelo

creyeron que se hacía el payaso.
la próxima vez que escuches a Borodin,
recuerda…


sábado, 9 de diciembre de 2017

Ved la chispa (por Emily Dickinson)


De las almas creadas
supe escoger la mía.
Cuando parta el espíritu
y se apague la vida,
y sean Hoy y Ayer
como fuego y ceniza,
y acabe de la carne
la tragedia mezquina,
y hacia la Altura vuelvan
todos la frente viva,
y se rasgue la bruma...
yo diré: Ved la chispa
y el luminoso átomo
que preferí a la arcilla.



viernes, 8 de diciembre de 2017

Racional mente (por Rafael Baldaya)



ninguno de ellos es tenido por loco

sensatamente están en la trinchera

racionalmente trafican con esclavos

desde lo lúcido mi patria, mi bandera

con gran cordura guillotinan a otros

serenamente organizan ejércitos

gente madura, cerebralmente sana, establece colonias, funda protectorados

lógicamente acumulan misiles

los humanos cabales, no hablamos de psicóticos (según diagnosis, tampoco de psicópatas)

y en fin todo esto

que se reseña sobre nosotros mismos

cuanto es narrable sobre la estirpe humana

cuanto es descrito

cuanto es claro que hacemos 


es pleno raciocinio

clínicamente es puro 

equilibrio mental



jueves, 7 de diciembre de 2017

Con una grieta incómoda (por Mabel Bellante)


Lo difícil de mi cara brota de un corazón
alérgico a la nada.
Desde que me apropié de aquel atardecer que
nunca tuvo algo que ver con las estrellas
duermo con una grieta incómoda entre los brazos
y el alma anudada a relojes detenidos.
Aún hoy, por momentos, soy un pozo por donde
se siguen yendo mis cosas.
Pero permanezco erguida entre la fuerza
del horizonte claro: me falta saber cuál es
la mirada de ojos cerrados, pisar el tramo superior
de la escalera de incendios, y vivir esa transmutación de lo imposible en posible
que el mismísimo amor
ha reservado para nombrarme.



miércoles, 6 de diciembre de 2017

El ciudadano de tu ausencia (por Juan Gelman)



Solo de ti, lleno de ti,
esta tarde a las 7,
el ciudadano de tu ausencia
se palpaba la cara, la voz, los papelitos,
de veras comprobando
que tus ruidos andaban por sus huesos
y en general que te habías ido.
Golpeó puertas, teléfonos.
La gran ciudad estaba equivocada sin tu pelo,
señora, y él sentía tirones detrás del corazón.

A lo mejor era el tabaco,
de todos modos yo soy otro:
un pedazo de ti,
alguien a quien castigan puertas, ruidos,
teléfonos,
y, andá a saber por qué,
toda la parentela de la muerte.



martes, 5 de diciembre de 2017

Yo mismo soy el animal extraño (por Antonio Gamoneda)


Un animal oculto en el crepúsculo me vigila y se apiada de mí. Pesan las frutas corrompidas, hierven las cámaras corporales. Cansa atravesar esta enfermedad llena de espejos. Alguien silba en mi corazón. No sé quién es pero entiendo su sílaba interminable.

Hay sangre en mi pensamiento, escribo sobre lápidas negras. Yo mismo soy el animal extraño. Me reconozco: lame los párpados que ama, lleva en su lengua las sustancias paternales. Soy yo, no hay duda: canta sin voz y se ha sentado a contemplar la muerte, pero no ve más que lámparas y moscas y las leyendas de las cintas fúnebres. A veces, grita en las tardes inmóviles.

Lo invisible está dentro de la luz, pero, ¿arde algo dentro de lo invisible? La imposibilidad es nuestra iglesia. En todo caso, el animal se niega a fatigarse en la agonía.

Es el que está despierto en mí cuando yo duermo. No ha nacido y, sin embargo, ha de morir.

Así las cosas, ¿de qué perdida claridad venimos? ¿Quién puede recordar la inexistencia? Podría ser más dulce regresar, pero

entramos indecisos en un bosque de espinos. No hay nada más allá de la última profecía. Hemos soñado que un dios lamía nuestras manos: nadie verá su máscara divina.

Así las cosas,

la locura es perfecta.


lunes, 4 de diciembre de 2017

Mi alma es un incendio donde nieva (por Juan Eduardo Cirlot)


Mi alma es la ventana donde muero.
Mi alma es una danza maniatada.
Mi alma es un paisaje con murallas.
Mi alma es un jardín ensangrentado.
Mi alma es un desierto entre la niebla.
Mi alma es una orquesta de topacios.
Mi alma es una rueda sin reposo.
Mi alma son mis labios que se abren.
Mi alma es una torre en una playa.
Mi alma es un rebaño de suplicios.
Mi alma es una nube que se aleja.
Mi alma es mi dolor, mío, por siempre.
Mi alma es el naranjo azul que arde.
Mi alma es la paloma enajenada.
Mi alma es una barca que regresa.
Mi alma es un collar de vidrio y llanto.
Mi alma es esta sed que me devora.
Mi alma es una raza desolada.
Mi alma es este oro en que florezco.
Mi alma es el paisaje que me mira.
Mi alma es este pájaro que tiembla.
Mi alma es un océano de sangre.
Mi alma es una virgen que me abraza.
Mi alma son sus pechos como astros.
Mi alma es un paisaje con columnas
Mi alma es un incendio donde nieva.
Mi alma es este mundo en que resido.
Mi alma es un gran grito ante el abismo.
Mi alma es este canto arrodillado.
Mi alma es un nocturno y hay un río.
Mi alma es un almendro de oro blanco.
Mi alma es una fuente enamorada.
Mi alma es cada instante cuando muere.
Mi alma es la ciudad de las ciudades.
Mi alma es un rumor de acacias rosas.
Mi alma es un molino transparente.
Mi alma es este éxtasis que canta
golpeado por armas infinitas.


domingo, 3 de diciembre de 2017

No hay señales (por Blanca Varela)


El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa.
Tenemos sed, tenemos prisa por golpear
con el hueso de una flor en la tiniebla.
Hay un árbol talado en esta historia.
Contemplamos el cielo. No hay señales.
¿Es de día? ¿Es de noche?
Murió la araña que medía el tiempo,
sólo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras.


sábado, 2 de diciembre de 2017

La cajera extraordinaria (por María Eloy-García)


estoy pensando en la cajera sedente
ella es lo verdadero de la sincronía del mundo
con su rayo láser ávido de códigos
me murmura complacida las ofertas
y cómo suma los dígitos arrastrando
entre lo dócil y el hastío
el tesoro precioso de mi dulce integral
a través de la máquina que le computa
el precio exacto de toda mi tarde
dice tres
y nunca nunca fue este número más mágico
la cajera extraordinaria teclea el sumatorio
de la monotonía y dice tres
y mira entonces justo antes de que se produzca
el cotidiano milagro de que mi dulce integral
sea mío para siempre
de repente ella mira otra tarde
sale de lo mío a lo del otro
le susurra las mismas ofertas
le marca el tetrabrik con el ojo de su láser
abriendo en fin el cajón místico del híper
con un movimiento suyo de mercado
los billetes ordenados repiten la cara de ella sin gestos
y me voy por esas puertas
que se abren sólo con el aura
dejándola mientras su láser que suena
va marcando otra tarde



viernes, 1 de diciembre de 2017

A las 2.30 de la tarde (por Charles Bukowski)



los perros y los ángeles no están
muy lejos.
a menudo voy a este sitio pequeño
a comer
hacia las 2.30 de la tarde
porque toda la gente que come
allí está completamente cuerda,
alegre simplemente de estar viva y
comiendo su comida
cerca de un ventanal
que da la bienvenida al sol
pero no deja que entren los coches
ni las aceras.

al otro lado de la calle hay un bar
chino nudista
que ya está abierto a las 2.30 de
la tarde.
está pintado de un azul vacío e
indefenso.

se nos permite tomar tanto café
gratis como podamos beber
y todos nos sentamos y bebemos en silencio
el fuerte café negro.

es bueno estar sentado en algún lugar
público a las 2.30 de la tarde
sin que te arranquen la carne de
los huesos.

nadie nos molesta.
no molestamos a nadie.

los ángeles y los perros no están
muy lejos
a las 2.30 de la tarde.

tengo mi mesa favorita
junto al ventanal
y después de acabar
apilo los platos, platitos,
la taza, los cubiertos, etc
limpiamente
en una sencilla pila
-mi ofrenda a la
anciana camarera-
comida y tiempo
no están separados,
y ese cabrón del sol
ahí fuera
trabajando a base de bien
arriba y
abajo.



jueves, 30 de noviembre de 2017

La lluvia (por Pablo García Casado)


La lluvia sobre el vendedor que anuda su corbata antes de subir a casa. La lluvia sobre la visera verde del taller donde unas chicas flirtean con el mecánico que de joven se tatuó un as de corazones en el brazo. La lluvia sobre el cabello moldeado de la vieja que a duras penas consigue alcanzar un autobús que está vacío. La lluvia sobre el carro de la compra, legumbres, tomate, porciones de merluza congelada. La lluvia sobre los cristales de la unidad de cuidados intensivos. La lluvia sobre los cristales progresivos de mi padre, que me llama por teléfono preocupado por mi situación laboral. La lluvia sobre el vendedor que conduce despacio su automóvil. Que sólo piensa en desaparecer, al menos, por un tiempo. Cambiar de ciudad, alquilar un pequeño apartamento. Comprar un teléfono móvil, empezar de nuevo.



miércoles, 29 de noviembre de 2017

Un barco en llamas me espera (por Almudena Guzmán)


Anclado en el horizonte,
como una palmera
que le ha nacido al mar,
un barco en llamas
que nunca se consume
me espera:
me lleva esperando
desde siempre.

Algún día soltaré el lastre
de este dolor tan firme
como la tierra
donde me hundo.
Algún día,
quizá alguna noche,
sabré descoser
los pespuntes de miedo
de mi vestido
y nadaré desnuda hasta él.

El sueño vencido
de las algas
en la guerra de las mareas
guiará mi camino.

El sueño rebelde
de la tripulación de mi deseo
me tenderá la escala
para trepar a cubierta.



martes, 28 de noviembre de 2017

Estas dos sillas que se han puesto de espaldas (por Anna Crowe)


Desde que estás muerta
me he acostumbrado a visitar esta habitación.
Me gusta su vacío, sus triunfos modestos,
la manera como se derrama el sol por las cortinas de gasa
para colocar un bloque de luz en el suelo desnudo.
Normal. Sin pretensión alguna. Una quietud
suficientemente grande para contener una habitación
que compartimos cuando niñas, de vacaciones en Talloires.
Un cuarto que huele a cera de abejas,
un temblor de agua de lago
y montañas que se asoman como el futuro.

Las cortinas de muselina ondean en sus pliegues,
floreadas como un camisón de noche,
y te imagino a ti, que siempre te vestías con cuidado,
deteniéndote para arreglarte la falda
frente a este alto espejo entre ventanas.
Dentro de su estrecho alcance
todo se ve dos veces más claro,
el sofá rayado, y el grabado en cuyo marco dorado
reluce el sol como en una trenza de pelo.
Estas dos sillas que se han puesto de espaldas
han acabado la conversación de una vida entera.
El sol subraya cómo ya carecen de importancia
mientras toca un respaldo curvado
con calidez y color.

Mejor fijarse en ese áspero pedazo
que el sol pone de manifiesto en el muro de enfrente.
¿Es una sombra, sucediendo como sucede la muerte,
una parte del mundo exterior del balcón,
o simplemente es que el yesero abandonó su trabajo?
Lo miro bien y saco coraje de esta desnudez,
de este yeso manchado con una grieta en su centro
como la confluencia de dos ríos.
De este fiel retrato de las cosas, tal como son de verdad.


lunes, 27 de noviembre de 2017

Detrás (por Saiz de Marco)


casi siempre escondidos

raramente asomándose

lo que piensas más atrás de lo que piensas

lo que sientes más atrás de lo que sientes

tu mirar más atrás de tu mirada

insonoras palabras detrás de las que dices

la membrana que albergas detrás de otras membranas

tu corazón latiendo detrás del corazón



domingo, 26 de noviembre de 2017

Cerrando el apartamento de la playa (por Joan Margarit)


Ya está limpio y en orden.
Los armarios, cerrados, igual que las ventanas.
Nada al descuido encima de los muebles.
El dormitorio con la cama a punto,
la mesita de noche y el retrato
de la muchacha con los ojos
iluminados por una sonrisa.
Todo el invierno sola y escuchando el mar.


sábado, 25 de noviembre de 2017

Y la esperaba (por Sharon Olds)



Podía levantarme a cualquier hora,

a cualquier hora mirar por el pasillo,

siempre ahí, sentado, estaba mi padre,

su cabeza oscura hundida

entre las orejas del sillón.

Tan inmóvil que parecía un objeto,

la bata abierta, en las rodillas,

como si en el mundo no hubiera nada más

sino mirar la piscina amanecer. Él sabía

que su muerte había empezado, y la esperaba

como se espera un trabajo por hacer.

No se inmutaba cuando sentía mis pasos: tan suyo,

permanecer inmóvil dejándose mirar,

como una escultura queriendo sentir

la mirada que la acaricia. Esperaba

que el borde de mi camisón entrara en escena

y sólo entonces se dignaba mirarme,

sin mover la cabeza, esperando el beso

que iba hacia él, y no al revés,

el beso que borraba su soledad

mientras intentaba tragar una minúscula

gota de agua: ahí tenía a su hija

con la taza para escupir, su hija

para vaciarla. Pasaba el día entero

mirándolo dormir, mirándolo despertar.

Nada más caer la noche volvía a la cama

con su mujer. No volvería a estar solo

hasta la madrugada siguiente:

centinela del mundo nocturno,

guardián del agua, de la tierra informe,

de las sombras, sentado inmóvil,

como si lo único que esperaba

fuera a su hija.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Enciéndeme (por Mario Luzi)


Un poco soñolienta todavía
levanta la persiana
y he aquí que se colma
de oro y aire
opalescente el vaso
de la habitación. Oh mañana,
oh celeste arrogancia,
no me arrastres, no me agarres
a la fuerza, no estoy preparada aún-
piensa y al tiempo lo susurra
a su titubeante resistencia-
se te opone
lo arduo y la sombra
de mi opacidad
que no quemó la noche
ni alejó el despertar.
Te ruego, nuevo día,
ven, pero hazlo lentamente
entra lentamente en la sustancia,
enciéndeme lo mismo que una lámpara
así seré votiva
como debo y como quiero
a ti, a mis congéneres,
al ánima del mundo
que nos acoge, nos ofende
y no poco nos conforta, nosotros parte suya.



jueves, 23 de noviembre de 2017

Los inquilinos (por Federico Díaz-Granados)


Nunca he conocido a los inquilinos de mi vida.
No he sabido cuándo salen, cuándo entran,
en qué estación desconocida descansan sus miserias.
Las mujeres han salido de este cuerpo a los portazos
quejándose de mi tristeza,
en algunas temporadas se han quejado de humedad,
de mucho frío, de algún extraño moho en la alacena.

Se marchan siempre sin pagar los inquilinos de mi vida
y el patio queda nuevamente solo
en este hotel de paso donde siempre es de noche.



miércoles, 22 de noviembre de 2017

Las dos son una (por Emily Dickinson)


Morí por la Belleza, pero apenas
acomodada en la tumba,
uno que murió por la Verdad yacía
en un cuarto contiguo

Me preguntó en voz baja por qué morí.
-Por la Belleza -repliqué-
-Y yo por la Verdad. Las dos son una.
Somos hermanos -dijo-

Y así, como parientes, reunidos una noche
hablamos de un cuarto a otro
hasta que el musgo alcanzó nuestros labios
y cubrió nuestros nombres



martes, 21 de noviembre de 2017

Ídolos (por Gabriel Ferrater)


Entonces, cuando yacíamos
abrazados frente a la ventana
abierta a la ladera de olivos (dos
semillas desnudas dentro de un fruto que el verano
ha abierto violento, y que se llena
de aire), no teníamos recuerdos. Éramos
el recuerdo que tenemos ahora. Éramos
esta imagen. Los ídolos de nosotros,
para la sumisa fe de después.



lunes, 20 de noviembre de 2017

Tu ropa (por Ana Blandiana)


Llevo tu ropa
que mi cuerpo llena,
me asombro de lo bien que me sienta,
la ropa se asombra también
como si tú misma hubieras regresado.
Dulce confusión,
destinada a ocultar
la semilla que ha perdurado siglo tras siglo.
Llevo tu ropa por las calles en las que tú has creído.
Hazme creer a mí también,
deja que tu luz me encienda.
Las prendas se mueven por sí solas
dejando entrever por las costuras
el resplandor de la semilla
que ha pasado de un siglo a otro.



domingo, 19 de noviembre de 2017

En bicicleta (por Uffe Harder)



Ciclistas apresurados por caminos desiertos
fugaces penosamente fugaces evitando
cosas presentimientos ideas fijas delgados como
tubos de acero andamios silenciosos ruedas
silbantes radios caras petrificadas cascos
caras pálidas rumor de ruedas
y perdidos ya de vista pero posibles vislumbrados
en alguna parte del alba fría definiciones
palabras sensaciones tal vez certeza
eternamente evasiva dudosa certeza
el camino como una cinta ante ellos cemento
y rasgando el espacio afiladas figuras
silbantes fracciones de pensamiento de conocimiento una palabra
un presentimiento visiones una por una siempre una cosa
perdida a favor de la siguiente fracción de una imposible
imposible siempre inasible totalidad
de endebles transformaciones formas infrecuentes
cambiantes evasivas turbias formas atisbadas
en la niebla matinal en la lluvia tupida en la
bruma en el calor mariposeante el velo de humo
las lágrimas la rabia el sudor fugaces como espejismos
las chimeneas jirafas arrastradas por el viento
ahuyentadas venteadas por los campos
y los pies sujetos a los pedales
el camino tras ellos como una cinta

sábado, 18 de noviembre de 2017

Lo que la bala cantó (por Bret Harte)


Oh, alegría de la creación,
¡Ser!
Oh, rapto, volar,
¡y ser libre!
Ser la batalla perdida o ganada.
Aunque su humo oculte al sol,
encontraré a mi amor, el único
nacido para mí.

Lo reconoceré de pie,
totalmente solo,
con el poder en sus manos
sin ser derrocado;
lo conoceré por su rostro,
por su frente divina y su gracia;
lo retendré por siempre,
¡Todo mío!

Es él. ¡Oh, mi amor!
¡Tan audaz!
Soy yo, todo tu amor.
¡Predicho!
Soy yo. ¡Oh, amor, qué felicidad!
¿Responderás a mi beso?
¡Oh, cariño! ¿Qué es esto
que yace tan frío?



viernes, 17 de noviembre de 2017

Esta entraña fértil (por Narcís Comadira)



Ni las grietas de la piedra calcárea

donde tienen las lagartijas su secreto imperio

y suben por la corteza del algarrobo,

siempre vibrantes,

ni esta cansada tierra, de campos abandonados,

donde abraza el cedro a la pesada higuera

y los almendros eternos posan su verde ácido

sobre el más inmutable, tranquilo, del olivo,

sino este corazón umbrío,

esta entraña fértil que conserva

todos los llantos del invierno, y los hace vida

latente. Por él

el verano angustiado de chicharras

que ve arder su piel mientras mira impasible

cómo envejecen los árboles, cómo se secan

ramas y campos anhelosos de arados, se hace tierno.

Por él, también,

toda otra sequedad se reconforta.


A pleno sol, en la noche más oscura,

tesoro de fresquísimos cristales,

reserva de memoria,

cueva de amor, aljibe...



jueves, 16 de noviembre de 2017

Después de 37 años mi madre se disculpa por mi niñez (por Sharon Olds)




Cuando te inclinaste hacia mí, con los brazos abiertos

como alguien tratando de caminar por un incendio,

cuando te balanceaste hacia mí gritando
que sentías mucho lo que me habías hecho,

tus ojos se llenaron de un líquido terrible
como bolitas de mercurio de un termómetro roto
derramándose en el suelo,

cuando gritaste ¿hacia dónde más pude girar? ¿a quién más tenía yo?

tus manos, la vajilla hecha pedazos, se mecían hacia mí,
el agua de tus ojos crujía como humedad de piedras bajo presión,

no podía ver qué podría hacer con mi vida.

El cielo parecía astillarse, como una ventana
que alguien quebrara hacia dentro y hacia fuera,

tu carita destellaba como si tuviera cristal en añicos, con verdadero arrepentimiento,

el arrepentimiento del cuerpo.

No podía ver cómo serían mis días con tus disculpas,
con el deseo de no haberlo hecho,

el cielo caía a mi alrededor,

sus fragmentos centelleaban en mis ojos,

tu viejo, blando cuerpo recaía en mí en horror,

te tomé en mis brazos y dije está bien,
no llores, está bien,

el aire se llenó con vidrio que volaba,

no supe qué decía
ni qué sería yo ahora que te había perdonado. 


miércoles, 15 de noviembre de 2017

Regreso en el tren (por César Simón)


Suave
la noche.
Blanca
la espuma, a flor
de labios. Tu cabeza
tronchada, cómo pende
del hombro.

Noche. Las estaciones
del trenecillo suburbano.
Acacias, bugambillas,
nísperos, tras de verjas, los caminos
entre acequias corruptas, de aguas negras
y brillantes. Bultos de moreras,
ásperas cañas de maíz
en dirección al mar. La Malvarrosa.
Ancho vagón de polvo y papelillos.
Cierras los ojos. Sientes
tu cuerpo joven, derrumbado, quieto,
pero germinativo y oloroso
como el estiércol. Sientes
cómo viene el azahar de oscuras fuentes,
cómo se emboscan las barracas
-girasoles, higueras-,
cómo ladran los perros a distancia,
cómo canta la vida desde el fondo
del barro.

Ya viene el mar, ya hueles
su frescor y su sal, su oscura mole
fragorosa. Ya caminas, ya sigues
al lado de las tapias. La Cadena,
el manantial de Sellarim, jardines
rotos, perdidos, de azulejos,
de fuentes y de bancos de azulejos.

Estrellas. Lejos los silbidos
del tren. Oh madreselva,
verdad, oh dispersión confusa,
aquí amaron tal vez -ficus enormes-,
aquí venían en calesa -blancos trajes
de seda cruda, gasas y sombreros
al viento, al mar-, aquí tomaron
zarzaparrilla, helados. Aquí urdieron
entrevistas nocturnas. Tantas cosas
que ignoras, tantos nombres
que ignoras, tanta dicha,
tanta pasión, que tú nunca sabrás.
Y ahora estos jardines
que pasaron de moda, estos solares,
estos faroles rotos, estas tapias
de bambú, de jazmines, de mojadas
pasioneras.

Oh noche, cómo es frágil
tu paso, cómo es joven
tu ropa descolgada y polvorienta;
cómo están secas estas manos
vacías, que te duelen, entre tanta
facilidad. Mas cómo es grande y pura
la ligereza, el temple con que bebes
lo que te dan: la vida misteriosa,
la densidad oscura, informe, vaga;
este total, lejano desvarío
de tus pasos, en medio del perfume
de los huertos, este ir a casa mudo,
prieto, febril, dichoso, ebrio de muerte.


martes, 14 de noviembre de 2017

Una cita (por Luzmaría Jiménez Faro)


Usted y yo tenemos una cita.
Sé que jamás se retrasó en la hora.
Tal vez pueda darme algo de tiempo
para mirar mi vida.
¿Podré volver la vista hasta mi patio?
Allí la madreselva era alegría,
su aroma resbalaba por los sueños
de mi sangre crecida.
Será muy puntual. Siempre lo ha sido.
Usted perdonará si me entretengo
y acaricio mis libros con ternura.
Comprenda usted: ¡son tantas horas juntos!
que así, partir, tan fríamente,
no me parece bien. Se quedan solos...
Quiero que sepa que sé que ha de venir
para llevarme con usted,
y créame si digo que estoy lista.
He tratado de aprovechar mi tiempo:
Amar. Vivir. Vivir y amar.
No puede imaginarse el equipaje
que llevo en la memoria...
Usted ¡qué culpa tiene!
Sólo es usted el ángel de la muerte
y usted y yo tenemos una cita.



lunes, 13 de noviembre de 2017

¿Hace mucho o ayer? (por Henry Van Dyke)


Hace mucho, mucho tiempo, escuché una canción.
(¿fue hace mucho o sólo ayer?)
Suaves heridas se abrieron ante su melodía,
bajando a lo hondo de mi corazón.
Una canción de entrañable consuelo
que desde entonces me acompaña
en las horas más calmas y silenciosas,
como un agudo, dulce sonido que no morirá nunca.

Hace mucho, mucho tiempo, vi una pequeña flor.
(¿fue hace mucho o sólo ayer?)
tan hermosa en su fragancia de largas horas,
que parecía querer revelarme sus secretos:
un pensamiento de alegría brotó en su ser
sin jamás pronunciar palabra; y ahora a menudo veo
que esa amigable, tierna flor, nunca se marchitará.

Hace mucho, mucho tiempo, tuvimos un niño pequeño.
(¿pasó hace mucho o sólo ayer?).
Hacia los ojos de su madre y los míos sonrió
todo su flujo de amor inconsciente,
y cobijado en nuestros brazos se durmió.
¡Un ángel convocado! No pudimos retenerlo.
Sin embargo, en secreto nuestros brazos
siguieron acunándolo.
Nuestro pequeño niño nunca desaparecerá.

¿Hace mucho, mucho tiempo? ¡Ah, memoria, aclárate!
(no fue hace mucho, sino ayer).
Tan pequeña, indefensa y amada,
no dejes que la canción muera, que la flor se marchite.
Su voz, sus ojos al despertar, su gentil reposar:
las pequeñas cosas están a salvo en tu memoria;
Deja que nuestro ángel habite allí para siempre.



domingo, 12 de noviembre de 2017

En librerías desde el próximo martes


A ti que no pedías (por Ángel González)


¿Qué te dimos en vida?

Te llamábamos
a veces por tu nombre
para decirte lo que nos dolía,
para pedirte cosas,
para quejarnos
del frío
-como si fueras responsable del invierno-
para preguntarte, suspicaces,
en dónde habías guardado esto o lo otro.

Pero
¿qué te dimos realmente?
¿Qué hubiéramos podido haberte dado a ti, 

que no pedías,
que parecías no necesitar nada
más que estuviéramos allí, llamándote
a veces por tu nombre,
para pedirte siempre:
-danos, danos?
Acaso amor,
esa palabra impronunciable, impura.

Porque lo extraño es que tal vez te amábamos.
Pienso que te amábamos.
¡Ah, sí, cómo te amábamos! 

Presenciamos inmóviles tu vida
y ahora, frente a tu muerte,
se nos vienen de pronto todas esas palabras
que no escucharás nunca. 


sábado, 11 de noviembre de 2017

Deja entrar (por Emily Dickinson)


Retira tus barrotes, Muerte

Deja entrar los rebaños agotados

cuyos balidos dejan de repetirse

cuya errancia acabó


Tuya es la noche más serena

Tuyo el redil seguro

Demasiado cercana para quienes te buscan

y demasiado tierna, para ser dicha



viernes, 10 de noviembre de 2017

No más fronteras en el mundo


Aprende (por Rafael Baldaya)


Arquitecto del Todo
-seas quien seas,

o seas lo que seas-:

Doy a mi perro
afecto,
protección,
acogida,
confianza.


Le doy un sitio cálido
libre de hostilidad.

Sin yo haberlo creado, 
sin yo haberlo traído a la existencia
doy a mi perro
seguridad, 

certeza,
sosiego,
no-zozobra,
no-miedo a mí (su dios),
no-miedo al mundo.

Fíjate en esto,
arquitecto del Todo.
Mira y aprende.


Doy a mi perro lo que más necesita.

Doy a mi perro aquello que nos niegas.

Le doy lo que no nos proporcionas.

Doy a mi perro todo cuanto en tus planos
no dispusiste tú para nosotros.


jueves, 9 de noviembre de 2017

En la playa brumosa (por Kenneth Rexroth)


I

En solo un minuto nos diremos adiós

yo me alejaré conduciendo y te veré

cruzar el boulevard por el retrovisor

tal vez tú distingas la parte de atrás de mi cabeza

perdiéndose en el tráfico

y después no nos veremos uno al otro nunca más

Esto va a pasar ahora, en solo un minuto


II


Calle Willow

calle de hojas amargas

tres generaciones de putas en las ventanas

madre hija nieta

de quién eres zorra

la zorra de nadie yo soy una zorra sola

una zorra negra sola una sola triste zorra

una zorra triste esa soy

la mejor de la calle Willow

está muerta Helen está muerta Dolores está muerta

la calle Willow es nada más que una bahía

en una vivienda pública de diez pisos

la calle Willow se fue con

la calle de los chicos malos la calle de las chicas malas

la calle donde el corazón descansa

dejarán aunque sea una callejuela

para ponerle mi nombre


III


Charla en una habitación oscura

los pájaros vuelan hacia el espejo empañado

y nunca vuelven

el espejo se desgasta


IV


Durante mucho tiempo

he estado detrás de una vid negra

no puedo encontrar la raíz

no puedo encontrar la punta

hay un alto muro de espinas

hay un grueso muro de espinas

que rodea un castillo desconocido

las espinas están cubiertas de flores

cada flor es distinta

pero su olor es el perfume

de un cuerpo que perdí


V


Miles de pétalos blancos

esparcidos sobre el agua de las horas

a la luz de la luna música que surge del mar

sentimientos banales

desengaños y besos

voces que cantan y voces

lejos en la playa brumosa

junto a las fogatas

cantando para siempre para siempre



miércoles, 8 de noviembre de 2017

Dos perros (por Charles Simic)



Un perro viejo, temeroso

de su propia sombra

en un pueblo del sur.

La historia me la cuenta

una mujer casi ciega,

una cálida noche de verano

mientras las sombras

del bosque de New Hampshire

se deslizan bajo nosotros:

una calle extensa, un perro inquieto,

un par de gallinas polvorientas

y aquel sol cayendo a plomo

en un pueblo sin nombre del sur.


Me hizo recordar a los alemanes

desfilando ante nuestra casa en 1944.

El modo en que todos nos quedamos en la acera

mirándolos con el rabillo del ojo,

el temblor de la tierra, el paso de la muerte…

Un perrito blanco corrió hasta el asfalto

y se enredó en los pies de los soldados.

Una patada lo hizo volar como si hubiera

tenido alas. Esto es lo que ahora veo.

La noche cayendo lentamente.

Un perro con alas.



martes, 7 de noviembre de 2017

Felicidad (por Robert Hass)


Porque ayer por la mañana desde la ventana empañada

vimos una pareja de zorros rojos al otro lado del arroyo

comiendo, bajo la lluvia, las últimas manzanas caídas

—alzaron la vista para mirarnos con sus ojos verdes

el tiempo suficiente como para simbolizar la alerta de las cosas vivas

y después siguieron atendiendo a su comida—

y porque esta mañana cuando ella se marchó al cenador con su bolígrafo negro y su bloc amarillo

a sonsacarle un alma inquisitiva

a lo que ella consideraba la reticencia de la materia,

conduje hasta la ciudad a beber té en la cafetería

y escribir notas en un diario —la niebla se levantaba de la bahía

como el luminoso e indefinido aspecto de un propósito,

y una pequeña bandada de cisnes chicos

por segundo invierno consecutivo se alimentaba de brotes

en los campos empapados; simbolizan misterio, supongo,

también se les llama cisnes silbones, son muy blancos,

y sus ojos son negros—


y porque el té humeaba delante de mí,

y el cuaderno, en una nueva página,

estaba en blanco excepto por una tenue idea azul de orden,


escribí: “¡felicidad! estamos en diciembre, hace mucho frío,

nos despertamos pronto esta mañana,

y nos quedamos en la cama besándonos,

nuestros ojos entornados cual murciélagos”.


lunes, 6 de noviembre de 2017

Cómo negarme a montar (por Roberto Bolaño)


A veces sueño que Mario Santiago

viene a buscarme con su moto negra.

Y dejamos atrás la ciudad y a medida

que las luces van desapareciendo

Mario Santiago me dice que se trata

de una moto robada, la última moto

robada para viajar por las pobres tierras

del norte, en dirección a Texas,

persiguiendo un sueño innombrable,

inclasificable, el sueño de nuestra juventud,

es decir el sueño más valiente de todos

nuestros sueños. Y de tal manera

cómo negarme a montar la veloz moto negra

del norte y salir rajados por aquellos caminos

que antaño recorrieran los santos de México,

los poetas mendicantes de México,

las sanguijuelas taciturnas de Tepito

o la Colonia Guerrero, todos en la misma senda,

donde se confunden y mezclan los tiempos:

verbales y físicos, el ayer y la afasia.


Y a veces sueño que Mario Santiago

viene a buscarme, o es un poeta sin rostro,

una cabeza sin ojos, ni boca, ni nariz,

sólo piel y voluntad, y yo sin preguntar nada

me subo a la moto y partimos

por los caminos del norte, la cabeza y yo,

extraños tripulantes embarcados en una ruta

miserable, caminos borrados por el polvo y la lluvia,

tierra de moscas y lagartijas, matorrales resecos

y ventiscas de arena, el único teatro concebible

para nuestra poesía.


Y a veces sueño que el camino

que nuestra moto o nuestro anhelo recorre

no empieza en mi sueño sino en el sueño

de otros: los inocentes, los bienaventurados,

los mansos, los que para nuestra desgracia

ya no están aquí. Y así Mario Santiago y yo

salimos de Ciudad de México que es la prolongación

de tantos sueños, la materialización de tantas

pesadillas, y remontamos los estados

siempre hacia el norte, siempre por el camino

de los coyotes, y nuestra moto entonces

es del color de la noche. Nuestra moto

es un burro negro que viaja sin prisa

por las tierras de la Curiosidad. Un burro negro

que se desplaza por la humanidad y la geometría

de estos pobres paisajes desolados.

Y la risa de Mario o de la cabeza

saluda a los fantasmas de nuestra juventud,

el sueño innombrable e inútil

de la valentía.


Y a veces creo ver una moto negra

como un burro negro alejándose por los caminos

de tierra de Zacatecas y Coahuila, en los límites

del sueño, y sin alcanzar a comprender

su sentido, su significado último,

comprendo no obstante su música:

una alegre canción de despedida.


Y acaso son los gestos de valor los que

nos dicen adiós, sin resentimiento, ni amargura,

en paz con su gratuidad absoluta y con nosotros mismos.

Son los pequeños desafíos inútiles -o que

los años y la costumbre consintieron

que creyéramos inútiles- los que nos saludan,

los que nos hacen señales enigmáticas con las manos,

en medio de la noche, a un lado de la carretera,

como nuestros hijos queridos y abandonados,

criados solos en estos desiertos calcáreos,

como el resplandor que un día nos atravesó

y que habíamos olvidado.


Y a veces sueño que Mario llega

con su moto negra en medio de la pesadilla

y partimos rumbo al norte,

rumbo a los pueblos fantasmas donde moran

las lagartijas y las moscas.

Y mientras el sueño me transporta

de un continente a otro

a través de una ducha de estrellas frías e indoloras,

veo a la moto negra, como un burro de otro planeta,

partir en dos las tierras de Coahuila.

Un burro de otro planeta

que es el anhelo desbocado de nuestra ignorancia,

pero que también es nuestra esperanza

y nuestro valor


Un valor innombrable e inútil, bien cierto,

pero reencontrado en los márgenes

del sueño más remoto,

en las particiones del sueño final,

en la senda confusa y magnética

de los burros y de los poetas.



domingo, 5 de noviembre de 2017

Un mes más tarde (por Kirmen Uribe)


Mi hermana y yo
hemos vuelto al hospital un mes más tarde.
Al entrar al hospital
mirábamos nerviosos a uno y otro lado,
como los peces rojos
que llevan los niños en bolsas de plástico.
A la izquierda, la sala en que esperamos durante la operación.
Allí pasamos también la última noche,
junto a la familia que esperaba un niño.
Al final del pasillo, el ascensor.
Durante dos meses, dos veces al día, subíamos al quinto piso,
a la sala de cuidados intensivos,
cada día con miedo de lo que hallaríamos,
cada día en busca de buenas noticias.

Después de firmar los últimos informes,
y a punto de salir,
le he dicho a mi hermana, al ver el ascensor:
"¿Por qué no subimos?
Igual todavía está allí, en su cama, esperándonos".

Mi hermana me ha mirado fijamente.
Tiene los ojos llorosos, pequeños
como las fresas silvestres.


sábado, 4 de noviembre de 2017

Como el sol y como el agua (por Fernando Pessoa)


Si muero muy joven, oíd esto:

Nunca fui más que un niño que jugaba.

Fui pagano como el sol y como el agua,

de una religión universal que solamente los hombres no poseen.

Fui feliz porque no pedí cosa ninguna,

ni procuré encontrar nada,

ni creí que hubiera más explicación

que el que la palabra explicación no tenga ningún

significado.


No deseé más que estar bajo el sol o la lluvia,

al sol cuando había sol

y bajo la lluvia cuando estaba lloviendo

(y nunca al contrario),

sentir calor y frío y viento,

y no ir más lejos.


Una vez amé, juzgué que me amarían,

pero no fui amado.

No fui amado por la única gran razón:

porque no tenía que ser.


Me consolé volviendo al sol y a la lluvia,

y sentándome otra vez a la puerta de casa.

Los campos, al fin, no son tan verdes para los que son

amados

como para los que no lo son.

Sentir es estar distraído.



viernes, 3 de noviembre de 2017

Calendario de pared para el año 1973 (por Wislawa Szymborska)


¿Y por qué no dedicarle algunas palabras a ese calendario de pared al que le vamos arrancando las hojas? No deja de ser un libro, después de todo, y bastante gordo, ya que no puede tener menos de 365 páginas. Llega a los kioscos en una edición que alcanza 3.300.000 ejemplares, por lo que se convierte en el mayor best-seller. Exige a sus editores una puntualidad absoluta, dado que su aparición en el mundo editorial no puede retrasarse un año o año y medio. Requiere una perfección profesional de sus correctores, puesto que el más mínimo error podría remover la conciencia del público lector. Da miedo imaginar una semana con dos miércoles, o que el día de San Jorge usurpe la fiesta de San José. El calendario no es como una obra científica a la que pueda añadírsele una fe de erratas. Tampoco es un volumen de poesía en que los errores del corrector pasan como un capricho de la inspiración. Toda esta argumentación nos lleva a concluir que tenemos entre manos una rareza editorial. Pero no es todo. El destino del calendario no es más que su progresiva liquidación al ir arrancándole las hojas. Millones de libros nos sobrevivirán y, entre ellos, habrá muchos que serán ridículos, desfasados o mal escritos. El calendario es el único que no se propone sobrevivir a nuestra muerte, no reclama ser mantenido en el estante de una biblioteca y su vida es necesariamente breve. En su modestia, ni siquiera sueña con ser leído concienzudamente hoja a hoja, y sus páginas sólo incluyen el preciado texto por si acaso. Hay en él un poco de todo: aniversarios históricos que caen en un determinado día, rimas, grandes frases, chistes (los típicos de los calendarios, por supuesto), informaciones estadísticas, adivinanzas, advertencias contra el tabaco y consejos varios para combatir los insectos domésticos. Una extraordinaria maraña de materias y enormes disonancias: la más excelsa historia junto a la trivialidad del día a día; sentencias de filósofos rivalizando con pronósticos del tiempo rimados; biografías de héroes acariciando benévolamente los prácticos consejos de la tía Clementina…Los habrá que se escandalicen por ello; pero a nosotros, que vivimos en Cracovia (y, por tanto, en las proximidades de las tumbas reales), nos conmueve la ambigüedad del calendario. He llegado incluso, a percibir en él algún tipo de semejanza secreta con las grandes novelas universales, como si el calendario fuera un pariente de la epopeya, un hijo legítimo suyo…Y cuando he tropezado con algún fragmento de un poema mío debajo de una fecha determinada (¡una próspera, espero!), he aceptado el hecho con melancólica humildad. En el reverso estaba la receta del pastel de queso vienés: medio kilo de queso, una cucharada de fécula de patata, una taza de azúcar, seis cucharadas de mantequilla, cuatro huevos, especias y pasas. Y, para finalizar, aprovecho esas pasas para desear Feliz Año Nuevo a mis magnánimos lectores.