zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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domingo, 31 de mayo de 2015

Noche (por Iñaki Uriarte)


Esta noche me has dado miedo, noche.

Tu impecable urdimbre de tensa plata,
tan quieta, como esperando,

la venenosa luna tan alerta,

¿qué querían?


sábado, 30 de mayo de 2015

Este abrazo de las profundidades (por Leopoldo María Panero)

Como un hilo o aguja que casi no se siente
como un débil cristal herido por el fuego
como un lago en que ahora es dulce sumergirse
oh esta paz que de pronto cruza mis dientes
este abrazo de las profundidades
luz lejana que me llega a través de la inmensa lonja de
la catedral desierta
quién pudiera quebrar estos barrotes como espigas
dejadme descansar en este silencioso rostro que nada exige
dejadme esperar el iceberg que cruza callado el mar sin luna
dejad que mi beso resbale sobre su cuerpo helado
cuando alcance la orilla en que sólo la espera es posible
oh dejadme besar este humo que se deshace
este mundo que me acoge sin preguntarme nada este
mundo de titíes disecados

morir en brazos de la niebla
morir sí, aquí, donde todo es nieve o silencio
que mi pecho ardiente expire tras de un beso a lo que
es sólo aire
más allá el viento es una guitarra poderosa pero él no
nos llama
dejadme entonces besar este astro apagado traspasar el
espejo y llegar así adonde ni siquiera el suspiro es
posible
donde sólo unos labios inmóviles
ya no dicen o sueñan

y recorrer así este inmenso Museo de Cera deteniéndome
por ejemplo en las plumas recién nacidas
o en el instante en que la luz deslumbra a la crisálida
y algo más tarde la luna y los susurros
y examinar después los labios que fulgen
cuando dos cuerpos se unen formando una estrella
y cerrar por fin los ojos cuando la mariposa próxima a
caer sobre la
tierra sorda quiere en vano volver sus alas hacia lo verde
que ahora la desconoce

viernes, 29 de mayo de 2015

Ahora que por fin está bastante claro (por Mario Benedetti)


Ahora que empecé el día

volviendo a tu mirada

y me encontraste bien

y te encontré más linda

ahora que por fin

está bastante claro

dónde estás y dónde

estoy



sé por primera vez

que tendré fuerzas

para construir contigo

una amistad tan piola

que del vecino

territorio del amor

ese desesperado

empezarán a mirarnos

con envidia

y acabaran organizando

excursiones

para venir a preguntarnos


cómo hicimos.


jueves, 28 de mayo de 2015

¿No son mías sus alas? (por Vicente Gallego)


Campean por el parque
como viento en el viento los chiquillos.
Se ve que aún no le pesan
esas almas al mundo, y son sus pies
como cintas de luz
sobre las aguas trémulas de hierba.

Estos niños, jugando y entregándose
por entero a lo cierto, me han ganado.

¿No son mías sus alas,
no soy yo la mañana de ojos limpios?


miércoles, 27 de mayo de 2015

El río (por Patricio Emilio Torne)


Vi el río, su orilla, la profundidad de su cauce,

su potestad, su desborde, el desconsuelo, la aparición

de algún cardumen de dientes afilados que siempre está al acecho,

un remolino que intentará llevarte a sus fauces.

La corriente y su mensaje atrayendo como un imán,

directo al corazón en el recuerdo de los días de la infancia.

La rama del sauce acariciando, con su mano de seda,

las oraciones del que pesca, el vuelo rasante de la garza,

el paso militar de los gallitos del agua,

y la presa en el pico del martín pescador.

Veo el río, mi historia zambulléndose en sus aguas,

y la torpe manera de sostener mi cuerpo en la superficie.

Sé que si hay un modo de tocar el barro,

en barro habría de convertirme para sostener las raíces del irupé

y hacer mía esa fuente, esa flor, de una vez, para saber

que alguna vez la tuve.

Nada existe como es, sino existe como ha sido.


Alguien tira la red, alguien recoge el espinel.

Cada quien busca el sustento que lo mantendrá atado

a un paisaje, una religión de supervivencia y penas.

Siempre hay un anclaje que nos lleva al fondo de las cosas,

y siempre una barca donde nos dejamos llevar.

Aunque dudemos, le quitemos un sí a ciegas

o nos vare la desconfianza, la corriente intentará

dejarnos en buen puerto. Nos entregamos, pensando

que siempre habrá un árbol, de cuyas ramas

ha de surgir el sostén para salvarnos a tiempo.


Así el río ante nuestra mirada, la memoria y el eterno regreso.

Así nuestra manera de celebrar su modo de estar allí

y ser bautizados por sus aguas.

El río en el desborde de mi corazón

y la sensualidad al tacto de mis pies,

el río como una cuna donde me duermo

en la candidez del recuerdo, y donde juego

y vuelvo a zambullirme para que no me pesquen.


El río, no como fuente, sino como praxis.

El mismo donde alguna vez se te lavó la ropa,

donde enjuagaste tu pelo, te bañaste,

batiste un récord, o simplemente usaste 
para regocijo del verano,

como un modo de salvar lo que nos da la tierra. 

martes, 26 de mayo de 2015

Porque ha sido dañado (por Juan López)


cuido mi corazón

de ataques repentinos por un lado

y de adormecimiento

por otro

cuido mi corazón cuando veo todo claro

y cuando la noche me atormenta

y me arrincona contra mi propia estupidez

cuido mi corazón porque ha sido dañado

por el descuido y la lluvia

y porque más de una vez lo he dejado solo

y he viajado lejos sin su consentimiento

cuido mi corazón porque la sangre y el oxígeno

no deben separarse

y porque todo regresa de otra forma

cuido mi corazón

que un día

en mi pecho o en otro

no tendrá más remedio

lunes, 25 de mayo de 2015

Algo mío que tú eres (por Jaime Sabines)


Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?

Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquila y tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.

¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?

Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.

Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.

Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.

¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.

domingo, 24 de mayo de 2015

Pampa (por Jorge Luis Borges)

Pampa:
Yo diviso tu anchura que ahonda las afueras,
yo me desangro en tus ponientes.
Pampa:
Yo te oigo en las tenaces guitarras sentenciosas
y en los altos benteveos y en el ruido cansado
de los carros de pasto que vienen del verano.
Pampa:
El ámbito de un patio colorado me basta
para sentirte mía.
Pampa:
Yo sé que te desgarran
surcos y callejones y el viento que te cambia.
Pampa sufrida y macha que ya estás en los cielos.
No sé si eres la muerte. Sé que estás en mi pecho.


sábado, 23 de mayo de 2015

Múltiples ojos invisibles (por Carmen Conde)


Nos miran;
nos ven, nos están viendo, nos miran
múltiples ojos invisibles que conocemos de antiguo,
desde todos los rincones del mundo. Los sentimos
fijos, movedizos, esclavos y esclavizantes.
Y, a veces, nos asfixian.

Querríamos gritar, gritamos cuando los clavos
de las interminables vigías acosan y extenúan.
Cumplen su misión de mirarnos y de vernos;
pero quisiéramos meter los dedos entre sus párpados.

Para que vieran,
para que viéramos frente a frente,
pestañas contra pestañas, soslayando el aliento
denso de inquietudes, de temores y de ansias,
la absoluta visión que todos perseguimos.

¡Ah, si los sorprendiéramos, concretos,
coincidiendo en la fluida superficie del espejo!

Nos mirarán eternamente,
lo sabemos.
Y andaremos reunidos, sin hallarnos como mortales
en torno a la misma criatura intacta
que rechaza a los ojos que ha creado.
¿Para qué, si no vamos a verla, aunque nos ciegue,
hizo aquellos y estos innumerables ojos?

viernes, 22 de mayo de 2015

Extraños frutos cuelgan (por Abel Meeropol)

Los árboles del sur tienen frutos extraños,
sangre en las hojas y sangre en las raíces,
cuerpos negros se balancean con la brisa del sur,
extraños frutos cuelgan de los álamos.

La escena bucólica del sur galante,
los ojos fuera de órbita y la boca torcida,
el aroma de las magnolias, dulce y fresco,
entonces, de repente el olor a carne quemada.

Aquí está el fruto para que los cuervos lo desgarren,
para que la lluvia lo recoja, para que el viento lo absorba,
para que el sol lo pudra, para que los árboles lo descarguen,
aquí está la extraña y amarga cosecha.

jueves, 21 de mayo de 2015

La hora del acero (por Mila Ramos)

si mañana amanece y tú no estás conmigo
y el espejo me arroja de golpe las ojeras
si entre el desorden de las sábanas
encuentro tu pendiente atado a un par de lágrimas
si persigo la ciudad de los sueños
que te trajo para después perderte
si el teléfono/la puerta/la ventana
me sorprenden haciendo las maletas
si llegó ya en fin la hora del acero y la partida
dispara 100 palabras
no te cortes
prueba y verás

decir adiós es fácil
decir en general suele ser fácil

y callar también.


miércoles, 20 de mayo de 2015

¿De qué se hicieron? (por W. S. Merwin)


Toda la noche me estuvo despertando el ruido

de la llovizna que caía suavemente

entre las hojas del valle

quieto bajo la ventana

y el de Paula dormida acostada aquí

a mi lado y el rumor

de los perros junto a la cama

roncando como pequeñas

olas que llegan a la orilla Me

asombro de la suerte

de este momento en la oscuridad

total de este favor no dicho

de esta paz que se respira

mientras está y después

pienso en los farsantes del poder

que en este momento urden

sus masacres en mi nombre

¿De qué parte de mí pudieron haber

salido? ¿de qué se hicieron? ¿de mi

aversión? ¿dragando las profundidades

amargas de mi vergüenza?

martes, 19 de mayo de 2015

En su bolso no hay poemas (por Wislawa Szymborska)


Mi hermana no escribe poemas,

y probablemente ya nunca se pondrá a escribir poemas.

Lo heredó de nuestra madre, que no escribía poemas,

y de nuestro padre, que tampoco escribía poemas.

Bajo el techo de mi hermana me siento segura:

el marido de mi hermana por nada del mundo escribiría poemas.

Y, aunque mis palabras suenen a texto de Adam Macedónski,

en mi familia nadie escribe poemas.

Los cajones de mi hermana no guardan viejos poemas,

en su bolso no hay poemas recién escritos.

Y cuando mi hermana me invita a comer,

sé que no lo hace con intención de leerme poemas.

Mis sopas son deliciosas y carecen de ocultos significados

y el café no se derrama sobre los manuscritos.

En muchas familias nadie escribe poemas

pero si uno de sus miembros empieza, suele sembrar el contagio.

A veces la poesía cae en cascada sobre las generaciones

y origina remolinos capaces de engullir sentimientos familiares.

Mi hermana practica una prosa oral muy aceptable

y su obra literaria se reduce a las postales turísticas

con un texto que cada año repite la misma promesa:

Cuando vuelva

contaré

todo

todito.


lunes, 18 de mayo de 2015

Dibuja el miedo (por Stephen Spender)

Como abraza un chiquillo a su perro
apretando los brazos sin que lleguen las manos a juntarse
y el tímido animal mira por medio
hacia el aire animal libre de fuera,
así los brazos —roca y tierra— de este puerto
abrazan a este mar sin encerrarlo
y vibra en la rendija hacia el océano
donde nadan delfines y vibran los vapores.
Al claro sol de invierno me siento en la baranda
de un puente; allí mis brazos circundantes
están sobre un periódico y mi mente
vacía está como la piedra que brilla
mientras busco una imagen
(la que está escrita encima) y las palabras (de antes)
que describan los cerros pequeños de Port Bou.
Para un camión enfrente, con frenos que chirrían,
y miro hacia las caras que miran hacia abajo,
milicianos que observan mi diario (francés).
"¿Qué escriben de esta lucha desde la otra frontera?"
Les enseño el diario, pero no pueden leerlo;
quieren sólo la charla y ofrecen cigarrillos.
En sus rostros-bandera encuentra paz la guerra
y las bocas hambrientas de viejas carabinas
rozan los pantalones,
como cañas de hierro oxidado, frágiles y apoyadas.
Envuelta por un paño —abuela en su mantilla—
descansa, tartamuda, una ametralladora.
Gritan; también saludan cuando el camión arranca
hacia el robusto monte, detrás del promontorio.
Pasa un viejo, su boca temblorosa
con tres dientes negros grita "Pom-pom-pom".
Corren detrás los niños; más despacio, las mujeres;
cogiéndose las faldas pasan el horizonte.
Port Bou está ya vacío para ensayar el tiro.
Estoy solo en el puente, en el exacto centro
sobre el río que gotea por la garganta
como era la saliva de aquel viejo.
El centro exacto, solo, como centro de diana.
Y no se mueve nada sobre el fondo de casas de tramoya
salvo algún chucho suelto. Empieza el fuego
por encima del puerto, desde un monte hasta el otro.
Blancas manchas de espuma que en el mar hace el plomo
mientras el eco extiende un latigazo
azotando el costado de los cercanos cerros.
Mis brazos circundantes están sobre el periódico;
mi mente es papel donde cae el polvo y las palabras;
a mí mismo me digo que el tiro es sólo prácticas.
Pero soy el mayor de los cobardes:
y la ametralladora va cosiendo
con aguja, de un lado a otro mis intestinos;
el blanco humo espasmódico y solo de fusiles
dibuja el miedo en blancas puntadas en mi cuerpo.

domingo, 17 de mayo de 2015

Sólo donde empecé (por Philip Larkin)


Cruzando Inglaterra por una línea distinta
por una vez, temprano en el frío de año nuevo,
nos detuvimos, y al ver a unos hombres con unas matrículas
correr por el andén hacia unas puertas conocidas,
«¡Vaya, Coventry!», exclamé. «Yo nací aquí.»

Asomé medio cuerpo, y me puse a buscar una señal
de que ésa era aún la que fue «mi» ciudad
durante mucho tiempo, pero no tenía muy claro
dónde me encontraba. Desde donde estaban aquellas
bicicletas embaladas, ¿habíamos salido cada año

rumbo a nuestras vacaciones familiares? Sonó un silbato:
todo empezó a moverse. Me senté, mirándome las botas.
«¿Es ahí», sonrió mi amiga, «donde están tus raíces?»
No, sólo donde dejé pasar mi infancia,
quise replicar, sólo donde empecé:

pero ahora ya lo tengo todo situado.
Nuestro jardín, primero: donde no inventé
deslumbrantes teologías de flores y frutos,
y donde no me habló un viejo sombrero.
Y aquí tuvimos esa magnífica familia

a la que nunca acudí corriendo cuando estaba deprimido,
los chicos todo biceps y las chicas todo pechos,
sus cómicos Ford, sus granjas donde pude ser
«yo mismo de verdad». Te enseñaré, ya puestos,
el helecho en el que nunca me senté temblando,

decidido a llegar hasta el final; donde ella
se recostó, y «todo se volvió una neblina ardiente».
Y en esas oficinas mis ripios
nunca se imprimieron en un gastado cuerpo diez,
ni los leyó un distinguido primo del alcalde,
que no llamó a mi padre para decirle: Aquí
ante nosotros, si pudiéramos ver el futuro…
«A juzgar por tu cara», dijo mi amiga, «es
como si desearas que este lugar ardiera en el Infierno.»
«Bueno, supongo que la culpa no es del lugar», dije.
«Nada, y todo, ocurre en todas partes.»

sábado, 16 de mayo de 2015

Cuántos otros (por Saiz de Marco)

Bebí del agua que nunca iba a beber.
Crucé las líneas que no traspasaría.
He sido aquello que antes abominé.
Poco a poco he abjurado de lo que idolatraba.
Me he convertido a fes que anteayer perseguí.
(Caí de tantos caballos…)
Sólidas convicciones más tarde fueron líquidas.

(Quizá era gente que aguardaba su turno.
Quizá esperaban que los fueras tú llamando.)

-Di, vientotiempo:
¿qué más harás de mí
en tu remolino?
¿En qué otros estaré?; ¿todavía en quiénes más?

Di, tiempoviento:
¿en qué desconocidos proyectas convertirme?,
¿cuántos otros yo-mismos me tienes preparados?


viernes, 15 de mayo de 2015

O imaginarte (por Saúl Ibargoyen)

Belleza
Eres como el amor:
naces de la destrucción
que tu ausencia
ha provocado.
Mencioné tu nombre muchas veces,
y muchas veces hablé de ti
largamente con los pájaros.
Siempre anduve cerca de aquellos caminos
por donde iba tu voz,
sin encontrarte;
y siempre dispuse
de seguras señales:
quién puede saber
que la luz con que miras,
no es de tus ojos,
y que nada hay en ti
afectado por la sombra.
Tú estás por indicarme
palabras que no conoces,
para que el tiempo vacile,
pensando en su muerte.
Tú estás para que el orden
de las cosas se desplome,
para demostrar
que todo puede ser iluminado.
Eres la posibilidad,
la lluvia inesperada,
la vocación del hombre
por agarrarse al aire.
No existes, pero naces
de tantas manos distintas
que no pueden tocarte,
y de tanta fiebre oscura
que a través de ti
se purifica.
Nunca tuve esperanzas de verte;
prefiero saber que estás lejos
y buscarte, o sentir el calor que te he dado,
o imaginarte entre blancas colinas,
disminuyendo las miserias del mundo
y hablando largamente
con los pájaros.

jueves, 14 de mayo de 2015

Y yo no te decía (por Antonio Gala)


Nadie mojaba el aire
tanto como mis ojos.
Me decías: "¿Trabajas?"
Me decías: "¿Ya es la hora del té?"
Y yo no te decía: "Te amo";
no te decía:
"Eres todo lo que tengo";
no te decía:
"Eres la única rosa en la que caben
todas las primaveras".
Me decías:
"Adiós, hasta mañana".
O me decías:
"¿Necesitas algo?".
Y yo no te decía:
"Me estoy muriendo
de amor... me estoy muriendo".
Nadie mojaba el aire
como yo.


miércoles, 13 de mayo de 2015

Sólo un testamento de ceniza (por Juan Luis Panero)


Sólo son tuyas -de verdad- la memoria y la muerte,

la memoria que borra y desfigura

y la sombra de la muerte que aguarda.

Sólo fantasmales recuerdos y la nada

se reparten tu herencia sin destino.

Después de sucios tratos y mentiras,

de gestos a destiempo y de palabras

-irreales palabras ilusorias-,

sólo un testamento de ceniza

que el viento mueve, esparce y desordena.


martes, 12 de mayo de 2015

Ven triste ve tú ven (por Carlos Edmundo de Ory)


Triste estoy como un cajón vacío
El mutuo sueño de mis ojos rueda
Me acuesto en los valles a ver el tiempo
Agrando con mi cansancio el espacio

El sol todavía me persigue ¡oh dioses!
Sigo ciego y en mis manos mis manos pongo
Deseo conducirme a espaldas de la vida
como un cuerpo que al alma sus horas disminuye

Ven triste ve tú ven y ve solo
Sopla allá en el portal del infinito
La alborada metódica de la existencia sale
No encuentro puro territorio en nada

Un plagado único dolor perdido acude
a la desierta esfera blanca de los misterios
La sed santa la fe secreta roza el ánimo
¡Me asisten seres de fatales alas!

Ni voluntad ni empleo en el celeste fin
Sólo brillos comparten las altas apetencias
Triste sigo lo mismo que el hórreo
abandonado en la tormenta alada

Ven triste ve tú ven y ve solo

lunes, 11 de mayo de 2015

Luna (por Joshua Jennifer Espinoza)

de aquí en adelante, vuestro satélite es trans.
no escribiréis más sobre Luna a menos que respetéis esto.
no hablaréis más con Luna a menos que uséis sus pronombres correctos.
no enviaréis más hombres a Luna a menos que su trabajo sea
inclinarse ante Ella y pedir perdón por los pecados de vuestro planeta.
Ella os está esperando, tirando de vosotros con suavidad,
pidiendo que por favor cerréis la boca de una puta vez.
los científicos tienen la teoría de que Luna fue un trozo del planeta
que se desprendió cuando otro planeta chocó con Él.
Eva procede de un hueso de Adán.
etc.
¿creéis en el poder de no hacer caso
a lo que ordena la cabeza?
yo creo en el poder de no hacer caso
a lo que ordena la cabeza.
todo está confundido.
deberíamos estar hablando de cómo la sangre
se parece al espacio exterior que media entre Tierra y Luna
pero en lugar de eso estamos ocupados derramándola.
a menudo se describe a Luna como un astro muerto, aunque Ella está muy viva.
Luna nunca ha conocido lo que es no querer estar muerta
por un periodo extenso de tiempo
en toda su existencia, pero
no es delicada, ni es débil.
huye constantemente de vosotros del único modo que sabe.
nunca aparta su rostro de vosotros por lo que pudierais hacer.
Ella vivirá más que todo lo que conocéis.


domingo, 10 de mayo de 2015

Cada momento (por Marcel Schwob)


Y Monelle dijo: Te hablaré de los momentos.
Mira todas las cosas bajo el aspecto del momento.
Deja ir tu yo a merced del momento.
Piensa en el momento. Todo pensamiento que perdura es contradicción.
Ama el momento. Todo amor que perdura es odio.
Sé sincero con el momento. Toda sinceridad que perdura es mentira.
Sé justa para con el momento. Toda justicia que perdura es injusticia.
Actúa para el momento. Toda acción que perdura es un reino muerto.
Sé feliz con el momento. Toda felicidad que perdura es desventura.
Ten respeto por todos los momentos, y no tiendas lazos entre las cosas.
No retrases el momento: extenuarías una agonía.
Observa: todo momento es una cuna y un ataúd: que toda vida y toda muerte te resulten extrañas y nuevas.
Y Monelle dijo: Te hablaré de la vida y de la muerte.
Los momentos se asemejan a bastones mitad blancos y mitad negros.
No arregles tu vida mediante dibujos hechos con las mitades blancas. Pues de inmediato toparás los dibujos con las mitades negras.
Que cada negrura esté transida de la espera de la blancura futura.
No digas: vivo ahora, moriré mañana. No partas la realidad entre vida y muerte. Di: ahora vivo y muero.
Escancia en cada momento la totalidad positiva y negativa de las cosas.
La rosa del otoño prevalece una estación; cada mañana se abre; todas las noches se cierra.
Aseméjate a las rosas: ofrece tus hojas al arrebato de las voluptuosidades, al pisoteo de los dolores.
Que en ti todo éxtasis esté moribundo, que toda voluptuosidad aspire a la muerte.
Que todo dolor pase por ti como un insecto que ha de levantar el vuelo. No te cierres sobre el insecto que carcome. No te enamores de esos cárabos negros. Que todo gozo pase por ti como un insecto que ha de levantar el vuelo. No te cierres sobre el insecto que succiona. No te enamores de esas cetonias doradas.
Que toda inteligencia centellee y se apague en ti en el lapso de un relámpago.
Que tu dicha se divida en fulguraciones. Así tu parte de gozo será igual a la de los otros.
Ten del universo una contemplación de atomista.
No te resistas a la naturaleza. No apoyes contra las cosas los pies de tu alma. Que tu alma no vuelva la cara como el niño malo.
Anda en paz con la luz roja de la mañana y el resplandor gris del anochecer. Sé el alba mezclada al ocaso.
Mezcla la vida con la muerte y divídelas en momentos.
No esperes la muerte: ella está en ti. Sé su camarada y tenla contra ti; es como tú mismo.
Muere de tu muerte; no codicies las muertes antiguas. Varía los géneros de muerte con los géneros de vida.
Ten por viva toda cosa incierta, y toda cosa segura, por muerta.

sábado, 9 de mayo de 2015

La noche nos acoge (por Jules Supervielle)


Aguardar a que la noche, siempre reconocible

por su gran altitud donde el viento no llega

mas sí el dolor de los hombres,

venga a encender sus íntimos fuegos temblorosos

y deposite silenciosa sus barcas de pesca,

sus linternas de a bordo que el cielo ha mecido,

sus redes estelares por nuestra alma extendida.

Esperar que nos tome para sus confidencias

gracias a mil reflejos y a secretas mociones

y que ella nos atraiga a sus manos de pieles,

a nosotros los niños que el día ha maltratado

con su luz excesiva,

la noche nos acoge, porosa y penetrante,

más segura que una cama bajo el techo familiar,

ella es el abrigo susurrante que nos da compañía,

es el tálamo donde posar la cabeza que ya

comienza a gravitar,

a llenarse de estrellas, a encontrar su camino.


viernes, 8 de mayo de 2015

Con ojos que no veis os contemplamos (por Antonio Rivero Taravillo)


Dejadnos ser sin gran estorbo

(o, con más propiedad, estar).

Ya estábamos aquí cuando llegasteis

y seguiremos existiendo, rotas, transformadas,

cuando ya no estéis ni seáis,

tras de vosotros.


No interfiráis con nuestros ciclos,

no menoscabéis nuestra materia

ni pequéis de soberbia, fugitivos.

Este beso que os da la permanencia

es un beso no más de despedida.

Con ojos que no veis os contemplamos

sabiendo

que no os volveremos a ver nunca.


Jamás turbéis nuestro silencio

con ajorcas de voz atolondrada,

mas resignaos.


Tan solo lo que es nada persevera en su nada.

Alguien siempre es un tránsito hacia nadie.

jueves, 7 de mayo de 2015

No caben (por Jorge Posada)


los precios de la carne no aparecen en el poema

no hay rimas sobre el incremento del gas


la cocinera con sus manos frágiles

los que duermen en las banquetas

los repartidores de pizza

el gesto ante las vallas de publicidad

la tristeza al tocar los cheques

la subcontratación

la venta de los órganos del hombre por el hombre

no caben


aclaran los jurados de las becas

sentencian los creadores nacionales

confirman los artistas en la presentación de sus libros


el poema

no huele

no se pudre

miércoles, 6 de mayo de 2015

El hecho de que te amo (por Paul Éluard)

Fuera, fuera, decía el odio.
Más cerca, más cerca, decía el amor.
Una caricia nos guía desde nuestra infancia.
Cada vez veo más la forma humana
como un diálogo de amantes.
El corazón no tiene más que una boca.
Todo por casualidad.
Todas las palabras sin pensamiento.
El sentimiento a la deriva.
Hombres vagan por la ciudad.
Una mirada, una palabra.
El hecho de que te amo.
Todas las cosas se mueven.
Debemos avanzar para vivir.
Dirígete directamente hacia los que amas.
Yo fui hacia ti,
continuamente hacia la luz.
Si tú sonríes, es para invadirme mejor.
Los rayos de tus brazos perforan la niebla.


martes, 5 de mayo de 2015

Crepúsculo (por Ernst M. Richard Stadler)


Pesado cayó el crepúsculo sobre las callejas de la ciudad.
Sobre el gris de las tejas de adobe y las torres esbeltas,
sobre la suciedad y el polvo de la gran ciudad, su placer, su pesar y su mentira
con majestuosa implacabilidad.

Arrancados de piedras gigantes, los bloques de nubes se oscurecían
incubándose, con rigidez... Y había en el aire
como una obcecación enloquecida, un encresparse que no muere.
Al oeste, distante, el día agonizaba.

Entre los castaños pardos del otoño chisporroteaba la tormenta nocturna,
como cuando los mundos se despiertan despabilados
para la última y sangrienta batalla decisiva.

Terquedad en el corazón y sueños salvajes de lucha y desamparo y triunfo arrollador.
Me apoyé en la verja de hierro de mi balcón y vi
el lamer de mil fuegos y las rojas barbas temblar,
y una vez más al coloso herido alzar la bandera llameante.

Una vez más aún martillear la vieja canción salvaje de los héroes
en un torbellino de acordes
y desmoronarse
y retumbar
sordamente a lo lejos...
Un chirriar de carros en la calle. Música. Soldados canturrean.
Sobresaltado, me estremezco.
Sobre las torres y los tejados ruge la noche.

lunes, 4 de mayo de 2015

Escucho el paso de un tren perdido (por Guadalupe Grande)

Una luz encendida en cada casa,
aquí,
en el borde sin límite de la penumbra.
Con estos dos ojos solos
y esta lengua absurda,
esta boca rota,
este hueco lleno de ceniza en la garganta
escucho el paso de un tren perdido
no sé por qué, no sé por quién.
¿ ...y quién te mira entonces, quién?
“Adiós y ten piedad”.
Pero esta es la luz de los días,
esta es la sombra azul de la memoria
que ilumina a la hora punta
las conjugaciones de la lluvia sobra los mapas,
sobre los pianos,
sobre la cartografía subterránea
y su extraña germinación.
Andenes, calles, vías,
acera, bulevares, puentes,
plazas, cruces, avenidas:
¿estamos
de verdad
dentro?,
¿ estamos
de verdad
fuera?.
A la hora punta de no saber,
un pañuelo de papel seca
la hebra de distancia
que resbala por las mejillas:
suenan los platos,
se afanan los utensilios en las cocinas,
se escucha la conversación del día,
el rumor de la luz que se apaga,
el ruido de la luz que se enciende,
y todo se dispone a partir o llegar
una vez más.

domingo, 3 de mayo de 2015

Madre eterna (por Juan Ramón Jiménez)


A veces quiero en mi madre

a no sé qué madre eterna,

que vive hace mucho tiempo

-madre de abuelas de abuelas-

en no sé qué nada

distante; que me contempla

con unos ojos ansiosos,

que se acerca, que se acerca…


sábado, 2 de mayo de 2015

Madre (por Carmen Conde)


1. Recuperada

Sí. Eres el hueso de mi madre,
pero tu voz ya no es su voz tampoco.
La memoria de ella te rodea...
¡Su joven estatura, su alegría,
aquel ímpetu que me dio la vida!
su palabra fue marcando mi camino.
Y aquella voz tan alta y vibradora
llega muerta dentro de tu voz.

¿Y tus cabellos...; dónde tus ojos?
¿Dónde el brillo de la luz que me alumbrara?
Están secos como frutos sin estío.
No los veo ni me guían ya tus ojos.
¿Estos son los pechos que yo tuve
en mis labios sin la voz con que los nombro?
¿Es el cuerpo que me hizo, esta traza
de carne ya dormida...?

¡Pesas poco, madre!
En mis duras piernas yo te mezo,
en mis brazos te recuesto como a hija.
Te responden maternales
las entrañas que me diste.

¡Cuánto dueles! Cual un parto
me desgarra tu vejez inesperada.
A tu lado hay una sombra de mi sangre...
El amor con que me hicisteis
aún resuena en mis arterias.

Fue tu tronco el más caliente a mi contacto.
Siempre anduve yo cubierta con tu apoyo.
La conciencia, la lealtad, la fortaleza
ante la vida son las tuyas.
¡Y ahora vienes como un niño ante mis ojos:
no sonríes ni esperas nada!

2. Apagada

Los senos flotan cual hojas secas en el agua.
Senos arrugados, vergonzantes, casi huidizos...
¡Oh senos de las madres viejas,
ayer henchidos de vida, rezumándonos
la vida blanca, espesa y dulce, de la leche!

Con besos los cerraban nuestros padres.
Con suspiros velaron cuando novios
los pequeños volcanes de los senos.
Grandes flores tersas, bienolientes,
emergían en las nupcias, con su cándido
iniciarse en el amor.

Son palomas, les dijeron. Estos senos son palomas.
Las manos se ahuecaban por su espuma,
desnudándolos...
Y debajo del amor estaba el hijo:
otra boca que prendía su contacto vacilante
a los picos, a las alas de los senos.

3. Mi llama

¿Es que sabe mi madre de dónde trajo mi vida?
Se encontró conmigo un día como con una tormenta.
No sabría tampoco qué hay que hacer con el rayo.
Ni si a la lluvia frenética es posible oponerle
una orilla inflamada de llamas.

He buscado en torno mío hasta saberme sola.
Antes de mí, en mi raza, no conozco a otros seres.
¿Quiénes fueron los míos, dentro ya de mi sangre?
¿A qué otros mi cuerpo, a qué otros mi alma
continúa en la tierra?

Si se lo dijera a ella no sabría contestarme.
Tan ajena es mi lengua como le son mis ojos.
Madre, ¿sabes tú por ventura
por qué soy así yo, de quién es la nostalgia
de tantos paraísos?

La poblaría el silencio buscándole en su entraña
la raíz de las mías, y el hontanar violento
que manó mi corriente como un corcel de espuma.
Entonces se podría escuchar la distancia
que entre nosotras hay, siendo ella mi origen.

Una madre es la cueva de donde arranca el río.
Una madre es la tierra por donde corre el agua.
Pero el río..., ¡va tan lejos a buscarse océanos!
Y la tierra: en lo hondo, silenciosa, ignorante,
encima de otra tierra que también desconoce.


viernes, 1 de mayo de 2015

Pelábamos patatas (por Seamus Heaney)

Cuando los demás estaban en misa
pelábamos patatas y yo era todo de ella.
Al dejarlas caer una a una rompían el silencio,
como el estaño lagrimea desde la barra del soldador.
Entre nosotros dos se establecieron bienestares fríos,
cosas que compartir brillando en un cubo de agua limpia.
Y dejábamos caer otra. Breves salpicaduras gratas
del trabajo de cada uno que nos devolvían a los sentidos.

Así que cuando el párroco en su cabecera
anunció las plegarias para los difuntos
y algunos respondieron, mientras otros lloraban,
yo recordé su cabeza inclinada hacia la mía,
su aliento en el mío, nuestros ágiles cuchillos goteando…
En toda la vida nunca estuvimos tan cerca.