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martes, 22 de noviembre de 2011

El mundo se ofrece por sí mismo (por Mary Oliver)

No tienes que ser bueno.
No tienes que andar de rodillas
cien kilómetros a través del desierto por arrepentimiento.
Solamente tienes que dejar que el suave animal de tu cuerpo
ame lo que ama.
Cuéntame tus desesperanzas y yo te contaré las mías.
Mientras tanto, el mundo sigue.
Mientras tanto, el sol y los claros guijarros de la lluvia
se están moviendo a través de los paisajes,
sobre las praderas y los frondosos árboles,
las montañas y los ríos.
Mientras tanto, los gansos salvajes, en lo alto del limpio aire azul,
se dirigen de nuevo a casa.
Quienquiera que seas, no importa lo solo que estés,
el mundo se ofrece por sí mismo a tu imaginación,
te llama, como los gansos salvajes, fuerte y excitante,
anunciándote una y otra vez tu lugar
en la familia de las cosas.

24 comentarios:

Arantxa dijo...

Sí, está bien saber que una forma parte integrante del mundo; que soy una parte pequeñita (pero parte al fin y al cabo) del cosmos; y que sin mí el cosmos estaría incompleto (aunque también estaría incompleto sin el capuchón de mi bolígrafo bic). Pero la cuestión no es ésa, sino para qué está aquí el cosmos (el cosmos está en sí mismo porque el cosmos es todo) y, sobre todo, para qué estamos nosotros aquí, dentro de él. Y en relación con esto nadie, ni los Newtons, ni los Einsteins, ni los Carl Sagans..., tienen de momento respuesta.

F. cósmico dijo...

Yo pienso, Arantxa, que la pregunta es "¿por qué", y no " ¿para qué?
Lo digo porque preguntarse el porqué de todo "esto" lleva implícita la convicción -o al menos la sospecha- de que alguna VOLUNTAD desconocida -los creyentes lo llaman Dios- está detrás del invento, PARA algún fin que se nos escapa.
Yo, como no soy supersticioso, a falta de que se nos revele la divinidad silente, sigo especulando con "¿por qué?", a sabiendas de que nadie está en condiciones de darme la respuesta.

F. (2) dijo...

Corrijo la anterior : "...preguntarse el "para qué" de todo "esto"..."
Sorry.

Anónimo dijo...

Si imaginamos el cosmos como un laboratorio de almas, la tierra es la parte del mecanismo, donde se nos exprime para evolucionar

Anónimo dijo...

Hay otro tipo de existencia que no sea la física?

Anónimo dijo...

De todas formas, aquí en la tierra si lo pienso...todo gira en torno al comportamiento

Arantxa dijo...

Sin cerebro no hay conciencia. Por tanto, en un universo como el nuestro la conciencia parece necesitar un soporte físico y material: un sustento celular, neuronal. Ahora bien, esto no excluye que, en otros universos donde rijan leyes físicas distintas, pueda haber formas de conciencia que no necesiten un soporte material. Al menos no podemos negarlo radicalmente.

Anónimo dijo...

Entonces ¿cuándo nace la conciencia? ¿cuándo despierta?
¿Ya venía en el lote?

¿qué pasa cuándo el "hilo" del que habla tanto la poesía se rompe?

Por qué se puede seguir funcionado neurológicamente una vez roto el hilo y plasmarlo en un poema y que se mantenga la ética y la estética?

F. (Mar de dudas) dijo...

Arantxa, ahí va algo que escribe Mª Cristina Caler:

"En realidad, la materia en una condensación energética de electricidad combinada de manera tal que ofrece infinita variedad de representaciones a nuestros sentidos, dándonos idea de una diversidad que existe, pero no es
tal. Lo que realmente podemos afirmar es que se trata de una maravillosa combinación de solo 92 átomos, que conforman la totalidad del universo que nos rodea."

Así que TODO es una condensación de la energía...
Pues parece, amiga, que la información que nos viene de las altas esferas no habla sino de una uniformidad en la esencia de la materia universal: no se ha descubierto ni un solo elemento cósmico que no figure ya en nuestra tabla periódica de los elementos químicos.

Sin ojos, ¿qué iba a ser de la forma de las cosas, de los colores?
¿Existiría el mundo sin una mente que lo pensara?
Para conjurar el vértigo que nos abisma en la negrura; para restañar el sudor frío de las frentes insomnes ante tales arcanos..., está la POESÍA; lúcida respuesta a una realidad insondable; realidad ELLA misma indiscutible. Pues yo no dudo, Arantxa, de que en este momento yo esté hablando contigo sobre ella.
La poesía, pese a todo, existe.
Aunque todo sea un sueño, existe.
Y no deja de ser una seguridad absoluta. Pese a que vivamos en un mar de dudas.

Arantxa dijo...

Parece que la autoconsciencia, el sentido o captación del yo, es una percepción sensorial. Igual que tenemos vista, oído, olfato, sentido del equilibrio..., tenemos también capacidad sensorial para percibir nuestra propia yoidad.

La capacidad de autoconsciencia se forma en un determinado momento del desarrollo embrionario (de los animales con capacidad de autoconsciencia).

En cuanto a la razón de existir de la consciencia, en realidad no es más que una estrategia de supervivencia. La consciencia es consustancial a la vida. Los vegetales son seres vivos pero carecen de consciencia. También las bacterias y los animales inferiores.

Las primeras consciencias debieron surgir por azar, como todo, y dado que un atisbo de consciencia favoreció la superivencia de los que disponían de ella, se fueron desarrollando consciencias más grandes, más dotadas. (Es un mecanismo evolutivo que opera con cierta automaticidad, igual que algunas plantas desarrollaron espinas, o los cactus desarrollaron pinchos...: porque favorecían su supervivencia).

No hay que darle más vueltas. La autonconsciencia no es un don divino ni un fenómeno extrafísico o sobrenatural. Es sólo una posibilidad, una potencialidad que estaba ahí, en los seres vivos, y que la evolución premió por su valor para la supervivencia.

Los humanos tenemos consciencia por la misma razón que las arañas tienen capacidad de tejer redes, o las serpientes tienen veneno.

Arantxa dijo...

Perdón, escribí "la consciencia es consustancial a la vida", y quería decir justo lo contrario. "La consciencia no es consustancial a la vida". Es más, la inmensísima mayoría de los seres vivos no tienen consciencia.

Anónimo dijo...

Dicen que los únicos animales que son capaces de autorreconocerse en un espejo son (aparte del hombre) el chimpancé, el delfín y el elefante. Los demás se ven reflejados en el espejo y no saben que son ellos mismos.

F. que descarrila. dijo...

Ya, pero eso es instrumental: no aclara qué es realmente, que significado tiene el hecho vivir con conciencia.
La conciencia depende de una reacción bioquímica: como para fiarse de ella.
El premio que nos tocó -en la escala evolutiva- por ser conscientes, poco es si se tiene en cuenta que estamos rodeados de seres vivos -o inanimados- que están ahí desde mucho antes que surgiese nuestra especie, perfectamente adaptados. Luego no hace falta para nada la conciencia. Con total probabilidad van a seguir estando después de que nosotros desaparezcamos.
Soy radicalmente opuesto a las creencias que afirmen lo sobrenatural. Pero tampoco creo que un cóctel de reacciones químicas vayan a dar razón convincente de su propia esencia.
El mundo que nos rodea -y del que formamos parte- nunca va a ser aprehendido intelectualmente con los medios de que disponemos.
En realidad lo interpretamos en una código cifrado... que pudiera tener múltiples interpretaciones.
De cada una de estas interpretaciones -dependientes de la conformación de los sentidos del receptor-, surgirían multitud de sistemas que ofrecerían su explicación.
No dejan de tener cierta razón quienes afirman que la única seguridad que nos concierne es la de existir como individuos. Fuera de nosotros, pudiera no existir NADA.
No lo creo, pero tampoco puedo demostrar lo contrario.

Pablo Veiga dijo...

Anónimo, con los debidos respetos, creo que incurres en un error muy común, que es adoptar una postura antropocéntrica en esta materia. Mira, los perros o los gatos, que son animales muy inteligentes, no se autorreconocen en un espejo, pero es por un tema sensorial, no por una cuestión intelectiva. Simplemente para estos animales el sentido de la vista es sólo instrumental de otros sentidos, en particular el olfato y el oído. Digamos que tienen una visión olfativa. Entonces una imagen plana, sin relieve ni olor, de una figura reflejada en un espejo, aunque sea la suya misma, no les dice nada. Del mismo modo que tampoco les llaman la atención las imágenes que aparecen en la pantalla de un televisor, aunque sean imágenes de un perro o de ellos mismos. Ellos no perciben ahí un perro, en realidad no perciben nada, o al menos nada interesante, porque está desprovisto de olor (que es su sentido esencial). En cambio, su propio olor (el propio olor de un perro) lo identifican perfectamente y lo distinguen del olor de otros perros y por supuesto del olor de otros animales. Así pues, lo que dices acerca de que un perro no se autorreconoce en el espejo y por eso no tiene autoconciencia, es como si yo digo que tú careces de autoconciencia porque no identificas tu propio y particular olor (un perro sí). Así que son muchos los animales con autoconciencia, con autopercepción, con subjetividad, con yoidad…, aunque no se autorreconozcan en un espejo.

Anónimo dijo...

F que descarrila: me parece que era Descartes quien decía que la realidad que percibimos está filtrada y mediatizada por nuestros sentidos y por nuestra propia mente, y que el único enlace existente entre nuestra percepción y la realidad real son las matemáticas. Ahí queda eso.

Anónimo dijo...

Pablo Veiga: me ha gustado mucho tu explicación. Eso significa que los perros sí tienen autoconciencia. En realidad a mí me chocaba mucho que no la tuvieran, pues son inteligentísimos y yo creo que hasta entienden un 10% del lenguaje humano (mi perra al menos).

Lúa dijo...

Lo de la "visión olfativa" de los perros me ha gustado mucho. Yo había oído que los murciélagos tienen "visión auditiva", por su sistema de ecolocalización (creo que los delfines también tienen un sistema parecido, por ultrasonidos que nosotros no captamos, aunque no son ciegos como los murciélagos). También hay animales que poseen sentidos que nosotros no tenemos. Por ejemplo, las aves migratorias están dotadas de un sistema de captación del campo magnético terrestre. Digamos que llevan un GPS interno y por eso pueden viajar miles de kilómetros, de un punto exacto a otro punto exacto del planeta, sin perderse.

Anónimo dijo...

Pero entonces me pregunto, porqué tanta capacidad de cognición, de análisis, incluso de abstracción.

Si todo esto no es necesario y la vida sigue sin nosotros...

¿Qué sentido tiene?

Pablo Veiga dijo...

¿Habéis oído hablar de los qualia? Son las cualidades subjetivas de las experiencias individuales. Por ejemplo, la rojez de lo rojo, o lo doloroso del dolor. Simbolizan el vacío explicativo que existe entre las cualidades subjetivas de nuestra percepción y el sistema físico que llamamos cerebro. Las propiedades de las experiencias sensoriales son, por definición, no cognoscibles en la ausencia de la experiencia directa de ellas; como resultado, son también incomunicables. Los qualia son vistos como una refutación del fisicalismo. En el artículo de Thomas Nagel ¿Cómo es ser un murciélago? se introduce una rudimentaria definición de qualia: el hecho de que un organismo tenga experiencias conscientes significa que hay algo que es cómo es ser ese organismo.Dennett identifica cuatro propiedades de los qualia:
inefables; esto es, no pueden ser comunicados o aprendidos por otros medios diferentes a la experiencia directa. Intrínsecos; esto es, son propiedades no relacionales, que no cambian dependiendo de la relación de la experiencia con otras cosas. Privados; esto es, todas las comparaciones interpersonales de los qualia son sistemáticamente imposibles. E inmediatamente aprehensibles en la conciencia.

Pablo Veiga dijo...

No me ha cabido todo en el comentario. Pero, en suma, lo que está claro es que ninguno de nosotros vamos a saber cómo es, de verdad, SER un murciélago.

Anónimo dijo...

Eso lo entiendo...pero en cuanto a cómo somos nosotros, creo que se puede explicar a través de la metafísica.

¿ Acaso la poesía no es metafísica pura ?

Creo que es el enlace entre lo psicológico y lo fisiológico.

Me parece demasiado sencillo y práctico, clasificar algo no entendible con un nombre.

Cómo me gustaría que estuviese Don Fernando Pessoa, para saber qué opina sobre esto que estamos hablando.

CC dijo...

Nos empeñamos en buscar sentido a las cosas como si todo lo que está aquí, en el universo, tuviera que estar PARA ALGO en concreto. Pero muchas cosas simplemente están. Están y nada más. Están porque sí ("just because", que dicen los ingleses) y no para nada en concreto. O sea, no tienen sentido.

Anónimo dijo...

Se me ocurre que si nuestra mente es como la cabeza de una aguja y la vida , el hilo. Todo pasa a través de nosotros como por un conducto, un cauce. Sensaciones, emociones, etc...

¿Será que simplemente hay que vivir?

¿Sufrimos o disfrutamos, más o menos, de lo que podríamos?

tERESA pANZA dijo...


En cosas del corazón, mandar es cosa de dos.