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jueves, 12 de enero de 2012

Pasa tiempo (por Mario Benedetti)

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero uno/a es joven hasta el día antes de morirse. En realidad todo el mundo muere joven.

F. dijo...

Que me perdone Mario Benedetti pero quería contaros mis impresiones después de leer dos obras de Stefan Zweig: el relato "El amor de Erika Ewald" (1904), y la novela corta -la primera, al parecer- "Ardiente secreto" (1910-11).
En este lapso de tiempo de apenas siete años, Zweig pasa de un estilo tardorromántico algo afectado a una solidez narrativa y a un tratamiento de los personajes de alto valor psicológico. Se ve que entendía muy bien a la gente, sobre todo a las mujeres, pienso yo.
En el relato de Erika Ewald, todavía funciona el esterotipo de jovencita que se resiste heroicamente a perder la "virtud" (curioso emplazamiento de la tal), pese a estar por los huesos del galán. En esta narración, la frígida heroina consigue zafarse de la palma del martirio y llora a solas por la dicha de haberse librado del trance... Vamos, me parecía que estaba viendo una de aquellas pelis del cine mudo, de damita indefensa desvanecida en una chaise-longue, entre las garras de un engominado de bigotillo recortado.
En el caso de la Ewald, en vista de que el ardiente frustrado se quita de en medio por unos días, entra en profunda reflexión y empieza a especular con qué iba a pasar si abandonaba su estrechez, que mira tú si la cosa no tendría su gustillo... Lo piensa y decide buscar al fugitivo, dispuesta a inmolarse en el ara del sacrificio... Pero resulta que encuentra al tipo con una maciza amartelada del bracete, la dicha en los ojos concupiscentes.
El chasco, de muerte. Y, en esto, nuestra fräulein resuelve que va a dedicar el resto de su vida (pero si tenía sólo veintitantos...) a dar clases de piano a los infantes de la burguesía vienesa. Patético.
Pero "Ardiente deseo", ay, amigos, eso si que es una señora novela (corta); para mí de lo mejor de Zweig. Los personajes son de carne y hueso; el alto voltaje sexual nada tiene que ver con los remilgos de Erika. Hay un niño de doce años -el hijo de la señora burguesa, fondona, secretamente ardiente, de un buen ver más que pasable- que, en mi opinión, es un dechado de talento descriptivo.
Esta no os la cuento, porque espero que la leáis. Y así que el club Stefan Zweig siga engrosando sus efectivos.
PS.- A veces me queda la duda de si todos van a ver con tanto entusiasmo las cosas que a mí me molan. Pasa con el cine, la música, la literatura...
Como soy un romantiquillo sin remedio, pues a lo mejor es mucho pedir que mis colegas de sexo (ellas ya sé yo que van a ser incondicionales), disfruten con algo que les puede resultar demasiado..., no sé que palabra emplear.
Yo soy de los que se emocionan con las prímulas tempranas que brotan en los setos rurales; el primer grillo que escucho (saludín, Tragi) me da un vuelco al corazón; he llevado un disgusto morrocotudo porque este enero aún no ha florecido la mimosa de mi predio, siendo que a últimos de diciembre suelen eclosionar en un fogonazo aromático, amarillo-cadmio-medio-...
No tengo remedio.

LuisMi dijo...

F., Qué chasco me llevé el otro día, que estaba hablando con un admirador de Zweig (somos legión) y pronuncié "zueig", y fue él y me corrigió amablemente, pues por lo visto el apellido se pronuncia "esveig". Me había acostumbrado a pronunciar "estefan zueig", a la española, y ahora me cuesta cambiar el chip. Inconvenientes de no saber alemán...

F. dijo...

Pues sí, LuisMi. Y significa "rama", que tiene su homónimo en español.
Es una rama del frondoso árbol del pensamiento judío universalista.
El otro día, me emocionó la fotografía que lo muestra muerto en la cama, abrazado a su compañera.
Dos de los artistas que más admiro, Vincent van Gogh y Stefan Zweig, se han suicidado. Esperemos que la admiración no nos lleve a imitar su ejemplo hasta las últimas consecuencias.
Lo que no se puede descartar nunca...

Círculo Cultural FARONI dijo...

Lo que une a las personas no es la identidad de pensamiento, sino la consanguinidad de espíritu.

(PROUST)

mIcRoRrElAtO dijo...

La gente honesta acortaba las palabras (boli, bici, fisio, otorrino…); mientras que los tahúres las alargaban (esencialidad, posicionamiento, tensionar, recepcionar…).

¿Por qué sería?

Anónimo dijo...

Pues porque todos los políticos españoles son una ralea de cafres, mequetrefes y botarates. Hay que barrerlos y correrles a gorrazos. Por ladrones y mentirosos.

Cide Hamete Benengeli dijo...

Voy como si fuera preso.
Detrás camina mi sombra,
delante mi pensamiento.

TóTUM REVOLúTUM dijo...


El pez sólo adquiere conciencia del agua cuando se le saca de ella.