Cinco libras cincuenta en monedas sueltas, exactamente,
una tarjeta de biblioteca en su fecha de caducidad.
Una postal, sellada,
no escrita, pero franqueada,
un diario de bolsillo cortado con un lápiz
desde el veinticuatro de marzo hasta el primero de abril.
Una abrazadera de llaves para una cerradura empotrada,
un reloj analógico, automático, parado.
Una demanda final
en su propia mano,
una nota de explicación enrollada
plantada allí como un ramo de claveles
pero decapitado, en su puño.
Una lista de la compra.
Una fotografía de un regalo escondida en su billetera,
un recuerdo depositado en el corazón de un medallón.
No hay oro ni plata,
pero coronando un dedo
un anillo de piel blanca, menos curtida.
Eso era todo.
4 comentarios:
En el último momento, en el último aliento, ¿qué cosas (probablemente nimias y triviales) llevaré en los bolsillos?
La vida no llega a su destino ni a su desembocadura, es sólo que el viaje se interrumpe como un tren de pronto averiado. Y -señor pasajero-, sintiéndolo mucho, hay que bajarse.
Si aprendimos a andar fue porque, cuando a la edad de un año tropezábamos y caíamos, no dijimos "Esto no es lo mío, así que lo dejo y me dedicaré a otra cosa".
Nuestro tiempo prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser.
(AUERBACH)
He creído vivir cada momento,
pero cuántos pasaron sin haber
sentido que estoy viva.
Pesan más que el recuerdo, los olvidos.
El nudo de mi vida lo sostienen
los espacios vacíos,
las líneas borradas.
(SUSANA BENET)
Publicar un comentario