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viernes, 8 de enero de 2010

Casida del llanto (por García Lorca)

He cerrado mi balcón
porque no quiero oír el llanto
pero por detrás de los grises muros
no se oye otra cosa que el llanto.
Hay muy pocos ángeles que canten,
hay muy pocos perros que ladren,
mil violines caben en la palma de mi mano.
Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un violín inmenso.
Las lágrimas amordazan al viento
y no se oye otra cosa que el llanto.

5 comentarios:

Aldonza Lorenzo dijo...

Lo bueno suena. Lo malo truena.

casa de citas dijo...


Ni la elocuencia revolucionaria, ni las cartas de amor, pueden leerse por terceros sin hilaridad.

(GÓMEZ DÁVILA)

Cide Hamete Benengeli dijo...

Ya están juntos para siempre
el amor que no tuviste
y el que tuviste y no tienes.

Dimes Y Diretes dijo...

Tristeza, pues yo soy tuyo,
no dejes tú de ser mía;
mira bien que me destruyo
con ver sólo a la alegría
pretendiendo hacerme suyo.

(BOSCÁN)

Lloviendo amares dijo...

Todos los niños del mundo, menos uno, crecen. Y no sólo crecen, sino que en seguida saben que han de crecer. Nuestra Wendy lo supo del modo siguiente:

Cierto día, cuando sólo contaba dos años, estaba jugando en un jardín; arrancó una flor y corrió a llevársela a su madre. Es de suponer que debía de estar encantadora, pues la señora Gentil, poniéndose una mano sobre el corazón, exclamó: "Oh! ¿Por qué no habrías de quedarte así para siempre?" Nada más que esto sucedió entre las dos, pero, desde entonces, Wendy supo que crecería. Se sabe esto siempre después de cumplir los dos años. Los dos años son el principio del fin.

(J.M.BARRIE, Peter Pan)