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lunes, 30 de julio de 2012

Y nada está seguro de sí mismo (por Jaime Torres Bodet)


Un hombre muere en mí siempre que un hombre

muere en cualquier lugar, asesinado

por el miedo y la prisa de otros hombres.



Un hombre como yo; durante meses

en las entrañas de una madre oculto;

nacido, como yo,

entre esperanzas y entre lágrimas,

y -como yo- feliz de haber sufrido,

triste de haber gozado,

hecho de sangre y sal y tiempo y sueño.



Un hombre que anheló ser más que un hombre

y que, de pronto, un día comprendió

el valor que tendría la existencia

si todos cuantos viven

fuesen, en realidad, hombres enhiestos,

capaces de legar sin amargura

lo que todos dejamos a los próximos hombres:

El amor, las mujeres, los crepúsculos,

la luna, el mar, el sol, las sementeras,

el frío de la piña rebanada

sobre el plato de laca de un otoño,

el alba de unos ojos,

el litoral de una sonrisa

y, en todo lo que viene y lo que pasa,

el ansia de encontrar

la dimensión de una verdad completa.



Un hombre muere en mí siempre que en Asia,

o en la margen de un río

de África o de América,

o en el jardín de una ciudad de Europa,

una bala de hombre mata a un hombre.



Y su muerte deshace

todo lo que pensé haber levantado

en mí sobre sillares permanentes:

La confianza en mis héroes,

mi afición a callar bajo los pinos,

el orgullo que tuve de ser hombre

al oír -en Platón- morir a Sócrates,

y hasta el sabor del agua, y hasta el claro

júbilo de saber que dos y dos son cuatro...



Porque de nuevo todo es puesto en duda,

todo se interroga de nuevo

y deja mil preguntas sin respuesta

en la hora en que el hombre

penetra -a mano armada-

en la vida indefensa de otros hombres.

Súbitamente arteras,

las raíces del ser nos estrangulan.



Y nada está seguro de sí mismo

ni en la semilla en germen, ni en la aurora la alondra,

ni en la roca el diamante,

ni en la compacta oscuridad la estrella,

¡cuando hay hombres que amasan

el pan de su victoria

con el polvo sangriento de otros hombres!

4 comentarios:

Cide Hamete Benengeli dijo...

Si no tienes palomar
y eres paloma perdida,
ven aquí a la vera mía,
que a ti no te ha de faltar
ni cariño ni alegría.

hAiKu dijo...


Alas, orejas.
Si acaricio el plumón,
¿maúlla o pía?

(RIVERO TARAVILLO)

Dimes Y Diretes dijo...


No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo.

(VICTOR HUGO)

Círculo Cultural FARONI dijo...


Ningún sabio verdadero es soberbio.

(proverbio indio)