viernes, 21 de febrero de 2014
Desprovistos de alas (por Arturo Gutiérrez)
Entre el suelo y el techo de un ascensor
cada rostro es territorio incierto para la mirada,
las lenguas se anudan,
las manos buscan el aire en los bolsillos.
En esta pequeña Babilonia
no hay un solo hombre,
siquiera uno de ellos,
que no lleve una pequeña piedra entre sus manos.
Las llaves, el reloj, algún espejo,
todo aquí es atentado contra la gravedad.
Vaya forma de pagar una terrible condena:
haber nacido desprovistos de alas
-a ras de suelo-
con tan torpe afición a las alturas.
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3 comentarios:
Somos reptantes que casi vuelan, pero también somos ángeles sin alas.
¿Cuántas bacterias
ahora mismo en tus manos,
en tus mejillas…?
(CUQUI COVALEDA)
Ojo con lo que se desea: hay veces que se consigue.
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