domingo, 16 de febrero de 2014
Hasta qué hora son cuatro estas paredes (por César Vallejo)
Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.
Criadero de nervios, mala brecha,
por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.
Amorosa llavera de innumerables llaves,
si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo, los dos,
más dos que nunca. Y ni lloraras,
di, libertadora.
Ah las paredes de la celda.
De ellas me duele entretanto, más
las dos largas que tienen esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una.
Y sólo yo me voy quedando,
con la diestra, que hace por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo,
esta mayoría inválida de hombre.
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5 comentarios:
El mundo entero es una gran celda, una cárcel más amplia de lo normal. Cuando has estado en la cárcel, tienes la impresión de que allí donde estés es otra cárcel -Buero Vallejo, en "La Fundación"-.
Los dos, más dos que nunca, en lucha contra las cuatro paredes.
Rodolfo, no entendiste ni papa.
Si para todo hay término y hay tasa,
y última vez, y nunca más, y olvido,
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo nos hemos despedido?
(BORGES)
En el campo nacen flores;
en el mar nacen corales;
en mi corazón amores
y en el tuyo falsedades.
Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.
(BORGES)
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