domingo, 20 de abril de 2014
Tu rostro definitivo (por Sigfrido Radaelli)
Supongamos que soy un espejo.
Me miras. Sólo un instante.
Tu mirada cae, los ojos entreabiertos,
cansados.
Una sombra orgullosa sobre tus labios.
Aprietas la boca. No es desdén,
es una infinita tristeza.
Arriba, enérgico, el casco brillante,
el airón de plumas, los colores.
Debajo, sujetando tu barba,
la cinta de metal.
Miro de nuevo en tus ojos entrecerrados,
estremecidos.
¿Qué más da? ¿Cumpliste tu vida?
¿Todo lo que anhelabas,
tus sueños,
son ya la sombra de tu casco?
De todos los espejos en que te miraste año por año,
joven, sonriente,
fuerte, dominador,
es éste el que contempla tu rostro definitivo.
Aquí estoy, pareces decirme.
Siempre era yo mismo. Y ahora soy yo mismo
este comienzo de ruina dorada
que aún resplandece.
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6 comentarios:
El último rostro estará pálido y apagado. Será un rostro frío, rígido y lívido. Eso ya lo sabemos ("crónica de una muerte anunciada", dijo el Gabo, que anteayer se salió con la suya aquí en la Tierra). Pero que sea el último rostro no significa que haya de ser el que prevalezca. En la memoria de quienes me rodean prefiero que quede el rostro encendido y risueño que alguna vez (sí, creo que alguna vez) llegué a tener.
Cien mil humanos
con sus cien mil memorias
en el Camp Nou.
(RAFAEL BALDAYA)
Unas veces se gana y otras se aprende.
Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección.
(SÁBATO)
Los mejores doctores del mundo son el Dr. Dieta, el Dr. Tranquilidad y el Dr. Alegría.
(JONATHAN SWIFT)
La verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.
(DICKENS)
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