jueves, 10 de abril de 2014
Un año tan año (por Máximo Simpson)
Tan mortal como el otro,
tan reciente,
es un año tan año que da pena,
que da llanto y da rabia.
Eso eso simplemente: tan pequeño,
tan efímero rostro, tan escaso,
tan difunto y floral,
que lo veo pasar desenrollando
variados arrebatos, diminutas acciones,
coyunturas y brindis,
como el buen empleado de oficina,
impasible escribano de los muertos,
que dejará a su vez un almanaque,
una silla y un sueldo para otro.
Minúsculas reyertas con sus golpes de mano,
los gestos estruendosos y las revoluciones,
los precarios destinos navegando en la gota
del año inmemorial que se repite,
me ponen melancólico, irritable.
Sin embargo a mí esto no me arredra,
no me estorba empezar todo de nuevo:
ordené mis carpetas,
discipliné el declive de mis años,
esta gran inquietud que me atenaza,
y me dispuse a ser,
a ser nomás un hombre,
con el desbarajuste que sostengo,
con mi gran ansiedad desaforada,
y así compaginados mis recelos,
metodizada el ansia, con mi tormento en regla,
yo me puse a vivir entre mis deudos,
a caminar entre vecinos,
para vivir nomás, vivir si esto es posible,
solamente morir,
vivir y estar cayendo.
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5 comentarios:
Todo se repite pero también todo es distinto. Todo es viejo pero también todo es nuevo.
Cada vuelta de la Tierra al Sol es una vuelta, sí. Pero también es esa vuelta nueva que nunca jamás había dado antes.
Y cada año nuestro es otro año (de 365 días como el anterior y el anterior del anterior, como todos los años.
Pero también es un año "a estrenar", "a inaugurar"... como una tierra virgen, como un territorio que nadie pisó nunca. Algo que jamás habíamos vivido y está ahí ofreciéndose a nosotros como fruta generosa a la que hincar el diente.
¿Es otro año
o es siempre el mismo pero
con otro número?
(Dedicado al gran haijin Aitor Suárez )
Mancha del corazón, ningún jabón la limpia.
(proverbio persa)
Iba mi corazón -caracol sin lamento- impulsando, sangriento, su pequeña canción... Y luego la ilusión... engaño... ensueño... La muerte grande... lo demás, pequeño. Ah qué inútil empeño Corazón! Corazón!
(SOTO)
El día que me atropellaron mi madre, en la consulta, sintió que le crujía de pronto la cadera, mi hermana la clavícula, mi sobrina la tibia, mi pobre prima la muñeca. Les siguieron mis cuatro tías y mis firmes abuelas, con sus costillas y sus muelas, con sus sorpresas respectivas. Entre todas, aquel extraño día, se repartieron hueso por hueso el esqueleto que yo no me rompía. Les quedo para siempre agradecida.
(ERIKA MARTÍNEZ)
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