domingo, 6 de julio de 2014
Soy una fábrica (por Vladimir Mayakovski)
Se le ladra al poeta:
«¡Quisiera verte con un torno!
¿Qué, versos?
¿Esas pamplinas?
¡Y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!»
Sin embargo
es posible que nadie
ponga tanto ahínco en la tarea
como nosotros.
Yo mismo soy una fábrica.
Y si bien me faltan chimeneas,
esto quiere decir
que más coraje me cuesta serlo.
Sé muy bien
que no gustáis de frases vacías.
Cuando aserráis la madera, es para hacer leños.
Pero nosotros
qué somos sino ebanistas
que trabajan el leño de la cabeza humana.
Por supuesto
que pescar es cosa respetable.
Echar las redes.
¿Quién sabe? ¡Tal vez un esturión!
Pero el trabajo del poeta es más beneficioso:
la pesca de hombres vivos, esto es lo mejor.
Enorme, ardiente es el trabajo en los altos hornos,
donde se forma el hierro chisporroteante.
¿Pero quién
se atrevería a llamarnos holgazanes?
Nosotros bruñimos las mentes con áspera lengua.
¿Quién es más aquí?
¿El poeta o el técnico
que procura a los hombres
tantas ventajas prácticas?
Los dos.
Los corazones son también motores.
El alma es también fuerza motriz.
Somos iguales.
Camaradas de la clase trabajadora.
Proletarios del cuerpo y del espíritu.
Solamente unidos,
solamente juntos podremos engalanar el universo,
acelerar el ritmo de su marcha.
Ante una oleada de palabras, levantemos un dique.
¡Manos a la obra!
¡Al trabajo, nuevo y vivo!
Y a los que discursean
que se les mande al molino.
¡Para que el agua de sus discursos haga girar sus aspas!
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5 comentarios:
PROHIBIDO ENTRAR SIN PANTALONES.
Juan Bonilla sigue aquí los pasos de Vladimir Maiakovski, el más enérgico representante de la vanguardia rusa, un poeta futurista, carismático, innovador y combativo, que declaró la guerra a la burguesía y al poder desde sus inicios. La Revolución rusa lo catapultaría a la condición de poeta nacional y por unos años se supo poderoso.
Nueva York, Berlín, París, Moscú, San Petersburgo y México son algunos de los escenarios de esta apasionante novela que se adentra en la vida de un hombre extremo, arrogante, un narcisista que no soportaba que no lo quisieran, un soñador que creía en el futuro y que vivió con una intensidad desbordante su relación amorosa con Lily Brik, permitida y alentada por su marido Osip, en uno de los triángulos más famosos de la literatura mundial.
Contagiado por la personalidad de su protagonista, éste es un libro gamberro, radical, regido por la invención y la libertad, en el que Juan Bonilla desafía las normas establecidas y juega con las metáforas incendiarias, las ganas de juerga y de bronca a través de una prosa nítida y enérgica. Una arrolladora fuerza narrativa de la que surge poderoso el enorme carisma de este genio de la vanguardia rusa.
Lo bueno de morirse es que ya no tienes que madrugar.
(TIP Y COLL)
dejadme así morir, sin ser llorado,
substraído del mundo, sin siquiera una lápida
que anuncie que yazgo ahí.
(ALEXANDER POPE)
De la compleja
y total maquinaria,
soy una pieza.
(RAFAEL BALDAYA)
En cada sendero, su atolladero.
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