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viernes, 19 de septiembre de 2014

Lo hemos gastado todo (por Eugénio de Andrade)


Ya hemos gastado las palabras en la calle, amor mío,
y lo que nos ha quedado no basta
para alejar el frío de cuatro paredes.
Lo hemos gastado todo salvo el silencio.
Hemos gastado los ojos con la sal de las lágrimas,
hemos gastado las manos a fuerza de apretárnoslas,
hemos gastado el reloj y las piedras de las esquinas
en esperas inútiles.

Meto las manos en los bolsillos y no me encuentro nada.
Antes teníamos tanto que darnos;
era como si todo fuera mío:
cuanto más te daba más tenía que darte.

A veces decías: tus ojos son unos peces verdes
y yo me lo creía.
Me lo creía
porque a tu lado
todas las cosas eran posibles.

Pero eso era en el tiempo de los secretos,
era en el tiempo en que tu cuerpo era un acuario,
era en el tiempo en que mis ojos
eran realmente peces verdes.
Hoy son sólo mis ojos.
Es poco, pero es la verdad,
unos ojos como los demás.

Ya hemos gastado las palabras.
Cuando ahora te digo amor mío,
ya no pasa absolutamente nada.
Y sin embargo, antes de gastarse las palabras,
estoy seguro de que todo se estremecía
sólo con murmurar tu nombre
en el silencio de mi corazón.

No tenemos ya nada para darnos.
Dentro de ti
no hay nada que me pida agua.
El pasado es inútil como un trapo.
Ya te lo he dicho: las palabras están gastadas.

Adiós. 

6 comentarios:

Tragikomedia dijo...

Más vale gastarse que enmohecerse.

hAiKu dijo...


No estuve en Auschwitz.
No estuve en Hiroshima.
Qué suerte tengo.

(RAFAEL BALDAYA)

TóTUM REVOLúTUM dijo...


Una gran inteligencia en la cabeza de un malvado es como un cuchillo afilado en las manos de un loco.

Círculo Cultural FARONI dijo...


Mejor es no saber que saber mal.

(proverbio finés)

hAiKu dijo...


Abro tu ropa.
Mis dedos son tijeras
de dulce filo.

(SUSANA BENET)

Fuego de palabras dijo...

Esa ráfaga, el tango, esa diablura,
los atareados años desafía;
hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
menos que la liviana melodía,

que solo es tiempo. El Tango crea un turbio
pasado irreal que de algún modo es cierto,
el recuerdo imposible de haber muerto
peleando, en una esquina del suburbio.

(BORGES)