Aquí, al volver el sol, han confluido
mi sangre con tu sangre de noviembre:
verde seco es vasija de otro verde
seco que abarca toda la costumbre
de renacer -cenizas son
los días diecinueve y cada noche
en que Saturno manda en las estrellas-
No hay lugar para ti y para mí juntos
en esta ciudad rota en la que somos
tú y yo, no lo mejor de cada uno
sino tú y yo. No hay sitio.
Hay una esquina
que, aunque lugar de citas imposibles,
es el único punto que nos queda
para que la belleza del encuentro
y el dolor consecuente a la belleza
dignifiquen al menos nuestra ausencia.
2 comentarios:
Aunque sigamos caminos separados y calles alejadas, queda una esquina: queda esa esquina donde imposiblemente convergemos en sueños.
Amor de ratas.
Tigres que ronronean.
Hienas lamiéndose.
(CUQUI COVALEDA)
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