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lunes, 2 de mayo de 2016

De todo aquello que hemos sido (por Gemma Gorga)


Levantarse temprano y comprobar que todo sigue igual,

que las ventanas no han envejecido tanto durante la noche

y que el pan de ayer sigue tierno para los dientes de leche

del nuevo día, que en la cocina perdura el olor áspero

del curri, el olor de nuestras manos preparando la cena,

preparando el amor bajo el lienzo blanco de la harina,

que los libros todavía conservan, tozudos, memoria

de las palabras, que todo está en fin donde tiene que estar,

desde los huesos hasta las mariposas, pasando por

los meridianos y por los silencios, que ocupan la exacta

latitud celeste donde alguien los dibujó. Y así cada

día idéntico trabajo para pasar del ayer

al hoy, para atravesar las oscuras aguas de la noche

con éxito y volver a comenzar como si nada hubiera

pasado –más que un poco de tiempo- el fango de los segundos.


Y así hasta que una noche embarquemos. Pero será otro ya

el río y será otro el barquero. Para entonces, dime, ¿quién

mantendrá el nombre, quién resguardará el olor de todo aquello

que hemos sido, que por nosotros ha vivido, qué mirada

recogerá las ventanas, el pan, las manos, la memoria,

los libros?

¿Qué lodo se atreverá a anegar tanta vida?

3 comentarios:

hAiKu dijo...

Las lenguas muertas.
Las palabras que ya
nadie pronuncia.

(RAFAEL BALDAYA)

Cide Hamete Benengeli dijo...


En el canal de su pecho
tiene mi chiquilla un grano
y no quiere que la opere
porque no soy cirujano.

Lloviendo amares dijo...

OCULTAS (Rafael Baldaya)

La solución a la neumonía, el tétanos, el cólera, la tisis...,
la solución a las enfermedades infecciosas,

podía estar en

hacerse un sangrado,
clavarse agujas,
el jarabe de aloe,
las hojas del sauce,
fumar tabaco,
el cuerno de rinoceronte bien molido,
el zumo de limón,
la infusión de ruibarbo,
el veneno de serpiente a escasas dosis,
la abstinencia de harina,
comer ancas de rana,
el cloruro potásico,
las friegas de lavanda,
duchas con agua gélida,
un ritual exorcista,
el ungüento de azufre,
(pon aquí, lector, lo que se te ocurra; aunque parezca un disparate)...

La solución podía estar en miles de sitios,
en miles de cosas,
en miles de acciones.

Fleming tiene la costumbre de almorzar en su laboratorio, por lo que un trozo de comida que se ha enmohecido cae accidentalmente sobre una placa con bacterias, produciendo la destrucción de éstas.

Fleming lo observa y se le enciende una luz.

Y así es como, de chiripa, por pura casualidad, llega a saberse que la solución a las infecciones bacterianas está en...

¡un hongo!: en ese hongo concreto.

Es lo que pasa con las soluciones:

que siempre están ocultas y mezcladas con des-soluciones.

Son como las buenas ideas, que generalmente están revueltas y escondidas entre ideas fallidas, entre ideas erróneas, entre des-ideas...

¡Y es por eso que cuesta tanto trabajo encontrarlas!