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domingo, 27 de mayo de 2018

Mi lengua natal ya no me engaña (por Marina Tsvetáieva)


Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio!
Después de largo tiempo delatado
ya me es indiferente
dónde sentirme sola.

Caminar sobre piedras,
a casa con la cesta.
La casa que no es mía:
hospital o cuartel.

Me da igual quién me mire
como a un león cautivo.
Cuál es el clan humano
que me ha expulsado -siempre-.

Muy dentro de mí misma,
oso polar si hielo.
Dónde no poder convivir (¡ni lo intento!).
Dónde me humillarán -da lo mismo-.

No, mi lengua natal ya no me engaña,
ni materna, me engaña su llamada.
Ya me es indiferente en qué lenguaje
no seré comprendida por el hombre.

(Lector, devorador de toneladas
de periódicos, adicto al cotilleo...).
Él es del siglo veinte;
yo: ¡fuera de los siglos!

Enhiesta como un tronco,
resto de la alameda.
Todo y todos iguales;
igual indiferencia.

Lo natal, lo pasado,
rasgos todos y marcas:
toda fecha borrada-
donde ha nacido el alma.

Mi tierra me ha perdido,
y el que investigue, astuto,
el ámbito de mi alma -¡mi alma toda!
no encontrará la traza.

Las casas son ajenas y los templos vacíos.
Me da todo lo mismo.
Mas si aparece un árbol
en el camino, un árbol de frutos dulces...


4 comentarios:

Tragikomedia dijo...


La patria es un complemento circunstancial de lugar.

Pablo M dijo...



Uno es de allí donde se siente bien.

"Para estar bien,
mucho más que dónde
importa con quién".

Anónimo dijo...

Por desgracia el nacional-talibanismo no lo entiende así.

casa de citas dijo...

La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.

(CICERÓN)