Un peregrino atraviesa el pueblo de noche;
un ignorante, un insignificante hombre.
Era ya un peregrino cuando el mundo empezó
a vislumbrar extraños cazadores en el infinito.
Los acantilados están a izquierda y a derecha.
El mar es como el mar cuyo rumor corrió
en su infancia por la llanura del trueno.
El mar, entonces, era esperanza y murmullo alegre;
los desfiladeros eran altos, el mar era profundo.
Ojalá tuviera el valor de no dormir.
No puedo seguir, ¿cuándo podré levantarme?
Enséñame a navegar por los fiordos del azar
mientras esquivo mi abisal ignorancia.
2 comentarios:
Todos los caminos conducen a Roma (¡¡¡ pero yo quería ir a San Petersburgo !!!)
Canto lo que perdí y me da miedo lo ganado,
camino combatiendo eternamente,
mi rey, un rey perdido y también mis soldados;
y aunque corran mis pies desde el alba al ocaso
suenan siempre en la misma piedra breve.
(W.B. YEATS)
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