Los reyes no tocan las puertas.
No conocen esta dicha:
empujar ante sí con suavidad o rudeza
uno de esos grandes paneles cotidianos,
volverse hacia él para colocarlo de nuevo en su lugar,
tener entre sus brazos una puerta.
La dicha de empuñar por el vientre, por su nudo de porcelana,
uno de esos altos obstáculos de una pieza;
ese cuerpo a cuerpo rápido mediante el que,
detenido el paso un instante,
los ojos se abren y el cuerpo entero se acomoda
a su nueva estancia.
Con una mano amistosa retenerla todavía,
antes de empujarla decididamente y cerrar
-lo que el ruido del gozne,
poderoso pero bien aceitado,
agradablemente asegura.
1 comentario:
Toda puerta es mágica porque nos permite atravesar las paredes.
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