domingo, 16 de marzo de 2014
Ya no estaba (por Bertolt Brecht)
Fue un día del azul septiembre cuando
bajo la sombra de un ciruelo joven
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla ya no estaba.
Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: «¿Qué fue de aquel amor? »
Debo decirte que ya no lo recuerdo;
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sé que un día la besé.
Y hasta el beso lo habría olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
Era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
Cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.
bajo la sombra de un ciruelo joven
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.
Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla ya no estaba.
Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: «¿Qué fue de aquel amor? »
Debo decirte que ya no lo recuerdo;
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sé que un día la besé.
Y hasta el beso lo habría olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
Era muy blanca y alta, y descendía.
Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
Cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.
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4 comentarios:
No hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí.
La vida es breve y el sueño efímero
a todos gustaría atrapar al cielo con las manos pero alguien vigila el sueño de los niños.
Una estupidez no deja de serlo porque haya quien muera por ella.
(GÓMEZ DÁVILA)
Quememos todas
las banderas del mundo
sin excepción.
(ANDRÉS HURTADO)
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