jueves, 19 de junio de 2014
Y el agua me columpia (por Matilde Alba Swann)
Y la lluvia sonríe, canta dentro
del cristal que me habita
y repercute
sobre un suelo ya antiguo
en otras lluvias, y otras tardes miradas
desde lejos.
Mi ventana de ver el mundo, abierta,
y mi puerta a algún náufrago,
descubro
que no hay puertas,
que nunca hubo ninguna
para abrir, ni cerrar; que estuve afuera.
Y esta lluvia...
La tarde me habla quedo
como un hombre, cansado ya de días,
que repite y repite la aventura
no vivida,
y es su única aventura.
Que no sea la noche aún, imploro;
que esta penumbra se prolongue
y siga.
Que no llegue la sombra, que no arribe
la hora parda,
y el agua me columpia; recién nazco,
es temprano, necesito
de la gracia de un pétalo de tiempo,
del milagro de dar
mi voz exacta.
Un rocío ya apenas, esta lluvia
se ha quedado fulgiendo
en las corolas
amarillas y rojas de mi patio.
En cada gota –yo te absuelvo– escucho,
de la espina y la herida
que causaste.
Esta lluvia, el perdón, y mis rosales.
Emplumada de gris, vuela la tarde.
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5 comentarios:
Precioso poema y muy original, ese diálogo con la lluvia. Sois una caja de sorpresas. Gracias.
Complicar es más fácil que simplificar.
El mayor amigo de la verdad es el tiempo.
...y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriera,
que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.
(PESSOA)
El problema ahora
es que la jaula está
en el interior del pájaro.
(DAVID E. RODRÍGUEZ)
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