sábado, 30 de agosto de 2014
Ese nombre (por Joan Margarit)
Ha apoyado la frente en el cristal
frío, empañado, con trasluz de invierno.
Escribe el nombre de ella y, a través
de las líneas que traza con el dedo,
la ha visto en un paraje solitario
con el mar y las rocas en la noche.
Al fondo, las estrellas: de pronto, las gaviotas
alzan el vuelo como un resplandor
al paso de un falucho. Se ha engañado:
detrás de la ventana hay una calle
que el alba hace más triste, sin un alma,
con coches aparcados.
Tras las líneas comienza a amanecer:
el sol naciente borrará ese nombre
en la escarcha rosada del cristal.
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3 comentarios:
Muchas gracias por mantener abierto el blog en medio del erial agostil. Os parecerá una tontería,pero leer y descubrir cada día el poema que ponéis, es (para mí) una buena razón para estar viva. Un abrazo.
¿En qué apeadero,
en qué estación tendré que
bajar del tren?
(CUQUI COVALEDA)
A mi retorno,
no iré enseguida hacia las gentes que amo.
Caminaré a la sombra de los rugosos muros altos y antiguos
y saciaré mis manos en la taza colmada de la fuente
y arrancaré una brizna de hierba y sentiré su gusto primaveral en mis labios
y aspiraré la noche, plena de familiares fragancias...
y sabrán las cosas que he vuelto
y habrá en la noche como una fiesta escondida entre las viejas casas y mi alma.
(BORGES)
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