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martes, 12 de agosto de 2014

Lo que le hace el fuego (por Sebastián Pedrozo)


Cuando tenía diez años

Nos mudamos a una casa con estufa a leña

Yo no sabía qué era el fuego

Hasta que mi padre me llevó a cortar leña

Nos metimos en el monte

Él tenía un machete

Yo una bolsa de arpillera

Cortó ramas altas de una acacia

La mejor brasa, dijo

Volvimos cansados y sucios

Encendimos el fuego.

Allí se hizo la cena

Y no me despegué más

De las llamas

De la madera

Del calor

Mi primer invierno

Lo pasé quemando cosas

Soldados de plástico

Las muñecas de mi hermana

Pan viejo

Insectos

El pelo acumulado en el cepillo de mi madre

Aceite de moto

Las cuerdas con que ataban a los pollos de las patas

Un reloj de pulsera

Un cuaderno doble raya

Con un poema de Constancio C. Vigil

Hasta una medalla que había ganado en karate en el 86



Todo era vencido por el amarillo

Todo mudaba de forma

Derretido

A la mañana

Buscaba en los restos del incendio

Los objetos incinerados

Es curioso lo que le hace el fuego

A la gente

La vuelve silenciosa

Y lenta

Nada me detuvo

Salía a buscar más y más leña

Hasta que un día tosí

Y un dolor horrendo me cruzó la espalda

Caí rendido en una cama

Y la fiebre me devoró

Sentía la congestión

El agua en los pulmones

Golpetear sin tregua

Siempre

Por las noches



Una vez vino a verme

Mi maestra de quinto año

Ahí supe que era grave

Que la vida es frágil si uno se aferra

Con desesperación a la fe



Los excesos

Dijo mi padre

Te matan de a poco

Pero hacen los detalles

Por los que te recuerda la gente.

7 comentarios:

indecible dijo...

Supongo que en el poema original todos los versos empiezan por mayúscula. Respeto al autor pero me parece muy mala idea. Bien en el fondo pero mal por esta fea costumbre que castra al poema. No lo castra (teclado predictivo) pero lo lastra .

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

En efecto, así en el texto original. Saludos.

casa de citas dijo...


Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.


(TWAIN)

cajón desastre dijo...


Todo conocimiento es una hipótesis.

(CAJAL)

ORáKULO dijo...

No culpemos a nuestra comida de nuestra falta de hambre.

Fuego de palabras dijo...

Sus ojos en eclipse,

pálidos y fríos sus labios,

famélica la luz de sus esperanzas,

muda su lengua,

rígido su arco

con las lágrimas que derramó,

inclinando hacia atrás su agraciada cabeza;

el amor está muerto:

su última flecha voló;

no hay más dardos;

llévenlo a su oscuro lecho de muerte:

entiérrenlo en el frío, frío corazón:

el amor está muerto.



(ALFRED TENNYSON)

Lloviendo amares dijo...


A veces nos sucede con lo que se niega o se calla, con lo que se guarda y se sepulta, que va difuminándose sin remedio y llegamos a descreer que en verdad existiera o se diera, tendemos a desconfiar increíblemente de nuestras percepciones cuando ya son pasado y no se ven confirmadas ni ratificadas desde fuera por nadie, renegamos de nuestra memoria a veces y acabamos por contarnos inexactas versiones de lo que presenciamos, no nos fiamos como testigos ni de nosotros mismos, sometemos todo a traducciones, las hacemos de nuestros nítidos actos y no siempre son fieles, para que así los actos empiecen a ser borrosos, y al final nos entregamos y damos a la interpretación perpetua, hasta de lo que nos consta y sabemos a ciencia cierta, y así lo hacemos flotar inestable, impreciso, y nada está nunca fijado ni es definitivo nunca y todo nos baila hasta el fin de los días, quizá es que no soportamos las certezas apenas, ni siquiera las que nos convienen y reconfortan, no digamos las que nos desagradan o cuestionan o duelen, nadie quiere convertirse en eso, en su propio dolor y su lanza y su fiebre.

(MARÍAS)