Niños terrícolas del siglo treinta:
Entonces las especies vegetales
brotaban a su antojo de la tierra,
se hermanaban formando laberintos
rebosantes de vida.
Los árboles crecían, se estiraban
como sueños borrachos de tormenta
y en sus copas el viento cantaba con el pájaro.
—la extrañeza les abre la boca y la mirada—
—se escuchan expresiones de sorpresa—
la belleza del campo amanecido.
Observad las estrellas coronando la noche,
flotando como adornos navideños
de un altísimo abeto.
Mirad un hombre de hace nueve siglos
absorto en la visión de unas montañas.
—¿Qué fulge en su mirada? ¿Qué luz hay en sus ojos?-
Es lo que los antiguos llamaban el Asombro…
4 comentarios:
Parecería que el poema quiere decir que en el siglo XXX los niños ya no se asombran. Pero en realidad dice lo contrario, pues sí se asombran. Es decir, se asombran y quedan extrañados al ver cómo se asombraban los niños del siglo XXI. O sea, que diez siglos después siguen asombrándose, aunque ahora la causa del asombro sea otra distinta.
Es verdad, Carlos, el poema es contradictorio. El Asombro sigue existiendo, no se ha extinguido. A nosotros también nos asombraría ver de qué se asombraban los humanos del siglo X.
Dios existe en la música.
(ÁNGEL GONZÁLEZ)
Podríamos no estar hechos de carne y hueso: por ejemplo, cuando soñamos, nuestro cuerpo físico no importa, lo que importa es nuestra memoria y las imaginaciones que urdimos con esa memoria. Y eso es evidentemente temporal, y no espacial.
(BORGES)
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