zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

Ver una entrada al azar

miércoles, 1 de agosto de 2018

Como sólo podían sus ojos (por Roberto Bolaño)


Te visitan en la hora más oscura
todos tus amores perdidos.
El camino de tierra que conducía al manicomio
se despliega otra vez como los ojos
de Edna Lieberman,
como sólo podían sus ojos
elevarse por encima de las ciudades
y brillar.
Y brillan nuevamente para ti
los ojos de Edna
detrás del aro de fuego
que antes era el camino de tierra,
la senda que recorriste de noche,
ida y vuelta,
una y otra vez,
buscándola o acaso
buscando tu sombra.
Y despiertas silenciosamente
y los ojos de Edna
están allí.
Entre la luna y el aro de fuego,
leyendo a sus poetas mexicanos
favoritos.
¿Y a Gilberto Owen,
lo has leído?,
dicen tus labios sin sonido,
dice tu respiración
y tu sangre que circula
como la luz de un faro.
Pero son sus ojos el faro
que atraviesa tu silencio.
Sus ojos que son como el libro
de geografía ideal:
los mapas de la pesadilla pura.
Y tu sangre ilumina
los estantes con libros, las sillas
con libros, el suelo
lleno de libros apilados.
Pero los ojos de Edna
sólo te buscan a ti.
Sus ojos son el libro
más buscado.
Demasiado tarde
lo has entendido, pero
no importa.
En el sueño vuelves
a estrechar sus manos,
y ya no pides nada.


5 comentarios:

Pablo M dijo...

Todo lo que se fue sigue estando. De alguna forma y en algún sitio. Nada ni nadie se fue del todo.

Fuego de palabras dijo...

¿En qué zanjón esconderé mi alma para que no vea tu ausencia que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada?

(JORGE FERRARO)

Aldonza Lorenzo dijo...

Fallos y equivocaciones deben servir de lecciones.

Lloviendo amares dijo...

un pájaro de doblado plumaje
en la palmera canta, sin significado humano,
sin sentimiento humano, un extranjero son.

(WALLACE STEVENS)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Es preciso que levantes el brazo derecho

porque quiero llevar de ti un recuerdo de árbol.

Quiero saber que dejo sembrada en el horizonte

tu mano.


Tu mano que al viento crezca recordada,

tu mano que lo diga todo. Nada.


Es preciso que levantes el brazo derecho

para ver de lejos temblar tu corazón entre tus dedos.

Tu corazón, fruto que dio, sembrada en mis recuerdos

tu mano.


Tu mano que al viento diga de ese modo

nada. Todo.

(JOAQUÍN PASOS)