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lunes, 4 de enero de 2021

En su éxtasis por no sentir nada (por Sharon Olds)


Después de derrotar al ejército de Espartaco

Marco Licinio Craso

crucificó 6000 hombres.

Eso dicen los documentos,

como si hubiera clavado los 18.000

clavos él mismo. Me pregunto cómo

se sintió ese día, si salió a la intemperie

entre ellos, si caminó por esos bosques

humanos. Creo que se quedó en su tienda

y bebió, y quizás copuló,

oyendo las canciones en su honor,

la sintonía de instrumentos de viento

que estaba haciendo él de una sola vez, elevado a la potencia de seis mil.

Y quizás se asomó, a veces,

para ver las filas de instrumentos,

su huerto, la tierra erizada con eso

como si un parche en su cerebro le picara

y ésta fuera su manera de rascarse

directamente. Quizás le dio placer,

y un sentido de equilibrio, como si hubiera sufrido

y ahora encontrara una compensación

y una voz. Hablo como un monstruo,

alguien que hoy día ha pensado largamente

en Craso, en su éxtasis por no sentir nada

cuando otros sienten

tanto, su ardiente levedad de espíritu

por ser libre de caminar por ahí

mientras otros son crucificados sobre la tierra.

Puede haber sido el día más feliz

de su vida. Si se hubiera cortado

la mano con una copa de vino, dudo que hubiera

tomado conciencia de lo que estaba haciendo.

Es aterrador pensar en él que ve de repente

lo que era, pensar que corre

hacia afuera para tratar de bajarlos,

un hombre para salvar 6000.

Si hubiera podido bajar uno

y verle los ojos cuando el nivel de dolor

caía como en un vuelo repentino hacia el placer,

¿no habría eso abierto en él

el terror feroz de entender al otro? Pero entonces habría tenido

5999

más. Posiblemente casi nunca

pasa, que un Marco Craso

tome conciencia. Creo que durmió, y se despertó

al sueño de su conciencia, levantó la abertura de su carpa

y miró lentamente hacia afuera, a los susurros y crujidos

de su prado viviente —suyo, como un órgano

externo, un corazón.


1 comentario:

DaniPovedano dijo...

Tras saber del acercamiento de Pompeyo, Espartaco intentó negociar con Craso para dar fin al conflicto antes de que llegaran los refuerzos romanos.10​ Cuando Craso se negó, una parte de las fuerzas de Espartaco rompió el confinamiento y huyó hacia las montañas al oeste de Petelia (la actual Strongoli) en Brucio, con las legiones de Craso en persecución.11​n. 6​ Las legiones consiguieron alcanzar a una parte de los rebeldes –bajo el mando de Cánico y Casto– separada del ejército principal, matando a 12 300 de ellos.12​ Sin embargo, las legiones de Craso también sufrieron pérdidas, ya que algunos de los esclavos en huida se dieron la vuelta para enfrentarse a las fuerzas romanas bajo el mando de un oficial de caballería llamado Lucio Quicio y el cuestor Gneo Tremelio Escrofa, derrotándolas.13​ En cualquier caso, los esclavos rebeldes no constituían un ejército profesional y habían llegado a su límite. No querían huir más y varios grupos de hombres se separaron de la fuerza principal para atacar de manera independiente a las legiones de Craso.14​ Con la disciplina echándose a perder, Espartaco dio la vuelta a sus fuerzas y empleó toda su potencia para aguantar a las legiones vinientes. En esta última batalla, las fuerzas de Espartaco fueron derrotadas completamente, y la gran mayoría de sus hombres murió en el campo de batalla.15​ Se desconoce el destino final del propio Espartaco, ya que nunca se halló su cuerpo, pero los historiadores cuentan que pereció en batalla junto a sus hombres.16​A pesar de la importancia de esta victoria, Craso no obtuvo los honores de un triunfo por ser obtenida sobre esclavos, pero sí que se le concedió una ovación y el derecho de usar una corona triunfal de laureles en lugar de la tradicional corona de mirto.

(Fuente: wiki )