Amigos: Se nos fue Juan Gelman. Pero se queda. (Los verdaderos poetas, como los viejos rockeros, nunca mueren.) Siempre anduvo en busca de la Señora (como él llamaba a la poesía): persiguiéndola. Creemos que muchas veces la alcanzó.
En su homenaje, este poema suyo:
un niño hunde la mano en su fiebre y saca astros que tira al aire / y ninguno ve /
yo tampoco los veo /
yo sólo veo un niño con fiebre que tiene los ojos cerrados y ve
animalitos que pasan por el cielo / pacen en su temblor /
yo no veo esos animalitos /
yo veo al niño que ve animalitos /
y me pregunto por qué esto pasa hoy /
¿pasaría otra cosa ayer? / ¿se sacaría el niño mucha pena
del alma ayer? / yo sólo sé que el niño tiene fiebre /
tiene el alma cerrada y la hunde
en las cenizas que dejará porque ardió /
pero ¿es así? / ¿hunde su alma en las cenizas de sí? / un árbol
mira detrás de la ventana al sol /
hay sol /
detrás de la ventana hay un árbol en la calle /
ahora por la calle pasa un niño con una mano en el bolsillo del pantalón /
está contento y saca la mano del bolsillo /
abre la mano y suelta fiebres que ninguno ve /
yo tampoco las veo /
yo sólo veo su palma abierta a la luz /
y él / ¿qué ve? /
¿ve bueyes que tiran del sol? /
yo no sé nada /
no sé qué ve el niño de la mano en el pantalón /
ni el niño que tiene fiebre y ve los huesos del atlántico
y los huesos de todos los mares revueltos en su corazón /
yo no veo nada / no sé nada /
ni sé en qué día nací /
conozco la fecha pero no el día en que nací /
¿o ese día es este día en que muero por enésima vez? /
¿es este día en que todos los que han muerto
se vuelven a morir conmigo? / ¿o yo con ellos? /
¿en esta luz dulcísima y abierta? /
¿y qué hace el niño con esta luz en su palma? /
¿mientras todos trabajan para hacer dinero fuera de esta luz? /
¿encerrados afuera de esta luz que es imposible mirar sin una luz adentro? /
¿sin un amor con pena adentro? /
ahora pasan las cartas que nunca me escribiste /
hijo / vos /que tanto nacés de esta luz /
tus cartas tienen fiebres de las que no sé nada /
y nunca sabré nada /
parecen pajaritos que vuelan con tu serenidad /
astros que tiraste al aire y ninguno ve /
yo no los veo ni los ve mi dolor inseguro /
pensabas en una vida más limpia que ésta /
una vida que se podía lavar /
tender al sol de tu bondad /
una vida llena de rostros como viajes /
¿dónde están esos rostros / esos viajes? /
la vida está desnuda como un mar sin orillas /
y no puedo volver la vida atrás /
llevarla hasta tu cuna /
ni llevarla adelante /
yo soy menos real que la mesa donde como /
yo como para ser real como el árbol detrás de la ventana /
ahora un niño se le paró al lado /
saca la mano del bolsillo del pantalón /
abre su palma a la luz
y piensa que la muerte es la muerte
y no más que eso /
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En El Mundo de hoy viene este poema, autoepitafio de Juan Gelman:
EPITAFIO
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
(Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.)
Otro maravilloso poema de Gelman:
Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.
Cada día me acerco más a mi esqueleto.
Se está asomando con razón.
Lo metí en buenas y en feas sin preguntarle nada,
él siempre preguntándome, sin ver
cómo era la dicha o la desdicha,
sin quejarse, sin
distancias efímeras de mí.
Ahora que otea casi
el aire alrededor,
qué pensará la clavícula rota,
joya espléndida, rodillas
que arrastré sobre piedras
entre perdones falsos, etcétera.
Esqueleto saqueado, pronto
no estorbará tu vista ninguna veleidad.
Aguantarás el universo desnudo.
(Juan Gelman le entregó en México a Joaquín Sabina este poema último.)
Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales.
(GANDHI)
¡Quema lo que has adorado, adora lo que has quemado!
(BARTHES)
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