martes, 7 de enero de 2014
Una lluvia que no puede mojarnos (por Fina García Marruz)
Uno vuelve a subir las escaleras
de su casa perdida (ya no llevan
a ningún sitio), alguien nos llama
con una voz querida, familiar.
Pero ya no hace falta contestarle.
La voz sola nos llama, suficiente,
cual si nada pudiera hacerle daño,
en el pasillo inmenso. Una lluvia
que no puede mojarnos, no se cansa
de rodear un día preferido.
Uno toca la puerta de la casa
que le fue deparada a nuestras manos
mortales, como un tímido consuelo.
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3 comentarios:
Las leyes demasiado benignas rara vez son obedecidas. Las leyes demasiado severas rara vez son ejecutadas.
(FRANKLIN)
De su barbecho,
el otoño rebrota
fortalecido.
(RIVERO TARAVILLO)
Quien pega para enseñar, está enseñando a pegar.
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