lunes, 31 de marzo de 2014
El sueño (por Ray Bradbury)
Somos el sueño que otra gente sueña,
la tierra donde otros aterrizan
cuando, tarde en la noche,
piensan en escaparse
y volando llegan aquí,
a donde nosotros, panda de cretinos, prosperamos irreflexivamente.
Nos negamos a ver que somos aquello a lo que el mundo aspira.
Hervimos tan inmersos en un orden
que nos quedamos ciegos ante la obviedad.
No nos importa el milagro que somos,
así que amordazamos nuestras bocas con maldiciones.
Mientras el orbe intenta
venir aquí a quedarse,
nosotros planeamos una fuga.
Qué tontería, exclaman los recién llegados del Chad.
Estáis locos, gritan los iraquíes.
Venderíamos el alma por cambiaros el puesto.
¿Cómo es posible que no os veáis como os vemos?
Trenzáis un bosque de libertad a vuestro gusto
pero, maldita sea, perdéis el bosque a causa de los árboles.
Vuestras costas engullen
10.000 expatriados por semana.
¿Alguno se pregunta por qué gritan?
¿Por qué son tan felices?
Espabilad. ¿Es mala América?
Sentaos, contemplad sus rostros, mirad.
Sois el deseo de un mundo que no tiene esperanza.
Para las oleadas de inmigrantes que fluyen este año
sois aún el hogar atractivo
que reconocerán en cuanto lleguen.
A medianoche, cuando acostados hacen proyectos, planes y ambiciones,
sois el sueño que otra gente sueña.
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4 comentarios:
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. De todas formas, en América hay muchas bolsas de Asia y África. En el primer mundo hay muchas burbujas de tercer mundo, grandes islotes de pobreza y mendicidad.
(Como también en el tercer mundo hay quienes viven como millonarios, y lo son -corruptos y dictadorzuelos que oprimen al pueblo, a menudo con la complicidad de países ricos: piénsese en Bokasa, en Idi Amín Dada, y en tantos otros...-)
Esperar en la experiencia
es esperanza perdida:
que, antes que llegue el saber,
se te termina la vida.
Tal vez nos sobran,
como a muebles de Ikea,
varios tornillos.
Yo maldigo a la persona
que a mí me enseñó a querer,
porque yo tenía sentío
y ahora me encuentro sin él.
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