domingo, 30 de marzo de 2014
Por tu ausencia (por Antonio Cisneros)
1.
Con las últimas lluvias te largaste
y entonces yo creí
que para la casa mas aburrida del suburbio
no habría primaveras ni otoños ni inviernos ni veranos.
Pero no.
Las estaciones se cumplieron
como estaban previstas en cualquier almanaque.
Y la dueña de la casa y el cartero
no me volvieron a preguntar
por ti.
2.
Para olvidarme de ti y no mirarte
miro el viaje de las moscas por el aire.
Gran Estilo.
Gran Velocidad.
Gran Altura.
3.
Para olvidarte me agarro al primer tren y salgo al campo.
Imposible. Y es que tu ausencia
tiene algo de Flora de Fauna de Pic Nic.
4.
No me aumentaron el sueldo por tu ausencia,
sin embargo el frasco de Nescafé me dura el doble,
el triple las hojas de afeitar.
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10 comentarios:
Ja ja Nescafé en un (buen) poema pero queda bien, lo exigía el guión
¿Y lo de las hojas de afeitar que le duran el triple?
Una de dos: o el ausente era un hombre o la mujer tenía las piernas muy belludas. Y quizá otras cosas también.
Pero resta una tercera, la más romántica... El poeta está triste; el poeta descuida su aliño indumentario; el poeta no usa desodorante; el poeta se afeita sólo cada tres días...
Sí, va a ser esta la razón por la que al poeta se le acumulan las cuchillas de afeitar que le trae la asistenta.
Quería decir "velludas", naturalmente.
Amigo Al:
"El vello es bello".
(Y digan lo que digan, los pelos del pecho abrigan.)
Al santo que no me agrada, ni padrenuestro ni nada.
Fuera de casa,
en un bar, con un libro,
está mi casa.
(RAFAEL BALDAYA)
Cuando dos elefantes riñen, quien sufre es la hierba.
(proverbio tanzano)
INDECISIÓN (AMBROSE BIERCE)
-Su rápida decisión de atacar —le dijo cierta vez el general Grant al general Gordon Granger— fue admirable. Sólo tuvo usted cinco minutos para decidirse.
—Sí, señor —respondió el victorioso subordinado—, es importante saber lo que debe hacerse en una emergencia. Cuando no sé si atacar o retirarme, jamás vacilo: tiro al aire una moneda.
—¿Quiere decir que eso es lo que acaba de hacer?
— Sí, mi general, pero le ruego no reprenderme. Desobedecí a la moneda.
Qué olor a Dios echa el trigo.
(MIGUEL HERNÁNDEZ)
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